La otra liga de fútbol
Fuera de juego
20 noviembre, 2009 01:00En juego, 2006. Vídeo de Eugenio Ampudia
En conjunto son catorce las exposiciones diseminadas por toda Cataluña de las que estas líneas es una selección. El punto de partida de este itinerario podría ser la exposición colectiva Ballpark de la galería Estrany-De la Mota, con una mirada caleidoscópica hacia este deporte. Un conjunto de propuestas, donde destaca el neón The Oscar Wilde piece 2, obra inédita realizada por Douglas Gordon y Jonathan Monk para esta muestra, cuya aportación es reivindicar el fútbol como tema y apuntar sus múltiples pliegues. La galería ProjecteSD se vale del famoso himno del Liverpool, You'll never walk alone, para presentar collages del danés Jakob Kolding y piezas de Hans-Peter Feldmann y Peter Piller expuestas sobriamente en un espacio casi vacío. Una exposición que se complementa con una conversación, grabada en la misma sala, entre el citado Kolding y el comisario Christoph Keller, ambos entusiastas del fútbol y muy buenos oradores. Precisamente, la idea que sobrevuela la muestra es la palabra y su relación con la cultura visual, cómo el vacío del espacio y el hermetismo de las imágenes generan un discurso y cómo éste inspira al arte en un movimiento de vaivén.
ADN Galería presenta No os dejéis consolar, un proyecto del colectivo Democracia (Pablo España e Iván López) el cual colaboró con los ultras del equipo de fútbol Girondins de Burdeos, los Ultramarines. Los dos artistas consensuaron con los hinchas del club una batería de contra-lemas, destinados a ser exhibidos en el campo, contrarios a los habituales en las plataformas de supporters, de tipo fascista. Sin embargo, lo que más sorprende es un vibrante vídeo en el que se muestra al público como único protagonista. éste es el mensaje: el gran espectáculo no se encuentra en el césped, sino en los espectadores. También en las gradas, pero vacías, ha visto Pep Duran una lectura metafísica del deporte. Este último presenta fotografías de los inmensos graderíos de los estadios en la sala pequeña de Alejandro Sales. Es la imagen del silencio, de la ausencia, precisamente lo opuesto a lo que se entiende por espectáculo, la masa y el ruido.
La pieza de Piero Golia en Nogueras-Blanchard es una de las pocas que no posee, a priori, vinculación con el deporte, pero, en el contexto del ciclo, introduce una de sus múltiples caras: la faceta que más se oculta. Unas letras gigantes, como de anuncio publicitario, giran sobre sí mismas y, luminosas, componen la palabra "LOSER" (perdedor).
Martí Ansón, presente en dos espacios, en Toni Tàpies, y en el Centro Bòlit de Gerona, ha pintado las paredes de la galería con los colores de dos equipos de fútbol que irá modificando según los resultados de la Liga. Como parte de esta intervención específica o work in progress, ha imaginado la ficción de una empresa de pintura y ha editado un periódico. El artista responde al juego del fútbol con otro juego, el divertimento. Otro juego, pero de reflejos, es el que nos propone Ignasi Aballí en Manuel Mayoral. En Cien mil pares de ojos el artista trabaja con material de carteles y fotogramas de filmes que versan sobre fútbol, a los que incorpora su propia creación, consistente en fotografías y las bobinas de una película. Pero, como indica en el cartel de la exposición, "Nada es lo que parece". Un juego con el fondo del fútbol, en el que uno termina por perder las referencias.
Miguel Marcos, que fue marchante de Joan Brossa, dedica una exposición al poeta catalán. Del conjunto de piezas que Brossa, con especial sorna, dedicó al fútbol, destaca Enganyifa, una suerte de diálogo entre unos balones de fútbol esparcidos por el suelo y medio centenar de pinturas realistas que reproducen patas de caballo. Pelotas y pezuñas: Brossa inventa un nuevo juego y este juego no es otro que el de la ironía. El deporte que más gustaba al poeta.
Fútbol no es sólo fútbol
Por Juan Bonilla
Fueron los futuristas los que vieron en el fútbol una disciplina idónea para convertirla en inspiración: el dinamismo, la velocidad, la pugna y la fotogenia de los partidos eran muy del gusto de quienes pretendían crear un hombre nuevo. Balla llegó a diseñar la vestimenta para un equipo de fútbol. Y Delaunay pintó uno de sus mejores cuadros con una escena futbolística, y en 1918 André Lothe hace lo propio en Les footbaleurs. Francisco Bores, entre nosotros, hizo unos cuantos dibujos deliciosos titulados Football en el año 23, y ese mismo año se publicó en la Argentina el futurista Penúltimo poema del fútbol, de Canal Feijoo, si bien para que el fútbol alcanzara a inspirar un gran poema habría que esperar al año 27 cuando Alberti le escribe su oda a Platko, el portero húngaro del Barcelona, incluida en el libro Cal y canto (del año 29). Imposible enumerar los textos y cuadros que el fútbol inspiró a poetas y artistas de las vanguardias, si bien es fácil decir que en todos ellos predomina el entusiasmo, la ilusión y la ingenuidad. No era necesario aún ejercer la crítica hacia un juego que estaba lejos de alcanzar la monstruosa estatura que hoy tiene.
Sin embargo, las dos disciplinas artísticas que más deben al fútbol y a las que más les debe el fútbol son la arquitectura, por razones obvias, y la fotografía. Hay que destacar, en lo concerniente a esta última, la obra del fotógrafo húngaro Munkacsi, que antes de marcharse a Estados Unidos a fotografiar estrellas de Hollywood, se empleó como reportero gráfico en los estadios, obteniendo algunas instantáneas magníficas, entre ellas una espectacular melé aérea tras un córner, y otras de porteros en portentosas estiradas. El portero es casi siempre el más fotogénico de los jugadores, y una de las inolvidables imágenes que nos ha regalado el fútbol es la de ese cancerbero vestido de cura que se tira por el balón en una instantánea de Ramón Masats. El hecho de que el fútbol prendiera pronto como "opio del pueblo" obligó a la fundación de diarios y revistas deportivas, y en esas publicaciones especializadas -desde los años veinte hasta la actualidad- es donde se encuentra la mejor colección de imágenes de fútbol, una colección que no colgará en ningún museo por la sencilla razón de que quienes aportan imágenes son fotógrafos hoy olvidados, que se limitaban a estar allí, en un estadio, a la caza de la pura fotogenia de la danza futbolística.
Y en cuanto al vídeo (¿es necesario mencionar a David Beckham como bello durmiente en la obra ¿erótica? de Sam Taylor-Wood?), se diría que al fútbol no le hace falta artistas: se basta él solo para crear obras de arte. Para comprobarlo basta con ver los montajes que hacen los programas deportivos, cada vez más extensos, en nuestras televisiones. Una selección de mejores jugadas y voilá: ahí tienes un video maravilloso. Una selección de peleas en el césped o las gradas y ahí tienes una fría plasmación de la violencia en la que estamos inmersos. Sólo desde la ironía es posible utilizar el fútbol para crear algo que el fútbol no nos dé por sí mismo. Es lo que hicieron por ejemplo los Monty Pithon en la que es mi obra favorita referida al fútbol: ese sketch en que dos selecciones de filósofos, la de Grecia, con Platón y Aristóteles de delanteros, y la de Alemania, con Nietzsche y Kant de defensas, disputan la final del campeonato mundial de fútbol filosófico, con victoria final para los griegos, que se dedican a jugar al fútbol mientras los alemanes se comen la cabeza preguntándose: qué nos está pasando. Pues eso.