Las obras de Carrión en Centro Párraga
La situación de un artista treintañero como Juanli Carrión (Yecla, Murcia, 1982) es peculiar dentro del panorama español, pues al contrario que la mayoría de los jóvenes creadores de su generación que ansían trascender el contexto doméstico y alcanzar un posicionamiento internacional, en su caso ocurre a la inversa: es poco conocido en nuestro ámbito, a pesar de llevar ya varios años trabajando en Nueva York con relativo éxito y haber desarrollando proyectos de repercusión pública, como el jardín que mantiene desde este verano en el Soho inspirado en los flujos actuales de inmigración de Manhattan (Outer Seed Shadow, 2014).Además, a partir de enero inaugurará su tercera muestra individual en Y Gallery, una de las salas más interesantes y con más alcance del Lower East Side. Por ello, no es casualidad que el Centro Párraga haya elegido la instalación Onstage para estrenar su Espacio 5, un cuidado montaje que al mismo tiempo que se vincula con los rasgos escenográfícos que definen la personalidad de la institución, recupera para Murcia uno de sus valores emergentes más apreciados hoy en el extranjero.
La exposición funciona como un conjunto uniforme de estructuras de madera que configuran un recorrido envolvente y teatral. El itinerario se sustenta en aspectos audiovisuales, un relato contado en cinco capítulos a través de fotografías, vídeos, audios y una proyección generada a partir de distintas intervenciones site specific realizadas durante 2010 en el estado de Wyoming, al noroeste de Estados Unidos. Aunque la serie es mayor, para esta ocasión Carrión ha seleccionado tres paisajes sin un carácter especial, pero señalados como emblemáticos por los norteamericanos tras coincidir en ellos episodios puntuales del siglo XIX extraídos de enfrentamientos y luchas contra las tribus de indios autóctonos que defendían su tierra, enclaves anodinos de dudosa trascendencia e incierta autentificación que han sabido convertir en símbolos patrióticos tras derrocar a sus genuinos pobladores. Al introducir luces de colores para generar una recreación artificial de cada emplazamiento, el artista consigue dar visibilidad a un sitio inadvertido recurriendo a una exaltación ficticia que no sólo dramatiza lo que no existe, sino que además atrae la mirada sobre un punto concreto donde provoca un espectáculo estético tan atractivo como insustancial.
Este trabajo crítico, que investiga localizaciones exactas que han servido para cimentar la identidad del país más influyente del mundo, pone en cuestionamiento las estrategias de construcción de ese imaginario, que mezcla de manera confusa hechos históricos, sentimientos y memoria para ensalzar una crónica poco o nada contrastada y de difícil comprobación, un esfuerzo de los gobernantes del presente por conectar con el pasado (sea real o fingido) que busca legitimar un modo de actuación parcial como unívoco y asentado. Tal como arguye el pensador francés Pierre Nora, tras estas manipulaciones que silencian unos actos y encumbran otros de forma interesada, siempre hallamos cuestiones ideológicas que entroncan con el discurso hegemónico de la autoridad, un modo fácil de fabricar estereotipos e instruir a las masas en la verdad oficial a través del pensamiento único.