Las seis obras imprescindibles de Rafael
En el quinto centenario de la muerte de Rafael Sanzio, recorremos seis de las obras más importantes del maestro renacentista
14 abril, 2020 10:21Los desposorios de la Virgen, 1504
Pinacoteca de Brera, Milán
Esta tabla que Rafael pinta con 21 años, marca el cierre de su etapa juvenil. En ella se va alejando de su maestro, aunque la influencia de Perugino se perciba en su gusto por la Antigüedad Clásica y en el empleo de modelos inspirados en el Norte de Europa. La escena se divide en dos planos. En el más cercano aparecen sus protagonistas en un ambiente reposado. Al fondo, un templo deja ver su vocación arquitectónica. Diez años después ostentaría el cargo de arquitecto de la Basílica de San Pedro que hereda de Bramante.
La virgen del jilguero, 1506
Galerria Degli Uffizi, Florencia
Rafael pintó muchas vírgenes a lo largo de su carrera, siempre con rostros cargados de dulzura y desprovistos de sufrimiento. De este periodo datan varias versiones de la Virgen con el Niño y San Juanito, en la de la Galleria degli Uffizi puede apreciarse la influencia de Leonardo tanto en la composición piramidal como en el diálogo que establece entre los personajes. El uso del color es magistral y la riqueza de detalle del paisaje de fondo. La tabla ha sufrido varias restauraciones a lo largo de su historia, la última y definitiva en 2008.
La stanza D'Elidoro, 1512-1514
Museos Vaticanos, Roma
Las obras de decoración fueron la tarea más absorbente de sus últimos años en Roma. Allí realizó varios frescos en las estancias papales que convivirían con los de la Capilla Sixtina de Miguel Ángel, a la que consigue acceder, algo que provocará un cambio en la escala y el movimiento de sus figuras. Iluminó los lunetos de la Stanza d’Eliodoro con cuatro escenas que representan simbólicamente el poder protector del Papa: La Expulsión de Heliodoro del templo, la Misa de Bolsena, la Liberación de San Pedro y la Retirada de Atila.
Retrato de Baldassare Castiglione, 1519
Museo del Louvre, París
La escala más comedida de los retratos implica que en su mayoría salieron directamente de la mano del artista y no de sus colaboradores. Al contrario del ilusionismo de sus pinturas murales, en las de caballete Rafael tiende más hacia el realismo. Su talento para este género es evidente en el que dedica al escritor, diplomático y amigo Baldassare Castiglione al que representa cercano con pocos colores, atuendo sobrio y un fondo neutro. Sentado, con turbante y boina, sorprende por su intensa mirada, naturalidad y modernidad.
Sagrada Familia, llamada La Perla, 1518-1520
Museo del Prado, Madrid
Conocida como La Perla por un comentario que hizo Felipe IV al verla, es una de las ocho pinturas que el Museo del Prado tiene de Rafael. Con una técnica exquisita, el pintor italiano vuelve sobre el tema de la Sagrada Familia, con el Niño, San Juanito y Santa Ana. El Niño apoya su pie en una cuna de mimbre mientras mira con dulzura a su madre. Al fondo, una paisaje con ruinas, un río y pequeñas figuras, y a la izquierda, San José visto a través de una ventana. La influencia de Leonardo en la composición es de nuevo patente.
La Transfiguración, 1516-1520
Museos Vaticanos, Roma
Este gran retablo fue en origen un encargo del cardenal Giulio de Médicis para la catedral de Narbona. Es su última obra, permanecía en su estudio en el momento de su muerte y fue la que colocaron en la cabecera de su féretro. El diseño de la tabla es de Rafael pero se aprecia también la mano de sus ayudantes. Enriqueció el tema que da título a la pieza, la Transfiguración (en el plano superior) con la representación de la Curación del poseso, sumándole a la escena mayor dramatismo en las actitudes en contraste con la calma del episodio celeste.