Leonor Serrano Rivas, polvo de estrellas en el Museo Reina Sofía
Alejada del cubo blanco, llega esta exposición de una de las artistas más prometedoras de su generación que ha ocupado espacios del museo donde habitualmente no habita el arte.
8 octubre, 2022 02:57Uno de los programas más atractivos del Museo Reina Sofía es 'Fisuras'. El nombre, procedente de una noción de Deleuze y Guattari en Mil Mesetas, hace referencia a la que “se produce allí casi sin que uno se dé cuenta, pero se toma verdaderamente conciencia de ella de repente”.
Aplicada al museo, esa sorpresa comporta un riesgo. La institución presta algunos espacios cuya connotación rechaza la definición de “cubo blanco” para que los artistas lleven a cabo nuevos proyectos creados ex profeso. En los últimos tiempos, por 'Fisuras' están desfilando jóvenes artistas que descollan dentro y fuera de nuestro país, con resultados diversos.
En esta ocasión, Leonor Serrano Rivas ha desarrollado un proyecto muy brillante y perfectamente ensamblado, que supone un importante salto cualitativo en la maduración de su poética que, en la última década y mediante diversos medios (escultura, vídeo, performance), ya se venía construyendo en una dimensión háptica-onírica, con resonancias interestelares.
[Leonor Serrano Rivas, reflejos curvos]
A los artistas contemporáneos se les supone, sin más, su capacidad instalativa. Pero qué duda cabe que la doble formación de la artista en Arquitectura y Bellas Artes, prolongada en la escuela Goldsmith de la Universidad de Londres donde ha residido casi diez años, y que ha determinado su trabajo hacia una reflexión del espacio como escenario teatral y performativo, ya avalaba esta apuesta.
El hecho de que este trabajo sea, al tiempo, el desarrollo de su tesis doctoral sugiere la densidad de capas, lecturas y referencias que, al cabo, Serrano Rivas pretende que queden condensadas en la comprensión de que el arte es una forma de conocimiento.
Este proyecto, gestado durante la pandemia, que nos sumió unilateralmente en la oscuridad de la incertidumbre paralizante, afirma con rotundidad que hay otros modos de ver y de actuar.
Articulado en tres estancias del Reina Sofía –el Espacio Uno, la subterránea Sala de Bóvedas y la Sala de Protocolo–, presenta tres maneras de mirar: de frente, arriba y abajo, con lo que compromete la participación de los espectadores; tres medios o lenguajes: videoinstalación, placas de vidrio (escultupintura) y textil.
Serrano Rivas ha desarrollado un proyecto muy brillante y perfectamente ensamblado, que supone un importante salto cualitativo
Y una feliz correspondencia de transformaciones, por la que coloreadas placas de vidrio se insertan en imágenes del envolvente vídeo en el Espacio Uno, cuya banda sonora de algunos fotogramas, mediante su conversión en placas de Chladni, da lugar a la impactante proyección en la Sala de Bóvedas.
Y después, como partitura, reproducida en pequeñas cajas de música albergadas en platillos de percusión suspendidos, antesala de su traslación a tarjetas de Jacquard, materializadas en el suelo de la Sala de Protocolo en tres telares de distinta longitud, dependiendo de la velocidad de reproducción del sonido.
[Leonor Serrano Rivas, el cuerpo del paisaje]
Todo eso es Magia natural, tres escenografías construidas con antiguos “trucos” o artefactos teatrales, que toma su título del tratado publicado por el filósofo, alquimista y comediógrafo italiano Giambattista della Porta en 1558, en oposición a la magia negra y fantasmagórica en una época que se debatía entre la superstición y el nacimiento de la ciencia moderna. A Della Porta se le atribuyen los descubrimientos experimentales de la cámara oscura y de la linterna mágica, después avanzada por Athanasius Kircher.
En todo caso, un eslabón que en nuestra tradición va desde la cámara oscura natural de Aristóteles, quien afirmó la importancia de la ficción en el arte, a Leonardo de Vinci y la aportación de todos aquellos artistas que, interesados en la perspectiva y en la óptica, no solo proporcionaron momentos de entretenimiento y asombro, también contribuyeron al giro copernicano con el uso de lentes, que darían lugar al telescopio.
Como también fue otro giro crucial que Ada Byron Lovelace, a partir de las tarjetas agujereadas de los telares de Jacquard (cuya invención se basaría en la lectura de patrones de su madre, Antoinette Rive), descubriera la potencialidad de programación de la máquina de cálculo de Babette.
En conjunto, un proyecto que retoma múltiples conexiones en el pasado entre arte y artesanías, ciencia y experimentación para alumbrar nuevas visiones utópicas.
En Magia natural, todo comienza activando las placas de vidrio fundido que contienen silicato, el componente químico más abundante sobre la Tierra. Como dijo Carl Sagan, somos polvo de estrellas. En esta “Fisura”, de repente, nos damos cuenta.
Universo en escena
Leonor Serrano Rivas (Málaga, 1986) se sirve de la instalación para construir un universo que se mueve entre la performance y lo teatral. Ha expuesto de manera individual en espacios como Intermediae de Matadero Madrid, el Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A) en Córdoba y The Swiss Church, Chisenhale Studios y Serpentine Galleries en Londres.