Más de 150 piezas integran Gaudí, la exposición con la que Madrid redescubre al gran referente de la imaginación arquitectónica modernista, comisariada por Charo Sanjuán y que puede verse hasta el 5 de febrero de 2023 en CentroCentro. La muestra indaga en las más importantes colecciones del catalán, de las que exhibe planos, dibujos, maquetas, muebles, elementos arquitectónicos, cerámica y fotografías de época.
Entre las piezas expuestas figuran los planos del proyecto para la Sociedad Cooperativa La Obrera Mataronense; la hoja de palmito en hierro fundido de la reja de la Casa Vicens; los planos originales correspondientes a las casas Calvet, Batlló y Milà; el mosaico hidráulico que diseñó para el piso principal de la Casa Batlló; la planta general del templo de la Sagrada Família, de 1885; y las fotos del Park Güell realizadas por Adolf Mas, las mismas que se exhibieron en la muestra dedicada a Gaudí en París en 1910.
"La popularidad de artistas como Gaudí a veces no ayuda al conocimiento de la figura", señala Sanjuán, "así que lo que queríamos con esta exposición es dar una visión sobre él más cercana y pedagógica, más clara, con un planteamiento cronológico que arranca en sus primeros trabajos y recorre sus principales edificios, las residencias urbanas, la relación con Güell, el Gaudí diseñador y el templo de la Sagrada Familia, que le ocupa desde 1883 hasta su muerte".
Como reflejo de esta voluntad pedagógica, la muestra repara en "la forma de trabajar de Gaudí: él hacía un primer proyecto, que era el que dibujaba y presentaba para pedir el permiso administrativo, pero cuando empezaba a realizarlo el proyecto se iba transformanado". Para explicar todo el proceso la exposición recoge "los planos originales, las fotografías de la época, que muestran al menos el aspecto exterior del edificio, y cómo cambia el resultado final respecto a lo que él planteó al principio, cambios que realizaba a través de maquetas". También se incluyen planimetrías realizadas en 1957 por Lluís Bonet i Garí que describen "cómo eran realmente" los edificios.
Formado según los cánones de la época en la Escola Provincial d’Arquitectura de Barcelona, Antoni Gaudí (Reus, 1852-Barcelona, 1926) surge en ese periodo de efervescencia creativa que es el modernismo catalán y desarrolla una arquitectura nueva, diferente y muy imaginativa. Siete de sus edificios han sido declarados Patrimonio Mundial por la Unesco.
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Su obra está estrechamente relacionada con la realidad cultural catalana de la época y conecta con las corrientes renovadoras del arte europeo de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX. "Él se ciñó a su trabajo como arquitecto y renunció a ocupar cargos políticos a pesar de las propuestas que recibió", apunta la comisaria.
La originalidad de sus formas, la ornamentación, el cromatismo, la riqueza de los símbolos y su inspiración en la naturaleza son elementos que fascinan a primera vista. Pero la exposición también pone de manifiesto la racionalidad del sistema constructivo de Gaudí, cuya arquitectura es un prodigio de inventiva, soluciones constructivas e innovación, fruto del talento personal pero también del estudio y de un trabajo minucioso. Como afirma Sanjuán, "destrás de ese Gaudí que seduce con las formas, los colores, la utilización de materiales tan diversos y novedosos, está el arquitecto, que piensa en la estructura y en la solución para llegar a esas formas".
La muestra subraya, junto a la originalidad de su lenguaje, la racionalidad de su sistema constructivo
La muestra propone un recorrido en siete escalas, la primera de las cuales es Gaudí, un ayudante eficaz. El tarraconense simultaneó sus estudios en la Escola Provincial d’Arquitectura de Barcelona con el trabajo como asistente de arquitectos y maestros de obras. Participó como delineante en el estudio de Francisco de Paula del Villar, en el proyecto del ábside de la iglesia de Montserrat. Una persona decisiva en su trayectoria profesional fue Joan Martorell i Montells, un reconocido arquitecto fiel al estilo medievalista, para quien trabajó en diversas ocasiones. También colaboró con Josep Fontserè i Mestre, autor del proyecto de urbanización del Parc de la Ciutadella, donde se presentaría la Exposición Universal de 1888.
La segunda sección nos sitúa en el año 1874, cuando, todavía como estudiante de Arquitectura, Gaudí entró en contacto con la cooperativa La Obrera Mataronense, que había comenzado a construir su nueva fábrica en Mataró. Una vez obtenido el título (1878), se convirtió en arquitecto principal de La Obrera y diseñó el plano general del proyecto, que plasmaba el ideario próximo al socialismo utópico de Salvador Pagès, fundador y director de la cooperativa, y contemplaba desde las viviendas hasta la biblioteca, la escuela, la tienda, el casino, espacios para las reuniones, un gimnasio al aire libre...
