Arquitectura para las almas, 2011
Desde el punto de vista occidental, la utilización de elementos típicos de una cultura por parte de sus artistas adquiereinevitablemente una dimensión política, o cuando menos poética. Cargadas con el peso de una memoria e identidad muy específicas, tales obras han tendido a percibirse por parte de la crítica especializada bien desde la perspectiva del exotismo de la "alteridad", o bien como formas de oposición al poder. Si se las toma como evocaciones poéticas, a menudo conllevan ese sentimiento de pérdida que produce el desarraigo.Pero como decía Nicolas Bourriad, en esta nuestra aldea global las pertenencias se diluyen rápidamente. Vivimos en un territorio cada vez más difuso donde todos somos potenciales semionautas, nómadas culturales que traducimos nuestro imaginario y lo insertamos en los distintos espacios donde hemos hecho nuestro último alto en el camino.
Durante su participación en Miami Art Basel 2009, Jorge Mayet (La Habana, 1962) instaló un bohío, la típica casa campesina cubana, sobre las aguas de la bahía, y ahí estuvo flotando como un espejismo hasta que el mar lo destrozó. Ese mismo bohío es el que ahora el artista ha instalado en el vientre de piedra de Es Baluard, haciéndolo estallar en pedazos y dejándolo detenido en un tiempo poético indefinible… como si un agua invisible hubiera provocado ese naufragio en suspensión que ahora es. Buscando similitudes con sus conocidas esculturas de naturalezas ingrávidas, Mayet no sólo ha hecho saltar por los aires esa estructura de precaria habitación en la que ahora penetra la fuerza contundente de la naturaleza. Más que eso, ha dado un paso adelante, hallando nuevas posibilidades de expresión a su discurso artístico, al llevar su probada maestría en la construcción de lo minúsculo, detallista y próximo a una nueva escala y otra dimensión.