Edward Quinn: Picasso con sus cuadros y una obra de Joan Miró (incluida en la exposición 'Miró-Picasso' del Museo Picasso y la Fundación Miró de Barcelona). © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2023

Edward Quinn: Picasso con sus cuadros y una obra de Joan Miró (incluida en la exposición 'Miró-Picasso' del Museo Picasso y la Fundación Miró de Barcelona). © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2023

Arte

Así termina el Año Picasso: su juventud, su amistad con Miró y su legado cierran los fastos dedicados al artista

El Museo Reina Sofía, la Fundación Miró y los museos dedicados al pintor en Barcelona y Málaga, se encargan de poner el broche final a una celebración que nos ha acercado un poco más al genio.

22 noviembre, 2023 02:23

En lo que llevamos de año hemos visto a Pablo Picasso (Málaga, 1881 - Mougins, 1973) en los contextos más insospechados. Sentado, en alpargatas, haciéndole carantoñas a su dálmata; a punto de darse un baño, en calzoncillos, con la toalla al hombro acompañado de un perro distinto; o representado a través de su alter ego pictórico, repetido hasta la saciedad en series como El pintor y su modelo. También, como escultor, dibujante, interlocutor de El Greco… Las fórmulas son innumerables y tres exposiciones ponen el broche final a estos fastos picassianos.

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La primera, y por seguir un orden cronológico, Picasso 1906. La gran transformación (hasta el 4 de marzo) acaba de abrir sus puertas en el Museo Reina Sofía. Son ciento veinte obras distribuidas a lo largo de ocho salas con las que su comisario, Eugenio Carmona, quiere plantear una nueva lectura de esos años iniciales del maestro malagueño y subrayar como fecha clave el año 1906. Según la tesis de la muestra, el año anterior a la realización de su famoso lienzo de las Señoritas de Avignon, al que se atribuye el pistoletazo de salida al cubismo, el artista realiza un corpus de trabajos que tiene entidad propia. Ya conocía otras culturas “primitivas”, el arte íbero –al que el Centro Botín le dedicó una exposición en 2021–, el llamado art nègre o el románico catalán.

Picasso se había instalado en París en 1904 y había entrado en el grupo de intelectuales que Gertrude Stein convocaba en el salón de su casa y compraba obra. Para ilustrar ese episodio se ha traído el célebre retrato de la coleccionista sentada en un sillón, una iconografía poco común en los retratos femeninos, perteneciente al Metropolitan Museum de Nueva York. Ahí conoció el joven Picasso también a Matisse, que le introduce en el art nègre. Es también la etapa sentimental que comparte con Fernande Olivier (de 1904 a 1912), modelo y musa de los desnudos y otros géneros en los que se explayaría el malagueño. En la exposición se incluyen obras que llevan su nombre como el óleo del Museum of Fine Arts de Boston o Desnudo sentado (1905), del Pompidou, para que se hagan una idea de la envergadura del proyecto y de sus préstamos. Fernande ocupa una sala entera (de las ocho de la muestra) y su fisonomía se reconoce en bustos y desnudos en los que ahonda el artista incorporando también escenas eróticas.

Fernande ocupa una sala entera del Reina Sofía. Su fisonomía se
reconoce en desnudos y escenas eróticas

Trabaja mucho el género del desnudo, tanto masculino como femenino (en 1906 llegaría a hacer 450). Las formas se van volviendo más expresionistas, con múltiples ejemplos en la exposición como el Desnudo con manos juntas (1906) del MoMA, que nos muestra a una mujer desnuda, que avanza tapándose el pubis, con los rasgos del rostro hechos a base de líneas geométricas. Se nota la influencia de las máscaras africanas y otras culturas, y se adelanta a la icónica Señoritas de Avignon.

Hay sorpresas que sirven para profundizar en las influencias que se le atribuyen a Picasso. Para hablar de las resonancias románicas se incorpora una talla de madera de una Virgen románica del siglo XII (Virgen de Gósol), el pueblo en el pirineo catalán en el que la pareja pasó el verano de 1906. Además, un San Sebastián (1610-1614) de El Greco y la Joven en el aseo de Corot (1850-1875) dan muestra de artistas hacia los que miraría el joven Picasso y a los que se suma en el recorrido una amplia colección de bustos, cabezas, máscaras y figuras de otras culturas.

