Tamara Arroyo
Dibujar la casa, 2003
La obra de Tamara Arroyo de la Morena (1972) se inserta en una línea de actuación que cuenta con numerosos adeptos sobre todo entre la creación joven. Me refiero a la consideración del entorno más inmediato como prolongación del yo, la activación del espacio a través de la presencia física del artista o del testimonio autobiográfico, que en el caso de la joven artista madrileña cobra una importancia central. Con una exposición paralela en el Centro de Arte Joven, Arroyo propone en Vacío 9 una mirada a la idea de hogar, ya sea en sus versiones física y mental; un hogar que la artista interviene dejando una huella, una marca que incide en un compromiso vital con el espacio, remitiendo, en ocasiones, a una idea de fugacidad, de paso efímero. En su juventud, la artista vivió en lugares diferentes cambiando constantemente de domicilio. Esta idea de fugacidad debe, por consiguiente, inscribirse en una atmósfera de fragilidad e inestabilidad, condiciones propias de la adolescencia, período clave en la vida y obra de la artista. La pieza audiovisual del piso superior suscita ese mismo sentir. Un espacio vacío sobre el que se echan dos grandes dados. Evidencias del azar, simultaneidad de opciones. Percepciones personales que se enfrentan, a veces rotundamente, para desvirtuar la noción convencional del hogar.