Este proyecto pone de manifiesto el interés que, durante unos años, mantuvo Gaudí por la realidad social de la clase obrera y su conexión con el obrerismo de corte moderado y reformista. Es también una muestra de la única ocasión en que el arquitecto, que a lo largo de su carrera profesional trabajó para la burguesía y la Iglesia, tuvo como cliente una cooperativa obrera.
El tercer apartado refleja cómo en 1883, el mismo año en que recibe el encargo de las obras de la Sagrada Família, Gaudí inicia la construcción de la Casa Vicens, una residencia de veraneo para Manuel Vicensi Montaner que está considerada una de sus primeras obras importantes. Cinco años después, cuando estaba construyendo el Palau Güell, recibe el encargo de construir el colegio y convento de las Teresianas. Y en 1891 firmó los planos de un edificio en el centro de la ciudad de León para los señores Fernández y Andrés: la Casa Botines, uno de sus tres únicos proyectos fuera de Cataluña (los otros dos son El Capricho de Comillas y el Palacio Episcopal de Astorga).
Una circunstancia fundamental en la vida del arquitecto fue su relación con el industrial y político Eusebi Güell, que fue su amigo y mecenas y que le proporcionó la oportunidad de entrar en contacto con personajes influyentes y probables clientes, junto a la realización de grandes proyectos: el Palau Güell, el Park Güell y la iglesia de la Colònia Güell, aunque de esta solo se llegó a construir la cripta. También fue Güell quien, interesado en la proyección internacional del arquitecto, financió la exposición de sus obras en el Salon de la Société Nationale des Beaux-Arts de París en 1910.
La siguiente sección muestra al visitante la Barcelona en la que interviene Antoni Gaudí, marcada por el proyecto del ingeniero Ildefons Cerdà (1860), que planifica el ensanche de la ciudad, hasta hacía pocos años amurallada. Entre finales del siglo XIX y principios del XX tiene lugar el éxodo de la burguesía desde la ciudad antigua hacia el Eixample, donde se ubicará la mayor parte de la arquitectura modernista. En este nuevo espacio el arquitecto construirá entre 1898 y 1912 tres edificios de viviendas para miembros de la alta burguesía industrial: la Casa Calvet en la calle de Casp y las casas Batlló y Milà en el Passeig de Gràcia, la vía más representativa de la nueva Barcelona.
El sexto apartado se centra en el Gaudí diseñador. El arquitecto, como destaca la comisaria de la exposición, preparaba con sumo detalle cada uno de sus proyectos, "ocupándose de todos los elementos", porque todos ellos eran importantes para transmitir el relato que subyace tras sus realizaciones. Planteaba cada uno de ellos bajo una concepción total y unitaria que incluía tanto el aspecto constructivo como la decoración, los muebles y hasta los más pequeños detalles. En el interior de la Casa Batlló, las formas marinas y la espiral constituyen el motivo central.
El diseño ergonómico de los asientos para el despacho de la Casa Calvet y el comedor de la Casa Batlló, y de los pomos y tiradores de las puertas de la Casa Milà, pone de manifiesto su capacidad para conjugar funcionalidad y comodidad, sin renunciar a la expresividad y la belleza.
La exposición acaba en la Sagrada Familia, cuya construcción fue un encargo de la Asociación Espiritual de Devotos de San José, fundada por Josep Maria Bocabella, que concibió el proyecto de un templo expiatorio para difundir los valores de la familia cristiana en un periodo de grandes transformaciones económicas y enfrentamientos sociales.
Las obras comenzaron en 1882, siguiendo el proyecto de Francisco de Paula del Villar. Un año después, Gaudí fue nombrado arquitecto de la Sagrada Familia, en cuya construcción trabajó hasta su muerte, convirtiendo la modesta iglesia inicial en un proyecto de una magnificencia extraordinaria, que solo pudo realizar parcialmente y en el que la utilización de maquetas se convirtió en el método más empleado para ir avanzando.
En el recinto de las obras estaban el obrador, que albergaba el estudio del arquitecto, el taller fotográfico para los grupos escultóricos y el almacén para los modelos en yeso de las esculturas y las maquetas de la nave del templo. En julio de 1936 un incendio destruyó este espacio y se perdieron los planos, los dibujos, las fotografías originales y una parte de las maquetas a escala.
Entre las instituciones que han prestado obras para la muestra se encuentran el Ayuntamiento de Barcelona, la Generalitat de Cataluña, el Colegio de Arquitectos de Cataluña, la Universidad Politécnica de Cataluña y diversos archivos, museos y fundaciones.
La exposición se completa con un catálogo que incluye textos de Charo Sanjuán Gómez, Antoni Ramon Graells, Francesc Fontbona de Vallescar, Jordi Pomés Vives, Jaume Sanmartí i Verdaguer y Carmen Rodríguez Pedret.