Vista de la exposición

ADN Galería. Enric Granados, 49. Barcelona. Hasta el 12 de mayo. De 200 a 6.500 euros.



Algunas de las críticas habituales al arte contemporáneo tienen que ver con su supuesta incomprensibilidad y ensimismamiento. Son críticas que se dirigen hacia las retóricas de su definición ejemplificadas en las estrategias del arte conceptual y minimal. Pero justamente desde que artistas como Félix González-Torres usase esas formas, en su caso, las del minimalismo, para darles la vuelta, para expresar contenidos de índole personal y político, muchos artistas han buscado maneras de usar el arte como una reflexión sobre cuestiones puntuales, de actualidad o políticas. Es el caso de Adrian Melis (La Habana, 1985) y la suma de propuestas que expone en la ADN galería de Barcelona.



Adrian Melis comparte el origen cubano de Felix González-Torres fallecido en 1996, pero es de una generación mucho más joven. La misma generación de Wilfredo Prieto (también residente en Barcelona) con el que también comparte el interés por reflexionar sobre la situación en Cuba. Pero si Prieto acostumbra a ser más metafórico y alusivo, Adrian Melis directamente recoge y presenta como un documentalista retazos de la realidad cubana. Así, el conjunto de propuestas que muestra ahora se pueden dividir en dos apartados: por una parte, una serie de obras sobre la ineficacia administrativa de la isla ligada a su aislacionismo; y, por otra parte, obras que atienden más a la situación del trabajador.



En el primer grupo habría que incluir propuestas como Importaciones, lote n° 1, una acción que busca como subvertir las leyes cubanas. Melis ha acumulado en un contenedor una serie de objetos que aparecen listados como aparatos que no está permitido introducir en Cuba (básicamente tecnología inalámbrica). Su intención es desmontarlos y enviarlos a la isla. No sólo intenta buscar un subterfugio legal, sino que más allá evidencia que el aislacionismo cubano funciona en ambos sentidos. En 378.890 m2 proyectados muestra la discrepancia entre la construcción proyectada y la real en Cuba. Y en Momentos que cambiaron el mundo, la pieza más metafórica, sobre la imagen fija en vídeo de un muro en Cuba ha superpuesto el audio de la CNN retransmitiendo en directo la caída del muro de Berlín en 1989.



Por otro lado, Plan para la producción de sueños para las empresas estatales en Cuba recoge los sueños que el artista pidió a distintos trabajadores que relatasen después de quedarse dormidos en el trabajo. Todos esos sueños están recogidos en cajas de puros en una especie de archivo que recuerda algunas obras de Christian Boltanski. Finalmente para El valor de la ausencia pagó a distintos trabajadores, desde médicos hasta empleados, para que diesen excusas para no acudir al trabajo. Las excusas están recogidas en un audio en el que sorprende la naturalidad con la que son aceptadas.



El estereotipo de la vagancia cubana acompañado del aislacionismo o la falta de productividad, podrían ser los argumentos de una crítica neoliberal al sistema cubano. Sin embargo, Adrian Melis presenta hechos abiertos en su contradicción (picaresca vs. producción) y, como al intentar importar objetos prohibidos desmontándolos, busca en los entresijos de una realidad con demasiada tendencia a ser simplificada.