En este tiempo de confinamiento que nos ha privado del contacto físico, se nos va el artista español del abrazo y de las multitudes. Juan Genovés (Valencia, 1930) ha muerto esta madrugada por causas naturales, según ha informado su familia. A punto de cumplir 90 años, el autor del famoso cuadro El abrazo que se convirtió en todo un símbolo de la Transición y de la reconciliación de los españoles con la llegada de la democracia, seguía en activo, preparando las obras que debían formar parte de su próxima exposición en Marlborough, que ha sido su galería desde hace décadas.
El abrazo se instaló en 2016 en el Congreso de los Diputados, «su verdadera casa». Así lo sentía su autor, que pintó en 1976 ese lienzo de 151 x 201 cm que representa a un grupo de hombres abrazados de espalda al espectador. «Lo pinté yo, pero pertenece a todos los españoles. Es muy agradable saber que el cuadro estará por fin en su sitio, después de 40 años en los sótanos del Reina Sofía y de su antecesor, el Museo Español de Arte Contemporáneo de Ciudad Universitaria», explicó entonces el artista a El Cultural. La imagen se utilizó para la campaña en favor de la amnistía que promovió la Junta Democrática en 1976, ilustrado con la reproducción de su cuadro. Por este motivo, el artista fue detenido e incomunicado durante una semana en la Dirección General de Seguridad.
Además de aquel cuadro (cuya versión escultórica preside la plaza de Antón Martín en Madrid desde 2003 como homenaje a los abogados laboralistas asesinados en la matanza de Atocha de 1977), Genovés era conocido por sus cuadros de multitudes en perspectiva picada y que, con tan solo un par de pegotes de pintura por individuo, parecían salirse del lienzo.
Hace ya muchos años, al ver uno de sus cuadros, el Rey Juan Carlos le espetó: «A ti te gusta mucho el fútbol». Genovés se quedó pasmado. Ningún crítico ni nadie ligado al arte habría hecho tan peregrina asociación al ver las diminutas multitudes que pueblan los cuadros del pintor. Pero había acertado de pleno, a Genovés le encantaba el fútbol, tal como contó a El Cultural en una entrevista hace unos años. Se crió enfrente de Mestalla y desde su casa veía el estadio abarrotado de gente los días de partido. Quizá de ahí le vino su obsesión por las aglomeraciones humanas, o de aquella que se formó en la ciudad cuando desembarcaron los restos de Blasco Ibáñez y que el artista vio desde los hombros de su padre cuando tenía 4 años.
"Se ha ido Juan Genovés, el pintor de las multitudes. Un artista vital que se ha mantenido en activo hasta el último día. Juan, ha sido un honor haber podido trabajar contigo durante tantos años. Fuiste el primer artista español que entró a formar parte de Marlborough y, a pesar de tu éxito, cuando te ofrecieron irte a vivir a Nueva York nunca quisiste dejar España porque era tu país y tu lucha como artista estaba aquí", ha señalado la galería en su perfil de Facebook. "Este país y nuestra sociedad no hubiera sido los mismos sin personas como tú. Reivindicativo, luchador, valiente, comprometido, persona ante todo. Juan, te echaremos mucho de menos. Nos queda tu recuerdo y tu gran legado artístico y por supuesto, también, tu ejemplo para todos de lo que es ser un artista de verdad".
El ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, ha manifestado públicamente su pésame a la familia de Genovés y lo ha definido como un artista “comprometido contra la dictadura, en defensa de la democracia por las libertades. Un icono de la reconciliación de los españoles, con su obra El Abrazo. En definitiva, un ciudadano y un artista único que vamos a echar mucho de menos, que vamos a recordar siempre”.
El IVAM de su Valencia natal, que también ha lamentado la muerte del artista en un comunicado, organizó su retrospectiva más importante en 1992, una muestra antológica que reunió 80 obras del artista realizadas desde los años sesenta. "Unas pinturas que fueron un emblema político contra la dictadura y que hoy admiten otras lecturas, pero siguen reflejando la incomodidad y el miedo de la sociedad. Una sociedad reflejada en sus cuadros como una masa formada por personas que se ven desde la altura con sus rasgos desdibujados", señala el museo valenciano.
Juan Genovés se formó en la Escuela de Bellas Artes de Valencia y desde muy pronto se interesó por el compromiso social y político a través del arte. Formó parte de movimientos como Los Siete, Grupo Parpalló y Hondo. Su interés por los problemas del ser humano tanto en su dimensión individual como colectiva le llevó introducir la figuración sin abandonar los supuestos del informalismo, la corriente abstracta predominante en la Europa de posguerra.
Ostentaba el Premio Nacional de Artes Plásticas de España (1984), el Premio de las Artes Plásticas de la Generalitat Valenciana (2002) y la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes del Ministerio de Cultura (2005), entre otras distinciones. Además, obtuvo en 1966 una mención de honor en la prestigiosa Bienal de Venecia. Su obra está presente en numerosas colecciones y museos de España y del resto del mundo, desde el Reina Sofía al MoMA.
Con el cambio de siglo, Genovés siguió pintando de manera incansable y preparando las continuas exposiciones que le organizaban alrededor del mundo. En estos años su obra pudo verse en varias exposiciones de la Galería Marlborough, tanto en su sede madrileña como en Londres (2009 y 2014) y Nueva York (2016); en el Museo de Arte Moderno, México DF (2002); en el Centro del Carmen, Valencia (2013); en el MAC de La Coruña (2016); en el Museo Patio Herreriano, Valladolid (2018); y la sede moscovita del MoMA (2019).
Además de artista, era también padre de artistas. Hace unos meses inauguró una exposición conjunta con los tres —Pablo, Ana y Silvia— en el Centro Niemeyer de Avilés. Sus hijos siguieron su estela, pero eso no implica necesariamente que el artista nazca. "Unos nacen, otros se hacen... Cada creador es un mundo tan diverso como complejo", señaló en su última entrevista en El Cultural, con motivo de aquella muestra. A pesar de su avanzada edad, el trabajo en su estudio absorbía casi todo su tiempo: "Toda mi energía se me va en la pintura. No tengo tiempo ni para café", aseguraba. Del Genovés de los setenta, le quedaba lo más importante: "la ilusión de un mundo más justo y solidario".