Pablo Picasso: 'Autorretrato' (detalle), h. 1906. Musée National Picasso París (en la exposición '1906', Museo Reina Sofía) © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2023

Pablo Picasso: 'Autorretrato' (detalle), h. 1906. Musée National Picasso París (en la exposición '1906', Museo Reina Sofía) © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2023

Más de diez años separan estas experimentaciones del primer encuentro de Joan Miró (Barcelona, 1893 - Palma de Mallorca, 1983) y Picasso, a cuya amistad dedican el Museo Picasso de Barcelona y la Fundación Miró de Barcelona una magna exposición desplegada en sus dos sedes. Miró-Picasso recorre, hasta el 25 de febrero de 2024, los principales momentos de su amistad, las complicidades y resonancias del trabajo de uno en el del otro. Las comisarias –Teresa Montaner y Sònia Villegas, de la Fundación Joan Miró, y Margarida Cortadella y Elena Llorens, del Museo Picasso– han seleccionado 317 piezas entre las que predomina la pintura, seguida de dibujos, pero también escultura, cerámicas, obras gráfica y objetos.

Se llevaban 12 años. Miró vivía todavía en Barcelona y Picasso ya trabajaba en París. Había oído hablar de él, y visto con admiración el estreno de Parade, de los Ballets Rusos de Diáguilev, en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, con diseños de vestuario, telón y escenografía de Picasso. Visitó la casa de su madre en la ciudad condal para que le enseñara cuadros de su hijo y, cuando viajó a París en 1920, lo hizo con un paquete de la madre de Picasso para el artista, dicen que con ensaimada incluida que le entregó en una visita al taller. En julio, escribía Miró a su amigo Josep Francesc Ràfols: “Al principio Picasso ha estado algo reservado, como es lógico, pero desde que recientemente ha visto mis trabajos, está entusiasmado. Con frecuencia pasamos horas charlando en su taller…”. Y en otra carta anterior observaba: “Picasso es fino, sensible, un gran pintor. Pero al visitar su taller, remite mi entusiasmo. Todo está pintado para su agente, para el dinero…”.

Pablo Picasso: 'Gran desnudo en un sillón rojo' (detalle), 1929 (exposición 'Miró-Picasso'). Foto: Museo Nacional Picasso París. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2023

Pablo Picasso: 'Gran desnudo en un sillón rojo' (detalle), 1929 (exposición 'Miró-Picasso'). Foto: Museo Nacional Picasso París. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2023

Las vidas y hallazgos de los dos artistas se van trenzando a lo largo de las cinco secciones de la exposición. De ese encuentro, a su acercamiento al surrealismo en los años treinta –con diálogos como el de Gran desnudo en un sillón rojo (1929) de Picasso y la Llama en el espacio y mujer desnuda (1932)– o las Tres bailarinas (1925) de Picasso, procedentes de la Tate Modern. Los dos artistas mostraron un gran compromiso político, tanto durante la Guerra Civil española como en la Segunda Guerra Mundial. Destaca también la cercanía de los dos a la poesía, quizá más intensa en el caso de Miró, y el descubrimiento de la cerámica, ahora tan en boga.

Hay aquí también importantísimos préstamos: La masía, que pinta Miró cargada de detalles en 1921-1922 y que viene de la National Gallery of Art de Washington. O el Autorretrato (1937-1938), también de Miró, prestado por el MoMA. Entre los momentos más emocionantes encontramos la participación de los dos artistas en el Pabellón Español en la Exposición Universal de París de 1937 y el óleo Mujer, pájaro y estrella (Homenaje a Picasso) con el que Miró rendía tributo a Picasso tras su muerte en 1973.

Sarah Lucas: 'Dimsy Gilly Flower [Dimsy clavelina]', 2021. © Cortesía de Sadie Coles HQ, Londres. Foto: Andrea Rossetti (exposición 'El eco de Picasso', Museo Picasso Málaga)

Sarah Lucas: 'Dimsy Gilly Flower [Dimsy clavelina]', 2021. © Cortesía de Sadie Coles HQ, Londres. Foto: Andrea Rossetti (exposición 'El eco de Picasso', Museo Picasso Málaga)

La sombra de Picasso es alargada, y el Museo Picasso de Málaga, en colaboración con la Fundación ”la Caixa”, bucea en su huella en los artistas contemporáneos en El eco de Picasso (hasta el 31 de marzo). El comisario, Eric Troncy, ha reunido a 55 artistas contemporáneos, algunos de ellos con obras de reciente producción. Los nombres deslumbran: Francis Bacon, Miquel Barceló, Georg Baselitz, Jean-Michel Basquiat, Louise Bourgeois, Martin Kippenberger, Willem de Kooning, Jeff Koons, Maria Lassnig o Sarah Lucas, son algunos de ellos.