Cristina Iglesias
Pepe Cobo ha llevado hasta su galería sevillana a una Cristina Iglesias en plena madurez creativa, con una obra que se distancia estructuralmente de los grandes registros escultóricos a los que nos tenía acostumbrados. En esta ocasión, se trata de una afortunada instalación donde, a modo de habitación vegetal, la artista donostiarra recrea un bosque imaginario, cubriendo uno de los espacios de la galería con madera, resina y polvo de bronce, hasta crear una situación envolvente capaz de los más imprevisibles desenlaces emocionales. El espectador se siente invadido primero por una fuerte sensación natural, al contacto con el frío trasunto vegetal, para acabar sometido a una inquietante sensación de agobio al verse inmerso en una espesura laberíntica. De este modo, la instalación suscita la complicidad del espectador y desencadena en él una cascada de percepciones y de asociaciones metafóricas. La exposición se completa con tres grandes serigrafías sobre seda en las que la autora nos pone ante unos paisajes inquietantes, que provocan de nuevo profundas sensaciones evocadoras.
El nuevo trabajo de Cristina Iglesias permite los encuentros más inesperados, con toda una gama de sugerencias que van desde la emoción de la textura hasta la experiencia total del espacio.