Exposiciones

Goya o la metamorfosis del horror

3 enero, 2001 01:00

Dibujo a la sanguina para el grabado nº 64 de Los Desastres de la guerra, 168 x 215

Muestra de Arte Injuve 2000. Círculo de Bellas Artes. Marqués de Casa Riera, 2. Madrid. Hasta el 14 de enero

Los Desastres de la guerra, las imágenes más violentas y más desesperadas que produjo el siglo XIX, serán objeto en los próximos meses de tres exposiciones sucesivas en el Museo del Prado (con la colaboración de la Calcografía Nacional y la Biblioteca Nacional). La primera de ellas está consagrada a la génesis de la serie, al proceso que conduce desde los dibujos preparatorios hasta la primera edición de los grabados. Las dos exposiciones siguientes se dedicarán respectivamente a la variedad iconográfica de los Desastres y al grupo de los que el propio Goya denominó "caprichos enfáticos". Acompañando a estas exposiciones, el Museo ha editado El libro de los Desastres de la guerra, con abundante documentación e ilustraciones.

Goya comenzó a llevar al cobre las terribles escenas de la Guerra de la Independencia en 1810. En ellas, el rostro de la guerra aparecía por primera vez despojado de cualquier máscara sublime. Lejos de los ideales caballerescos, la guerra moderna convertía en soldados y víctimas a toda la población civil. En las estampas, aparte de algunos episodios aislados de heroísmo, desfilan los horrores de una violencia ciega. Goya denuncia la guerra en nombre de los ideales de la Ilustración, pero señalando los límites del optimismo ilustrado: la crueldad, expresión pura de lo irracional, no es un mero accidente histórico, sino el destino ineluctable de la humanidad. Más allá de su declarado propósito didáctico, los Desastres se recrean en la obscenidad de la violencia, en lo que "no se puede mirar", como reza uno de los títulos. Hay en ellos un afán de llevar la imagen hasta el extremo de lo soportable.

La actual exposición reúne algunas muestras reveladoras de las metamorfosis sufridas por los Desastres, desde los dibujos originales a las primeras pruebas y de éstas a las estampas de la primera edición. Al trasladar al cobre los dibujos preparatorios, Goya prescindía de los elementos superfluos, simplificaba la composición, acentuaba la eficacia expresiva de la luz. Más tarde las imágenes sufrirían otro género de modificaciones, ya no debidas a la mano del artista. Los Desastres no fueron publicados en vida de Goya, sin duda por razones políticas; la primera edición (incompleta) la realizó la Academia de San Fernando en 1863, pero introduciendo graves alteraciones en las mismas planchas y en la técnica de estampación. Según podemos comprobar aquí, en las pruebas "antes de la letra" realizadas por Goya se había usado el aguafuerte desnudo para destacar las siluetas contra los fondos vacíos. En la edición de la academia se aplicó el "entrapado", la práctica de cubrir la lámina con un velo de tinta, que confería un tono uniforme a la compo- sición, a costa de su expresividad. Otra de las secciones de la exposición está dedicada a las pruebas de estado que Goya hizo de sus planchas, y que a veces revelan cambios significativos. Por ejemplo, en la célebre Nada. Ello dirá. En la prueba de estado de esta imagen aparece una figura alegórica de la justicia con su balanza; en la estampa definitiva, Goya sepultó esa figura bajo una confusa asamblea de monstruos, como anunciando la desaparición del orden moral del mundo y la muerte de Dios.