Danza Delicada
Santiago Serrano
2 mayo, 1999 02:00Aparte de esta atención a las posibilidades semióticas de las formas, hay otros rasgos que separan profundamente la obra de Serrano de los preceptos del "minimal art" y le aproximan más a la vieja tradición constructivista europea (algunos de sus "Instrumentos de la Pasión" evocan vívidamente los diseños de El Lissitzky). Ante todo su composición "relacional", basada en una búsqueda intuitiva del equilibrio. Los elementos formales que integran estas pinturas nunca se organizan de manera meramente simétrica o en progresiones simples; cuadrados y círculos, bandas verticales u horizontales, se disponen sobre el plano calibrando su peso en relación con el formato, con el contorno variable de la tela. Los fuertes contrastes de tono entre figura y fondo (círculo negro sobre blanco, cuadrado blanco sobre negro) tienden a acentuar la definición y el impacto de las formas. Pero este rigor de la composición, Serrano lo atenúa con una factura pictórica. Nada más lejos de la ejecución neta e impersonal característica de la abstracción "hard edge". Aquí los bordes de las figuras geométricas se desdibujan, se vuelven borrosos, las bandas rectilíneas quedan súbitamente interrumpidas y se pierden en un fondo manchado de manera desigual, donde se reconocen las marcas del proceso: churretones, áreas desteñidas, texturas raídas. En la exposición se alternan los cuadros con algunas piezas escultóricas exentas, como "Más lejos de tí" (1998), una altísima "h" construida en madera que recuerda una trona infantil. Algunas piezas se encuentran entre perro y lobo, a medio camino entre la pintura y la escultura, apoyadas en el suelo pero a la vez recostadas contra la pared. Esta posición permite al artista jugar con las sombras que la pieza proyecta y a veces introducir curiosos equívocos. Por ejemplo, en "Llámese h, llámese k" (1998), la estructura sólida en forma de "h" arroja sobre el muro su sombra auténtica, pero junto a ella el artista ha fingido una falsa sombra en "k" hecha con tiras de metal.
La última sala de la exposición reúne los cuadros de la reciente serie "Orillas", dispuestos con una intención sistemática. Entonces resurge el color (hasta ahora reducido a fuertes contrastes de blanco y negro, o pardo o gris) con tonos azules, rojos, ocres... La clave de toda la serie es la tensión entre dos modos de organización del espacio: el esquema circular concéntrico y la cuadrícula cartesiana. El uno sugiere el crecimiento orgánico y las superficies curvas de los cuerpos vivos; el otro, una estructura artificial, mecánica. En las telas de la serie "Orillas", de formato cuadrado, domina siempre una gran mancha redondeada, de contornos irregulares, fluida como un gran lago; pero esa mancha queda partida en dos por una banda vertical o enmarcada entre franjas paralelas o en ángulo recto. La mancha respira, se dilata, sugiere un movimiento suavemente expansivo; pero la estructura rectilínea actúa como dique de contención y el grueso marco, de cuatro dedos de relieve, contrapesa también la marea de la pintura. Lo leve y lo pesado, lo elástico y lo rígido, se enlazan y se compensan así en una delicada danza.