Salvador Dalí es uno de esos artistas que abarrotan los museos. El último ejemplo lo vivimos en 2013 en el Museo Reina Sofía, pinacoteca que le dedicó una gran retrospectiva y a la que acudieron más de 730.000 personas. Seguro que muchos recuerdan haber hecho aquella inmensa cola para entrar e intentar sortear cuerpos y cabezas para ver las obras.
Su figura, ese personaje de bigote tan particular que creó para diferenciarse, quizá, del hermano mayor que murió y del que heredó el nombre, sigue suscitando el interés de muchos; y sus piezas aún presentan enigmas y sorpresas que en ocasiones pasan desapercibidas. Acercar los sueños, las obsesiones y las obras del genio surrealista es el objetivo de Desafío Dalí. No sabes nada de mí, experiencia que abre sus puertas el 8 de octubre en el Espacio 5.1 de Ifema.
Cajas de luz, audiovisuales, realidad virtual y realidad aumentada son algunas de las tecnologías usadas por Art Didaktik, organización especializada en la educación y divulgación del arte, para armar esta experiencia escenográfica de más de 2.000 metros cuadrados. La aventura comienza cuando el visitante reproduce un podcast que le adentra en el origen del artista con unas pinceladas sobre sus datos biográficos esenciales que permiten entender el desarrollo de su carrera. El propósito principal es acercar a la persona mientras se ponen sobre la mesa las influencias y condicionantes que moldearon su obra.
Sin dejar los auriculares, el recorrido continúa al adentrarse en un pasillo que se debe recorrer en zig zag: en el techo una cronología de los hechos más relevantes del siglo XX, en el suelo los datos más importantes de la vida de Dalí y a los lados reproducciones de 160 obras seleccionadas por la Fundación Gala-Salvador Dalí y cuyos originales se encuentran en más de 20 museos y colecciones privadas de todo el mundo.
Las reproducciones en cajas de luz permiten observar cómo evoluciona su obra y, al mismo tiempo, ofrecen la oportunidad de detenerse en detalles como la pincelada del artista o en la cantidad de ocasiones que se incluyó a sí mismo como un niño vestido de marinero sujetando un aro o un hueso.
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Esta primera parte de la muestra se convierte en una travesía que da a conocer sus fuentes de inspiración, cómo es su encuentro con Gala o cómo entra en la Academia de Bellas Artes de San Fernando para ser expulsado después. La cronología va dibujando un recorrido vital durante el que conocemos y reconocemos obras como Muchacha en la ventana, El enigma de Hitler, Cristo de San Juan de la Cruz o La cesta de pan, uno de los cuadros favoritos del propio pintor. En definitiva, abarca desde sus inicios hasta que en 1983 firmó su último cuadro, Cola de golondrina y violonchelo, realizado poco después de la muerte de Gala que le provocó una gran pérdida de ilusión y vitalidad.
Gala, más que una musa
La siguiente es una sala poliédrica, una especie de rotonda, con diferentes puntos en los que sincronizar el audio con los cinco vídeos que muestran algunas de las facetas más desconocidas de Dalí como ilustrador, diseñador de joyas, publicista o cineasta. Se reúnen aquí algunos anuncios publicitarios como el que hizo en 1968 para la marca de chocolate Lanvin o el coche Datsun 610 Wagon en 1972. Por supuesto no podía faltar la reproducción de Un perro andaluz, película surrealista firmada junto a Luis Buñuel. "Es importante que el público se enamore de Dalí, esa figura que a los 14 años decía que llegaría a ser un genio aunque fuera incomprendido", manifiestan desde Art Didaktik.
Gala fue una de las personas más importantes en la vida de Dalí. La pareja se conoció en 1929 cuando Gala aún mantenía una relación con Paul Eluard. Sin embargo, el genio surrealista se enamora de ella y llega a escribir: "Estaba destinada a ser Gradiva, la que avanza, mi victoria, mi esposa". Pero Gala no solo fue su musa y su mujer sino que se convirtió en su agente, su marchante, su administradora y quien le leía mientras él pintaba o quien le enseñaba a perfeccionar los idiomas.
A ella está dedicada una sala en la que se reúnen una gran cantidad de retratos en una reproducción del bastidor de Dalí que le permitía pintar estando sentado. Su obsesión por Gala era manifiesta, de hecho, en su estudio siempre tenía un retrato de Gala y en 1958 le compró el castillo de Púbol, una residencia en la que Gala pasó los veranos y a la que él solo podía acceder con el permiso de ella.
Sortear langostas y muletas
Una de las zonas más divertidas para los visitantes es un surrealista pasillo en el que se reproducen algunos de los objetos que Dalí más representó en sus obras como la langosta, los huevos fritos o las muletas. La sorpresa llega cuando el visitante se coloca en determinados puntos, frente a unas cámaras escondidas, que hacen que este se cuele en la reproducción para provocar la aparición de más motivos dalinianos como el elefante de patas largas o el tigre que aparece de la boca de un pez. Este juego sirve, aseguran, para que cada uno sea capaz de construir su propia definición de surrealismo.
Tras una pequeña sala dedicada a la mística nuclear realizada con micromapping aguarda un pasillo de los sueños que desemboca en la reproducción de cuatro estereoscopías que retan a la imaginación para descubrir las dobles imágenes que esconde Dalí en ellas.
La experiencia acaba con unas gafas de realidad virtual que llevan al visitante en un vuelo en globo por algunos de los lugares favoritos de Dalí que se van convirtiendo en escenas surrealistas propias de su obra. Unas jirafas envueltas en llamas o unos elefantes de gigantes patas que te catapultan al universo daliniano cierran a una experiencia de hora y media.