Detalle de Dream of Paradise, 2015
Cumplidos los 80 años y tras varias décadas de éxito, la intensidad perturbadora de la obra de Paula Rego (Lisboa, 1935) permanece tan incólume como inalterable es su absoluta entrega a la figuración narrativa, de la que es uno de sus máximos intérpretes internacionales. La exposición que ahora presenta en la galería Marlborough tiene como cuerpo principal las interpretaciones que la artista ha hecho de la novela de Eça de Queiroz El primo Basilio, segunda obra del autor a la que se enfrenta Rego, pues ya lo reinterpretó a raíz de la novela Los crímenes del Padre Amaro. De sobra es conocida su dedicación a extraer de esas obras aquellos elementos narrativos y visuales que aluden al retrato del ser humano, en el que esta artista busca revelar lo oculto y establecer la jerarquía y el acto de poder sobre el otro. En el caso de Rego, la otra, ya que la protagonista de la mayoría de sus obras es la mujer y la denuncia de la violencia que ejerce sobre ella el hombre y la sociedad paternal.En los casos de las novelas de Queiroz, como también ocurre en Madame Bovary o en La Regenta, asistimos al engaño amoroso y al castigo que el hombre y la sociedad de finales del siglo XIX inflingían a la mujer calificada de adúltera, aquella que rompía las reglas de sumisión. También, a una profunda exploración del escritor en la intimidad sentimental y en la sexualidad de esas mujeres que aspiraban a la libertad. Un cuerpo de violencia y de deseos que resulta perfectamente extrapolable a la explotación y a la violencia de género que despliegan sus nocivos efectos en este siglo XXI.
Junto a esa denuncia, tiene un gran peso la capacidad de fantasear de la artista, que le permite resumir la totalidad de la trama en sólo siete momentos y desgajar de ella escenas y circunstancias que amplían el temario llevándolo al deseo y la voluptuosidad de los amantes, la traición de los próximos, los sueños rotos y la punición. Su eficacia procede de su exquisito dominio dibujístico y de su habilidad para hacer del pastel un material capaz de diluirse y de nunca esfumarse. Paula Rego construye aquí la historia a través de las cualidades plásticas de sus dibujos como por su capacidad voraz para fabular.
De todas las obras que reúne esta muestra encontramos una extensa serie de grabados, expuestos en la sala grande los que son de colores, y en la sala pequeña los que son en blanco y negro. Los más impactantes, sin duda, son los que dedicó en 2009 a denunciar la ablación femenina, como Stitched and bound (Cosido y encuadernado), que no deja indiferente a nadie.
Aunque si esta artista deslumbra en los grandes pasteles, en la obra gráfica ahonda más profundamente en la psique humana, tanto en la de los personajes que retrata como en la del visitante que se enfrenta a ellos. Por ejemplo en la fábula Stone Soup (2015), que presenta por primera vez aquí. Si en los pasteles encontramos huellas de artistas como Ronald B. Kitaj o Matisse, en los grabados aparecen Goya y Hogarth, y más levemente el dibujante británico John Tenniel.
Pues, lo que me resulta más subyugante de esta misericorde pintora es su filiación artística, su decidido volcamiento en una técnica que otros dirían pasada, su confianza en la cualidad transmisora de sentido de las imágenes y su destreza narrativa. Lo que no es poco. Por último, presten atención a las fotografías de su estudio y de Rego trabajando incluidas en el catálogo, pues develan su mundo y su hacer.