Soy mi madre, 2008

Galería Moisés Pérez de Albéniz. Dr. Fourquet, 20. Madrid. Hasta el 17 de mayo. De 3.000 a 46.000 euros.

Hace unos meses, destacadas publicaciones internacionales incluyeron alguna exposición de Phil Collins (Runcorn, 1970) en su top ten del pasado 2013. Es una excelente noticia que, en el marco del festival a3bandas y comisariada por Carolina Grau, por primera vez en Madrid disfrutemos de una muestra individual de este artista inglés, que ha fijado su residencia entre Berlín y Colonia, donde imparte Videoarte en la Kunsthochschulefür Medien. Desde su exposición en la Sala Rekalde de Bilbao en 2006, solo se había visto su trabajo puntualmente en algunas colectivas: en la Colección Cranford presentada por la Fundación Santander hace un año; En el primer círculo de la Fundación Tàpies en Barcelona; en Sin realidad no hay utopía en el CAAC de Sevilla durante 2012/2011, y en Antifotoperiodismo en La Virreina. Todas ellas ya apuntaban su posición referencial en el panorama actual.



La presente selección tiene la virtud, además, de ofrecer obras no vistas en España, al mismo tiempo que intenta hilvanar el abanico de propuestas de Collins, pespunteando obras producidas en la última década con el fin de ofrecer una visión de conjunto de este artista glocal volcado en la relectura de la baja cultura visual y siempre atento a sus protagonistas, con los que tiende a establecer una relación directa y cercana. Eso sí, a la hora de la distribución de sus producciones intenta desbordar el reducido canal del arte contemporáneo introduciéndolas en plataformas mass media.



El trabajo más antiguo, Britney, 2001, es un póster de publicidad en Nueva York de la popstar Britney Spears, redimida gracias a la efusiva transformación por sus fans adolescentes. El último, Rude Boys, 2011, está compuesto por unas series realizadas en la isla Penang, Malasia, con retratos y fotografías de un grupo de skinheads: tribu urbana punkie que surgió en Gran Bretaña al final de la década de los 70, y cuya parafernalia de cabezas rapadas, atuendos paramilitares y botas Dr. Martens fue absorbida después por jóvenes neonazis en Occidente, para volver a resurgir como movimiento antifacista durante los años 90 en el sureste asiático. Aunque quizás lo más llamativo sea el valor invertido económica (e idealmente) en tales atuendos por estos jóvenes en latitudes con tal carestía.



El núcleo de trabajo de Phil Collins tiene que ver con la cultura visual popular

El núcleo del trabajo que Phil Collins ha desarrollado tiene que ver con las reconversiones en la cultura visual popular y sus mecanismos de control y manipulación de los sujetos, desde el golpe de mano neoliberal a partir de los 80 (Thatcher-Reagan-Wojtyla), del que proviene el creciente estado de injusticia, desigualdad y merma democrática que se ha impuesto a nivel global. Ha investigando también las posibilidades del documental con excelentes piezas conocidas aquí, analizando casos concretos en Por qué no hablo serbio y El marxismo hoy. Quizás por ello, en esta exposición se ha dado un protagonismo muy especial a su primera incursión narrativa con Soy mi madre, 2008, un filme de 28 minutos donde, sirviéndose de la estrategia del distanciamiento (Verfremdungseffekt) de la estética marxista del dramaturgo Bertold Brecht, en cuatro actos o escenas consecutivas donde van cambiando las actrices que interpretan a los mismos personajes e incluso mostrando el set del rodaje, disecciona el popular género de la telenovela, que tuvo su esplendor en las décadas de los 80 y 90 en México, cuando sus exportaciones a todo el mundo superaron las de oro y petróleo.





Real Society, 2012 (Courtesía Shady Lane Productions, Berlin)



A raíz de su residencia en Aspen (Colorado), conocida como lujosa estación de invierno y residencia vacacional de celebrities y acaudalados cuyas mansiones cuidan emigrantes mexicanos, Collins decidió resolver el encargo del Museo de Arte haciendo un homenaje a estos invisibles con un producto de calidad, rodado en dos días en México D.F. con un equipo técnico internacional -entre quienes se encuentra Salvador Parra, director de arte en Volver de Almodóvar- y actores famosos, incluyendo dos trabajadoras de la comunidad transexual que subrayan, en su opinión, "la artificialidad de las formas y el modo en que se construyen en la telenovela valores como el género y la clase". El tirón principal de la trama para los espectadores suele ser precisamente la confusión de estas identidades (el siervo pobre en realidad nació rico, etc.), subvirtiendo "la concepción esencialista del sujeto en tanto definido por su nacimiento"; aunque el "milagro" del reconocimiento solo sirva al final para consolidar la naturalización de la división de clases. Al tratarse de un formato habitualmente protagonizado por mujeres (consumidoras de los productos de las firmas que pagan los intervalos publicitarios), otras referencias para Collins han sido Las criadas de Genet; Diario de una camarera de Buñuel, y La ceremonia de Chabrol. Y aunque la temática señoras/criadas se haya trabajado tanto en el ámbito poscolonial como para poder considerarla una especie de subgénero, sin duda esta versión fílmica es ya una de sus producciones más emblemáticas.



Sin embargo, un interés muy especial detenta Real Society, 2002, un pase de diapositivas mostrado por primera vez, fruto de una sesión fotográfica de 18 horas en el Hotel María Cristina de San Sebastián, al que acudieron desconocidos convocados por un anuncio de periódico para mostrar su intimidad, en una sociedad que Collins suponía, a semejanza de Belfast, amordazada por el miedo.