Jean Arp el buscador de la forma pura
Petite sphinx, 1942. Bronce, 19 x 41 x 11.
Jean Arp (1886-1966) es una figura fundamental para la historia del dadaísmo, el surrealismo y la abstracción y, no obstante, hoy en día es difícil situarse ante este creador. Arp se asocia sobre todo a una abstracción orgánica y amorfa, una abstracción elemental que ha sido banalizada y repetida hasta la saciedad. En cualquier comercio de subproductos artísticos se encuentran esculturas de este tipo de abstracción. Más aún, cuando maquinalmente el último Arp, el Arp de los años 50, especialmente representado en la actual muestra, repite mecánicamente su fórmula...Y sin embargo existe otro Arp que hay que descubrir. En esta exposición, patrocinada por la Fundación BBVA y que se propone como una panorámica de la trayectoria del artista, presenta dos momentos fuertes: su período identificado con el dadaísmo -hacia la segunda década del siglo XX-, al que corresponden las dos primeras salas, y algunas obras de los años treinta. éste es el Arp que mantiene su frescura, que todavía es capaz de transmitir un mensaje, que no ha sido trivializado por el paso del tiempo.
El punto de partida de Arp es el entorno dadaísta de Zúrich donde se exilió durante la Primera Guerra Mundial. Es el momento del Cabaret Voltaire y la protesta contra la guerra, de las soirées anti-artísticas, de la provocación como forma de arte, del gusto por el absurdo y el juego... De este grupo, Arp y la que luego sería su esposa, Sophie Taeuber (1889-1943), fueron prácticamente los únicos artistas que no renunciaron a realizar una obra propiamente artística... Y ésta es la parte más emocionante de la exposición: una obra frágil, en formación, dubitativa, fresca y, por todas estas razones, de una especial intensidad.
Algunas de las ideas que alumbran y que fecundan el itinerario del artista se originan en aquel contexto dadaísta, si bien reelaboradas a lo largo de su trayectoria: el azar, los medios impersonales para borrar todo rastro de subjetividad, su voluntad de un arte concreto o abstracto. Pero Arp siempre se sintió a sí mismo como un artista; el hecho de que en pleno dadaísmo realizara una obra contundente, es significativo. Obsérvese, por ejemplo, su relación con un aspecto tan complejo como es el azar. Según su testimonio, Arp cortaba papeles de colores y los lanzaba al aire dejándolos caer de manera que la composición resultante era completamente arbitraria. El azar para el dadaísmo era una manera de ser o una suerte de lenguaje que cuestionaba la noción de cultura tradicional basada en el trabajo, la obra bien hecha, la habilidad... Pero para Arp es también una llave que abre los misterios de la vida. El mismo artista comenta que estas obras ordenadas por la "ley de azar" estaban como dispuestas por la "ley de la naturaleza" y que le servían para aproximarse a un orden inaccesible. El azar como el descubrimiento de maravillas, éste me parece que es el sentido del azar en Arp. Con ello, los dadaístas (indirectamente) y Arp ampliaron la noción de arte, un mensaje fecundo que la generación posterior profundizó. Dicho sea de paso, hoy en día parece dudoso que algunas de estas obras, demasiado bien articuladas y compuestas, sean resultado exclusivo del azar. Como en el caso de Miró, el azar y el gesto espontáneo posiblemente son reconducidos y reelaborados en un segundo momento.
En fin, se trata de una búsqueda a medio camino entre el dadaísmo y el arte como visión trascendente. Una búsqueda que el mismo artista denominaba "arte del silencio" y cuya voluntad era la de abrirse al ser interior. "Nuestra obra -dice Arp, refriéndose también a Sophie Taeuber- nos servía para transformar en arquitectura de luz, el dolor más profundo así como el gozo más vivo. Nosotros queríamos volver el mundo más simple, transformarlo y darle más belleza".
Su obra posterior al período dadaísta, es a grandes rasgos una continuación de este mundo germinal. Sus conocidos relieves de madera recortada son -según parece- realizados por artesanos carpinteros. Fiel a sus principios de renuncia al individualismo y el azar, aportaba simplemente los bocetos realizados de una manera más o menos improvisada. Igual que su escultura, en la que utilizaba yeso blando y posteriormente unos técnicos transferían el original a la piedra o era fundido en bronce. Arp trabajaba el yeso de una manera azarosa, casi natural, dejando las formas aparecer en absoluta libertad. "El arte -dice Arp- es un fruto que crece dentro del hombre, como la fruta en la planta o niño en la matriz de la madre (...)" En efecto, la creación para Arp es como una especie de inmanencia; su lenguaje, esta abstracción orgánica, parece fluir de una manera natural y espontánea. ¿Los resultados? ¡Quién puede negar la extrema delicadeza de los relieves monocromos de los años treinta!
Lo que pasa es que cuando un gesto se repite maquinalmente pierde el alma.