Litografía de Robert Motherwell que ilustra el poema Piel/sonido del mundo de Octavio Paz
La honda relación de Motherwell con la poesía era un elemento de contacto con ciertos pintores españoles que trabajan en la misma onda
La primera gran retrospectiva de Motherwell en Madrid la pudimos ver en 1980, organizada por Gustavo Torner -recuerdo la exquisita maqueta que envió al pintor con las piezas que quería y el montaje previsto- supuso un elemento importantísimo en los argumentos entonces abiertos por los más prometedores artistas de los 70 en torno a la práctica de la pintura. Motherwell representaba a ojos de esos artistas, y de los jóvenes críticos que les acompañábamos, el prototipo del artista culto, aquel cuyos conocimientos de filosofía, literatura, psicología, historia del arte y estética, le permitían un uso consciente de las herramientas de su arte y profundizar en los argumentos de su tendencia del todo imposibles para un tratamiento espontáneo, meramente intuitivo o simplemente instruido. Un modelo de artista igualmente alejado de otra figura, coetánea nuestra, la del artista informado, exhaustivo conocedor de la noticia del presente, activo social y políticamente hablando y quizás desdeñoso del pasado sea éste inmediato o hunda su cronología en el tiempo.
También la honda relación de Motherwell con la poesía -nadie como él había hecho de los versos de Federico García Lorca pintura- era un elemento de contacto con ciertos pintores españoles que trabajaban en esa misma onda. Así, no es extraño que cuando inauguró la exposición de la Juan March, por intermedio otra vez de Torner y a petición de Gerardo Delgado y Jacobo Cortines, Motherwell realizase una portada para la revista sevillana Separata, fundada por Cortines, que aunaba voces de ambas prácticas.
Como quiera que sea, para ahorrar o para certificar fondos propios, la exposición Motherwell y los poetas se ha hecho con piezas casi exclusivamente propiedad de la Fundación o, de algún modo, vinculada con ella. Ha desaparecido la figura fundamental de Lorca, a cuya obra dedicó Motherwell más de un centenar de pinturas, especialmente sus Elegías a la República Española y, también, multitud de grabados y litografías, de los que alguna muestra hay en museos españoles como el CAAC sevillano. Esto no desmerece el interés de lo expuesto, pero apunta las dificultades crecientes de las instituciones españolas para aunar economía y valor intelectual de sus producciones.
En aquel abril de 1980, Rafael Alberti, tras regresar de su exilio romano un par de años antes, recitó el poema El negro Motherwell que había compuesto para el pintor, que primero ilustró los poemas de A la pintura y luego haría lo propio con el poema recién compuesto. Todas estas piezas, así como un vídeo con la lectura de Alberti y algunas fotografías de la época, están en la muestra.
También están Robert Motherwell: tres poemas de Octavio Paz, con 27 litografías del artista sobre tres textos del mexicano surgidos del conocimiento de su pintura, a los que la Juan March ya les dedicó una exposición en el Museo de Cuenca. Por último, completa la exposición una selección de ejemplares de obras de Octavio Paz -entre ellos la edición de Apariencia desnuda, una especie de boitê-en-valise duchampiana- procedentes de la Biblioteca Julio Cortázar, donada a la Fundación por su viuda.