Hace 20 años Jimena Blázquez (Cádiz, 1974) decidió convertir un antiguo campamento militar en un museo de arte contemporáneo al aire libre. Su visión y sus ganas de apoyar a los artistas de su generación le llevaron a invitar a artistas que aún no eran las estrellas del arte contemporáneo que son hoy. Marina Abramovic, Maurizio Cattelan o Pilar Albarracín fueron los primeros en recibir la llamada de la coleccionista para crear obras site specific en un bosque mediterráneo situado en las inmediaciones de Vejer de la Frontera (Cádiz), en la dehesa de Montenmedio. Dos décadas después, Blázquez continúa al frente de la Fundación Montenmedio Contemporánea sintiendo el mismo hormigueo de sus comienzos.
Su proyecto, que aúna residencias de artista, un programa educativo y recibe alrededor de 50.000 visitas anuales, tiene ahora su propio libro: La naturaleza como atelier (Siruela), un volumen que revisa las dos décadas de vida de este singular proyecto que no encuentra homólogo en España. El punto de partida, comenta Blázquez, fue sencillo: "Siempre he tenido la vocación y las ganas de apoyar a los artistas de mi generación".
Infancia rodeada de arte
Desde pequeña Jimena Blázquez estuvo rodeada de arte: sus padres coleccionaban obras de creadores españoles como Antoni Tàpies u Óscar Domínguez. Con 8 o 9 años ya "sentía el arte como una necesidad", y recuerda que todas las semanas acudía a ver exposiciones y aunque no siempre las entendía, se trataba de "una especie de alimento para el cerebro".
Eso le llevó a estudiar Historia del Arte, carrera en la que, apunta, no se trata ese arte más actual cuando en realidad lo que ella ansiaba era "saber quiénes eran los artistas jóvenes, cómo trabajaban y cómo exponían". De modo que a través de infinitas lecturas, de asistir a numerosas ferias y de conocer a coleccionistas y comisarios, Blázquez se formó en este lenguaje en continua evolución.
Tras trabajar en ciudades como París, Londres o Nueva York, donde ha ejercido de comisaria en el PS1 del MoMA, volvió a España con la idea de hacer algo con los artistas de su generación y, al mismo tiempo, de dar a conocer "este lugar único en el que se cruzan culturas y donde el Atlántico que se encuentra con el Mediterráneo". Se trata de una geografía que guarda "mucha historia, un lugar donde existen implicaciones globales. Era una forma interesante de ofrecer una plataforma para reflexionar sobre esto que ocurre en muchos lugares del mundo", arguye.
Nueve artistas para echar a rodar
Así es como empezó a dar forma al proyecto de la Fundación Montenmedio
Contemporánea, un espacio a cielo abierto en el que la naturaleza marca los ritmos y el curso de las obras. El primer año, 2001, Blázquez invitó a nueve artistas pensando que contestarían dos o tres. La sorpresa se la llevó cuando todos aceptaron. Pilar Albarracín, Maurizio Cattelan, Susana Solana y Marina Abramovic fueron cuatro de los primeros en instalar en Vejer de la Frontera las piezas que iban a marcar la ruta de la fundación.
Aunque ahora todos ellos son nombres de primera fila, Jimena Blázquez recuerda que Abramovic, por ejemplo, llevaba un tiempo sin Ulay y "no acaparaba tanta atención". Lo mismo ocurre con Olafur Eliasson, a quien invitó en 2002, el segundo año de vida de la fundación. Si bien es cierto que hoy Eliasson es uno de los artistas más cotizados, su proyecto en Cádiz llegó antes que la exposición de la Tate Modern que le catapultó al Olimpo artístico.
"Cuando empezamos éramos la periferia de la prefiera. Lo increíble es cómo los artistas acogieron el proyecto porque les estaba ofreciendo algo diferente", apunta Blázquez. En realidad, lo que la coleccionista proporciona es un bosque meditarráneo en el que las obras dialogan con la naturaleza. "Ha sido un proyecto catalizador para muchos de los artistas porque después de trabajar con nosotros han podido crecer y avanzar en sus carreras. Un ejemplo es Jacobo Castellanos, que hacía juguetes pequeños y objetos y a raíz del proyecto para la Fundación Montenmedio su trayectoria ha crecido". En este sentido, a Blázquez le interesa "encontrar a los artistas que están en un momento en el que necesitan un empujón", reflexiona.
40 artistas en 20 años
Desde aquel lejano 2001 han pasado dos décadas en las que un total de 40 artistas como Richard Nonas, Santiago Sierra, Cristina Lucas, Sol Lewitt, Joana Vasconcelos, Gregor Schneider, Michael Lin o James Turrell han engrosado la nómina de creadores contemporáneos que han dejado su huella en la dehesa gaditana. Para abordar los proyectos los artistas realizan una primera visita al espacio en la que Blázquez hace de anfitriona y de la que, en ocasiones, se desprenden de la idea preconcebida con la que llegaban. El viento, los colores y olores varían según la estación del año y con ello las motivaciones de los artistas.
Por supuesto, la naturaleza es el eje principal de la fundación y el aspecto más relevante que los artistas deben tener en cuenta pues es el óleo y el soporte con el que cuentan. Esto es así, manifiesta Blázquez, "no solo para nosotros también para el proceso creativo desde el homo sapiens". En términos de restricciones, Blázquez apunta una que tiene que ver con el entorno en el que trabajan: ser respetuoso con la naturaleza para que tanto artista como obra se adapten al lugar.
En este sentido, la directora de la fundación entiende el museo como un mediador y ha convertido el suyo en un laboratorio en el que muchos artistas experimentan por primera vez con ciertos materiales o dimensiones. Por supuesto, estas dos décadas han supuesto el reto de afrontar la naturaleza en sí misma pero "los artistas han sido tan generosos y se han implicado tanto que las piezas son únicas e impresionantes".
Jimena Blázquez, la coleccionista
Jimena Blázquez no solo es la directora de la Fundación Montenmedio Contemporánea sino que también es coleccionista. De joven ahorró todo lo que pudo y con unos 18 años acudió por primera vez a ARCO, rompió la hucha y compró su primera pieza: una obra de la artista colombiana Vicky Neumann. "Cada vez que tenía suficiente dinero iba comprando lo que me gustaba y así lo sigo haciendo. Era una necesidad. No era porque quisiera crear una colección o ponerla en algún lado en concreto sino que sentía la responsabilidad de apoyar a los artistas", asegura.
Cristina Lucas, Marina Abramovic, Bruce Nauman, James Turrell o Daniel Steegmann son algunos de los artistas que forman parte de su colección particular. En este sentido, Blázquez asegura que tanto para su fondo como para las piezas de la fundación siempre se fija en un aspecto similar: "que las obras hablen de la sociedad en la que vivimos, que tengan un lenguaje que cree una intensidad, que aborden una lectura sobre el hoy y que tengan una implicación social y cultural".
Su labor como coleccionista ha sido reconocida en la última edición de ARCOmadrid con el Premio A del Programa VIP, un galardón que no se esperaba. Además de la obvia alegría, Blázquez indica que este premio también le muestra la responsabilidad que "tienes con los artistas, con el gremio, con el mundo de la cultura y la creatividad porque tener a un artista en la colección puede significar que lo vea más gente".
Aunque respecto a la labor con la fundación, matiza, el proceso es un poco más responsable pues implica a mucha gente (la producción de las piezas se hace en Cádiz con artesanos locales) "para producir las obras y tienen que funcionar porque si no no son fáciles de desmantelar".