Es difícil situarse ante Tina Modotti (Údine, 1896 - Ciudad de México, 1942), en la medida en que su vibrante biografía (su periplo vital en la primera mitad del siglo XX por Italia, Estados Unidos, México, Alemania, la URSS, la Guerra Civil española...), sus múltiples amantes o su activismo político han construido a su alrededor una “novela de artista” que dificulta una aproximación a su obra como fotógrafa.
Pero no son solo estos aspectos, digamos, externos los que pueden eclipsar su actividad fotográfica, sino la misma naturaleza de su fotografía, inspirada por un compromiso social que no se presta a las lecturas formales al uso. Intuimos que es necesario verla desde un punto de vista o contexto determinado, que no es otro que el del reportaje de prensa y el compromiso ideológico.
El punto de partida de Tina Modotti es el mundo del espectáculo: sus inicios como actriz de cine y teatro en California. Una de las curiosidades que aporta la exposición es la proyección de una película en la que participa de joven, tenía 24 años. En este entorno hay un encuentro fundamental: Edward Weston, el gran fotógrafo formalista, el fotógrafo de la belleza para el que inicialmente posaba como modelo y que se convirtió en su amante. Con Weston realizó el aprendizaje y se inició en la fotografía.
[Fotógrafas con bigote: las pioneras de la imaginería lésbica]
Pero hay otro encuentro fundamental que marcará la trayectoria de Modotti: México, donde ella y Weston acaban por instalarse. El México de los años veinte y treinta ejerció una particular fascinación entre los que tenían una formación europea. André Breton, que lo visitó por primera vez en 1938, se refería a este país como un viaje al inconsciente. Weston y Modotti se introducen en este mundo de arcanos, aunque al final del trayecto revelarán sensibilidades muy diferentes.
Como se menciona en el catálogo, con el fin de ilustrar el libro Ídolos tras los altares (1929) de la antropóloga Anita Brenner (a la que Modotti dedicará una magnífica serie de retratos en 1926), recorren México y fotografían arte indígena y popular, lo que significará, sin duda, un viaje iniciático para la fotógrafa.
Igualmente entran en un fecundo contacto con los círculos culturales mexicanos más inquietos y Modotti fotografiará a Frida Kahlo, Diego Rivera, José Clemente Orozco o el titiritero Lou Bunin, entre otros. Y además de este México ancestral está también el país postrevolucionario, que tanto interesó a Vladimir Maiakovski (a quien también fotografió) y a Serguéi Eisenstein, un México que aviva la conciencia y el compromiso social de Modotti.
Weston retornará a su dulce California en 1927 (algunos estudios señalan que fue en 1926) y, significativamente, Modotti, ese mismo año, ingresará en el Partido Comunista mexicano.
[Una colección de fotografía que echa chispas]
La historia es mucho más compleja, pero interesa señalar que Tina Modotti realizará una fotografía militante, aunque circunstancialmente abandonada precisamente por su activismo político. ¿Pero, qué significa una fotografía comprometida?
Modotti realizó a finales de los años veinte unos conocidos bodegones o naturalezas muertas, por llamarlos de alguna manera, que presentan una hoz, una bandolera de balas, una guitarra o una mazorca. Estos elementos iconográficos son toda una declaración de principios, pero resultan folclóricos a la luz de una sensibilidad contemporánea. Y, por extensión, ¿son igualmente folclóricos sus fotografías de mujeres, hombres y niños indígenas ya sean posando o en su vida cotidiana? ¿Y las imágenes de hombres con traje y sombrero charro?
Posiblemente, si estas fotografías se observan aisladas, tomadas una a una, como quien se dirige a un cuadro, no tienen demasiado sentido, igual que los bodegones. Pero es que estas imágenes no estaban hechas para la contemplación, sino para otro contexto: la prensa y el combate político. Es entonces cuando adquieren su pleno significado y valor.
Una de las virtudes de la exposición es que incorpora el material de prensa donde originalmente se publicaron. En la famosa revista AIZ (El Periódico Ilustrado de los Trabajadores), editada en Berlín, aparecieron en 1928 diversos artículos ilustrados con sus imágenes. Las fotografías, por lo menos algunas de ellas, que se exhiben en la exposición y que podían parecer triviales, adquieren aquí sentido y nos narran una historia.
Aunque Modotti no fuera responsable de la composición gráfica, el diálogo y el intercambio de significados entre texto e imagen terminan por articular un poderoso mensaje. Esta idea de fotografía-secuencia, como ocurre en el cine con el montaje, es la que da sentido a la obra militante de Tina Modotti.
Reportera vanguardista
Organizada dentro del festival PHotoEspaña en Barcelona, esta exposición de la Fundación Mapfre es la más amplia dedicada a Tina Modotti hasta la fecha. Reúne 240 de las 450 fotografías que hoy se conservan de esta singular artista, además de obras de fotógrafos de su entorno, como Edward Weston.