Hay buenas actitudes que hay que mantener día a día, como el hecho de escuchar y hablar con los otros, y sobre todo con los que son diferentes. Un esfuerzo que nos obliga a salir de nuestra zona de confort, de nuestros amigos de Facebook cuyos algoritmos hacen eco especialmente de nuestras ideas ya afianzadas, para así vislumbrar, ojalá entender, que hay muchas maneras de ser en el mundo, y que todas ellas, la propia y la del otro, debieran poder convivir. Lo diferente lo es por origen, de distinto lugar y/o tiempo, pero también puede serlo porque ha sido negada su existencia, y con ello también su visibilidad. Esta es la reivindicación que hacen históricamente las minorías, y en esta sección de Diálogos de ARCO especialmente, las luchas feministas y queer. Es lo que han querido respaldar sus comisarios, nuevamente Agustín Pérez Rubio esta vez en compañía de Lucía Sanromán, con la selección de 20 artistas, en conversaciones a dos en los stands de sus galerías. Son por tanto 10 propuestas que se significan como diversas al venir de tres continentes –Europa, África y América–, sin perder el énfasis en Latinoamérica que ha tenido en pasadas ediciones, y que cubren una horquilla temporal de producción desde los años sesenta del siglo XX hasta ahora.
A priori, ante una lista de parejas, una serie de intenciones y una breve investigación de quién es quién, imagino qué se dirán entre ellos y qué nos dirán a nosotros. Me atraen especialmente dos de las parejas que recuperan a mujeres cineastas de lo que se llamaba experimental en los años sesenta. Por un lado la argentina de adopción Narcisa Hirsch (Berlín, 1928), partícipe de esa escena bullente de un Buenos Aires pre-dictadura, con las filmaciones de sus acciones callejeras, sus psicodramas y sus ficciones de tintes surrealistas, donde acciones, cuerpos y objetos subvierten las lógicas tradicionales a través de la experimentación con la cámara, el montaje y el tratamiento de la imagen. La conversación propuesta en la galería Nora Fisch se lleva a cabo con una de las figuras más destacadas de la escena actual porteña, Osías Yanov (Buenos Aires, 1980). Su investigación aborda género y cuerpo a través de acciones y esculturas en las que los performers adaptan sus figuras a las de los metales de resonancias modernistas.
Me atraen dos parejas que recuperan a mujeres del cine experimental de los 60 En las galerías Nora Fisch y Anglim Gilbert
Desde San Francisco, la galería Anglim Gilbert abre la conversación con Lynn Hershman Leeson (Cleveland, Ohio, 1941). California fue un área especialmente fértil para los pioneros de todas las tecnologías, incluido el videoarte, uno de los medios imprescindibles al pensar en la trayectoria de esta artista. La videocámara en estos primeros momentos se convierte en un protagonista más, con autonomía propia que se pone en diálogo directo con el hombre. Una década mayor, su compañero de stand es Bruce Conner (McPherson, Kansas, 1933 - San Francisco, 2008), otra figura fundamental de esta escena radical de la experimentación práctica, en su caso ligada a todo tipo de objetos recuperados y a la búsqueda de nuevos estados de conciencia. En el comienzo de estas reflexiones sobre inteligencia artificial, la condición de lo humano, la inmanencia de los objetos, la política y la ética en sus relaciones y su interferencia en la naturaleza eran ya conversación habitual. Un eco del pasado de todas las teorías “post” que desarrollamos hoy.
Dar palabra a la materia
La respuesta generacional a estas dos mujeres la encontraremos en el espacio del lisboeta Miguel Nabinho con la presentación de la obra de Salomé Lamas (Lisboa, 1987), joven cineasta que ya está presente en las citas internacionales de este circuito. Quizá hoy en día, ya todos acostumbrados a la cámara y capaces de investigar intuitivamente sus nuevos softwares digitales, el reto está en qué se filma. En una charla con Lamas, los protagonistas serían el objeto y sus fantasmas y el entramado de historias, ficticias o no, que el poder de la cámara construye sobre él. La interpelación está dada por su compañera de stand y sus piezas. La investigación en los objetos de Luisa Cunha (Lisboa, 1949), artista que prioritariamente se ha centrado en el estudio del cuerpo y el lenguaje, daría palabra a la materia misma.
