Desde un principio, y también al final, después de visitar varias veces la propuesta que Jon Mikel Euba nos hace en la tercera planta del CA2M, no puedo dejar de pensar que esta exposición es como un texto. Un texto encarnado con signos que toman forma desde el cuerpo, el del artista y también el nuestro. Ineludiblemente genera un estado de extrañeza en el que nuestros organismos se ven incitados a tomar nuevas formas y nuevos estados, De nuevo, nos encontramos inmersos en una muestra que requiere no solo de nuestra mirada atenta sino también de una apertura a reorganizar nuestros pensamientos desde lo sensorial. No es fácil, porque todo lo que parece, al final no es.
Pero ¿qué parece? Para quien no esté familiarizado con su práctica, más cercana a la especulación teórica, la construcción colectiva desde la docencia y la escritura –por eso no ha expuesto en una institución individualmente desde hace veinte años– por generación y escuela, se asocia a la nueva escultura vasca. De forma muy escueta, seguro que incompleta y simplificada, pero estoy refiriéndome a un cierto imaginario colectivo: materiales en bruto, estructuras pseudoindustriales como metáforas de dinámicas sociopolíticas en forma abstracta.
Cuando entramos en la sala lo primero que vemos son unas piezas metálicas geométricas y dobladas que se adosan a los pilares y muros, cajones de madera seccionados, agujeros perfectos en diferentes tipos de papel. El quid de la cuestión es que, en este caso, ninguno de estos objetos son piezas escultóricas como tales, sino dispositivos para generar algo. Esta es la premisa necesaria: no hay que mirar una exposición de piezas sino una disposición dinámica de dispositivos.
Esta palabra, tan usual en la jerga contemporánea, se refiere a cualquier elemento usado para generar situaciones, ya sean contemplativas o que provoquen acciones. Podemos llamar dispositivo a una vitrina, lo importante será entender que su forma y situación provoca una disposición de nuestra mirada específica que crea determinadas relaciones entre los agentes –objetos y sujetos– que estén en ese contexto, pudiendo ser este contexto un dispositivo él mismo.
En este caso, el museo, tanto edificio como institución, funciona como lugar donde acontece algo y como marco que define cómo lo hace. Sobre él, como un papel, es donde Euba desarrolla su gramática para los cuerpos. Algo que pudiera ser tan abstracto, sin embargo, remite a una situación muy concreta: la realidad de muchos edificios culturales que nacieron como símbolo de un modelo político y de desarrollo, no pensando en su función. Ya desde los años setenta se ha cuestionado el cubo blanco como el ideal para la exposición de las obras de arte.
Sobre él museo, como un papel, es donde Euba desarrolla su gramática para los cuerpos
El CA2M lleva haciendo este ejercicio, el de cuestionarse su forma y su uso, desde hace años. Por ejemplo, la tentativa de acupuntura del arquitecto Andrés Jaque o la exposición de la relación entre obra y arquitectura de Diego Bianchi. Este museo adolece, y así lo cuenta en su texto Manuel Segade, director y comisario de esta exposición, de un problema de comunicación con el exterior en el que se impone, pero no se sitúa en equilibrio, y una necesidad de negar esta arquitectura para poder crear salas donde ejercer su función expositiva, pero también de encuentro y debate. Esta doble circunstancia es a la que se refiere la segunda parte del título de la muestra entornos creados por fuerzas en oposición.
El tratamiento artístico para poner de relieve esta tensión se basa en inducir a nuestros cuerpos a encontrar los posibles caminos, no solo uno, para una posible vivencia de este espacio alterado. Así se explica la primera frase del título, que alude a una anécdota biográfica (robada a Foster Wallace) sobre cómo se encontraba la vía para hacer un camino y subir una montaña de forma más fácil. Euba llena las salas de dispositivos que ayuden a nuestros cuerpos a encontrar otros puntos de vista, desde la imagen, desde la postura, para este fin.
[Euba o cómo producir pensamientos]
Los agrupa en cuatro tipologías: intensificadores (elementos para abrir huecos en la arquitectura); ralentizadores (esculturas que revelan los lugares de tránsito); oclusivas (los patrones de agujeros para recolocar los cuerpos) y las proyecciones de 3.900 imágenes, un ensayo visual que busca sensibilizarnos desde la estética, al mostrar el proceso mental de cómo se ha llegado a las formas anteriores. De esta manera, entre las piezas de un rompecabezas sin montar, podemos movernos de otra forma y con otra mirada para comprender el museo como un organismo que busca la simbiosis.
La obra de Jon Mikel Euba (Amorebieta, Vizcaya, 1967) se expande del dibujo al vídeo, la instalación y la performance, con especial atención a lo pedagógico. Le hemos visto recientemente en Tabakalera, en CentroCentro y en su galería, CarrerasMúgica. Esta exposición de CA2M es su primera individual en una institución desde 2003.