Un pulpo del New England Aquarium en Boston es el protagonista de una curiosa anécdota. Dicen que durante la noche este molusco levantaba la tapa del acuario en el que estaba para escalar y llegar a otro tanque. Allí, en la más absoluta clandestinidad capturaba peces cuando nadie podía verlo y volvía después a su lugar. Esta historia que nos habla de la inteligencia de estos animales nos la cuenta Joan Jonas (Nueva York, 1936) en uno de los vídeos que forman parte de Moving Off the Land II, una exposición en el Museo Thyssen-Bornemisza que se entiende como un homenaje personal a los océanos, a sus criaturas, a su frágil ecología y a su importancia en las culturas a lo largo de la historia.
La naturaleza y el medio ambiente han sido dos de las grandes constantes de Jonas desde los años 60 y 70 aunque la pionera de la performance no se considera una activista. Su preocupación gira en torno a cómo la naturaleza se ha visto afectada por las actuaciones del ser humano y su exposición, que ya se pudo ver en el Ocean Space de Venecia el año pasado, no pretende ser “didáctica”, sino “mostrar la belleza del fondo marino”, advierte.
Han sido más de tres años de investigaciones e infinidad de visitas a acuarios de todas las ciudades que visitaba. Allí fue, de hecho, donde pudo grabar parte del material que recoge esta exposición: “gracias a este trabajo ahora sabemos más de los peces y de la vida marina. No me gustan los zoos y aunque los científicos dicen que los acuarios son lugares deprimentes, en realidad es donde podemos conocer mejor el fondo marino”, comenta. Además de la anécdota del pulpo contada con su voz en off, en otras secuencias nos habla de la mitología de las sirenas, vemos a su perro Ozu jugar con las olas del mar en la orilla de la playa o a Jonas bucear en las costas de Jamaica, donde estuvo tres semanas explorando sus aguas y hablando con los pescadores de la zona. Muy pronto fueron ellos mismos quienes empezaron a hablarle de la urgencia de salvaguardar los océanos.
Además de estos estudios, la artista también ha colaborado con el biólogo marino David Gruber, experto en arrecifes y fotosíntesis. “Me interesó su trabajo con los peces luminiscentes porque lo que yo quiero es alterar la percepción del público”, arguye. Y en este sentido, trata de enviarnos un claro mensaje de urgencia a través de la belleza de las imágenes en las que vemos medusas, sepias, cachalotes y focas:
El origen de esta exposición se encuentra en la performance Moving Off the Land encargada en 2016 por el TBA21-Academy. “La práctica se centró en darle tiempo y proporcionarle una red de expertos. Es difícil entender los océanos desde la tierra. Trabajar con Joan Jonas era abordar este asunto desde otra perspectiva por su forma de darle sentido a las cosas y de crear sus obras”, sostiene Markus Reymann, director del TBA21-Academy. Desde entonces, esta acción ha ido cambiando y creciendo, se ha ido transformando. “Soy una persona de tierra que sabe nadar pero no soy una buceadora. En mi obra alterno la instalación y la performance, añado nuevos materiales y los voy pasando de uno a otro”, comenta.
Cuando le invitaron a exponer su investigación en una iglesia de Venecia decidió montar andamios para “transmitir la sensación de que estábamos en el fondo de algo”. En el Thyssen ha usado los mismos paneles que organizan el espacio y cinco módulos de visionado donde se proyectan sus vídeos y acciones que parecen rituales chamánicos. Para hacer partícipe al visitante Jonas, siempre atenta al detalle, ha dispuesto en el suelo varios espejos de cristal de Murano, algunos lisos y otros ondulados, que le permiten jugar con el reflejo, otra de las constantes de su trayectoria, para aportar una mayor profundidad espacial. También sirven para crear unos reflejos que sitúan al visitante como parte de ese ecosistema que nos insta a cuidar. La artista nos sumerge en su particular océano mientras nos recita extractos de Moby Dick, de Herman Melville, El alma de un pulpo, de la naturalista Sy Montgomery o el ensayo Undersea, de Rachel Carson.
Además de las instalaciones que invitan a ser observadas con mimo y tiempo, la exposición reúne varios dibujos y reproducciones de peces con los que Jonas asegura tener "una extraña conexión". Se siente "cercana" a ellos aunque sean virtuales. De hecho, un gran dibujo de una ballena con el sonido real que emiten los cachalotes recibe al visitante en estas salas oscuras que invitan a la reflexión. En definitiva, y en palabras de la comisaria de la exposición Stefani Hessler, Jonas “nos llama a salir de tierra firme no solo para adentrarnos en los océanos sino también para escapar de nuestras formas de comprensión tradicionales”.