Esta operación de volver la escucha a lo no humano, como ejercicio de dejar hablar al que normalmente no puede, es una estrategia que también encontraremos en el espacio de Isla Flotante, aunque incidiendo no en las nuevas tecnologías sino en la recuperación de saberes olvidados, por artesanales, o ignorados, por no científicos. Por un lado, podremos ver las cosas y tejidos que se ensamblan y reconfiguran su existencia y nuestro espacio de Mariela Scafati (Buenos Aires, 1973), serigrafista, artista visual, activista y lesbiana. Por el otro, la pintora Rosario Zorraquín (Buenos Aires, 1984) desmonta sus lienzos de las paredes para mostrar su glosario de signos evanescentes que recogen las marcas y rastros de espacios y experiencias, aquello que se queda velado o se pierde y que se recupera en el ejercicio subconsciente.
El último diálogo que me imagino provocador es el que viene de la guatemalteca Proyectos Ultravioleta y dos jóvenes artistas: un ya reconocidísimo Naufus Ramírez-Figueroa (Ciudad de Guatemala, 1978) y Hellen Ascoli (Ciudad de Guatemala, 1984), centrada en la recuperación y establecimiento de nuevos parámetros para el uso y exposición de técnicas textiles. Sus tejidos podrían servir de cuerpos de resonancia abstracta a las recuperaciones de historias y mitologías que Ramírez-Figueroa plantea en sus performances e instalaciones, con ficciones de tintes oníricas que buscan caminos para reflejar una realidad política y social de la que no se puede hablar.
Otras formas de conocimiento
Habrá otros cinco espacios para la conversación que incidirán en estas temáticas que descubren formas alternativas de conocimiento. El de Chertlüdde con las escalas gigantes en diferentes materiales, hinchables del histórico italiano Franco Mazzucchelli (Milan, 1939) y de barro y cerámica del argentino Gabriel Chaile (Tucumán, 1985). Die Ecke establece la relación entre el artista pionero de la performance, Francisco Copello (Santiago de Chile 1938 - 2006), pero que desarrolló su trayectoria en Italia y Estados Unidos, y la visión de los sistemas sociales locales de Francisca Benítez (Santiago de Chile, 1974). La apuesta de Fortes D’Aloia & Gabriel es segura y de reflexión clásica de lenguajes contemporáneos de reconocida calidad, con Mauro Restiffe (São José do Rio Pardo, 1970) y Valeska Soares (Belo Horizonte, 1957). En Movart, desde Angola, será interesante el apunte que António Ole (Luanda, 1951), híbrido, contestatario y multidisciplinar como gran parte de su generación, le podrá hacer a Keyezua (Luanda, 1988) y sus necesarias reivindicaciones del papel de la mujer en el mundo africano con un lenguaje ya formado en las tendencias internacionales.
Casi todos son personajes en tránsito, quizá una de las características de nuestra contemporaneidad
Por último, una pareja que me intriga por su aparente disparidad: Óscar Murillo (La Paila, Colombia, 1986), artista de la diáspora colombiano-británica, ganador, junto a todos los demás nominados, del último Turner Prize, que reclama la historia sufriente del país en los circuitos más altos del sistema del arte contemporáneo. A su lado en Instituto de Visión veremos a una artista mucho menos conocida, Nohemí Perez (Tibú, 1962), cuyos dibujos retratan su experiencia personal del conflicto y la recuperación de una naturaleza ya extinguida en la que las historias de violencia, aún real, se dejan entrever.
Pensando en conjunto en todos los nombres que se convocan en esta sección de Diálogos creo que muchas de las palabras se cruzarían en salas de espera de aeropuertos. Artistas y comisarios son personajes en tránsito. El valenciano Pérez Rubio es parte del equipo curatorial de la próxima Bienal de Berlín y viene de dirigir el MALBA de Buenos Aires. Sanromán, de origen méxicano y formada en Estados Unidos, fue responsable del Yerba Buena Center for the Arts en San Francisco, un lugar emblemático de reflexión sobre localidad y diversidad, y ahora es directora del Laboratorio Arte Alameda en México. Esta es quizá una de las máximas características de nuestra contemporaneidad. En estos movimientos es donde se busca o se permite un hacer diferente. La pregunta que me surge entonces es ¿cuál es la capacidad real de calado de estas propuestas?