El cambio climático está en la agenda artística. Hablamos constantemente en estas páginas de cómo la naturaleza se ha convertido en piedra angular del trabajo de artistas y en tema, inagotable y necesario, sobre el que pivotan las exposiciones. También las galerías lo miran de cerca. Ponce + Robles le dedicaba el año pasado el ciclo de su aniversario a los cuatro elementos y Lucía Mendoza está desarrollando una programación ligada a "lo sostenible". Así lo recoge su web y lo confirma la exposición Recordar el futuro que protagoniza, en su primera individual en este espacio, Elena Lavellés (Madrid, 1981).
Muchos conocimos a Lavellés en Generaciones con Dark Matter (2018), un proyecto en torno a la extracción del "oro negro" (en su triple acepción como metal precioso, petróleo y carbón) en el que ya dejaba ver su preocupación por la política extractivista, en la naturaleza y en la sociedad, y desvelaba su interés por la geología en ese display compuesto por vitrinas y muestras. Sabe combinar con acierto distintos soportes —fotografías, dibujos, vídeos, esculturas…— con los que nos habla siempre de lo mismo.
Lo hace en la galería con dos pesados volúmenes de los acuerdos de Bretton Woods que definieron el modelo económico de posguerra, situados, a modo de reliquias, en una vitrina que se ve desde la calle. O con imágenes hipnóticas como las de Pattern of Dissolution (2017), un vídeo en el que una masa dorada fluye libremente sobre una superficie oscura, en un lento movimiento que da vueltas y burbujea creando formas abstractas de gran atractivo, siempre con un inquietante sonido de fondo que nos pone en alerta. Son también de enorme belleza los papeles tratados con tinta, acuarela y ceniza, y las tintas pigmentadas que nos muestran la naturaleza vista a través del microscopio. En grande o en pequeño, el mensaje no cambia.