Imagen de sala de la exposición.
Se cumplen exactamente 110 años de la firma del acta que puso en pie el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Y para celebrarlo la pinacoteca ha ideado una muestra organizada bajo las letras del abecedario. Desde la 'a' a la 'z' cada sala reúne obras de diferentes escuelas y épocas con la palabra que las indexa como hilo conductor. Ha sido el escritor Kirmen Uribe el encargado de armar este juego que rompe con la tradicional manera de mostrar el arte para llamar la atención, en palabras del director de la pinacoteca, Miguel Zugaza, sobre "la variedad y la riqueza de la colección. Así, la historia del arte deja lugar a otras historias, que son las que esconde cada obra"."Un alfabeto es una manera de poner orden tan válida como la cronológica", sostiene Zugaza. Así, las letras convocan a las obras que se exponen en las 31 salas del antiguo edificio que ha sido recientemente renovado. "Cada palabra es un tema y cada sala una pequeña exposición", confiesa. En todo momento han sido respetuosos, incide Uribe, con la colección del museo y, además de seleccionar obras clásicas, han querido sacar de los almacenes algunas piezas nunca antes expuestas. Cerca de 300 piezas de un total de 14.000 se reúnen en torno a ABC. El alfabeto del Museo de Bilbao, que se podrá visitar hasta el 2 de junio de 2019.
"Nos hemos basado en la colección del museo y le hemos dado una vuelta", sostiene el autor de Bilbao-New York-Bilbao. La colección reúne a Duchamp, Beuys, Goya, Murillo o Gauguin pero también a artistas vascos como Aurelio Arteta, Antonio de Guezala o Ixone Sábada. "Ese matiz local, a la par que universal, es lo que le da altura a la colección del Museo de Bellas Artes de Bilbao", matiza el escritor. Aunque casi todas las piezas son de la colección del museo hay espacio para algunos préstamos que ayudan a contar y contextualizar este relato literario y artístico que viene acompañado de un libro que se regalará a los visitantes hasta el 5 de noviembre.
Con cada una de las 31 letras, entre las que se encuentra el dígrafo 'll' del español y los vascos 'ts', 'tz' y 'tx', Kirmen Uribe ha buscado una palabra en euskera, castellano, inglés y francés que sirve de inspiración literaria y curatorial. La primera letra y, por tanto, primera sala, corresponde a la palabra 'arte' y se remonta hasta la prehistoria con piezas arqueológicas como la plaqueta de arenisca del yacimiento de Ekain u otra procedente de Oiartzun. "Se dice que el arte prehistórico surge de la analogía, son como fotos. Pintaban animales para sentirse cerca de ellos". En una de ellas aparece una cabra que llevó al escritor a ponerla a dialogar con tres dibujos que representan este mismo motivo de Joseph Beuys y un cuadro de Gauguin. Este último se presenta en mitad de la sala en una vitrina que deja ver la parte trasera del lienzo para, según el escritor, "humanizar la obra, para olvidar que actualmente vale millones de euros y recordar que lo pintó en un soporte muy barato que está bastante dañado".
Vista de la sala dedicada al deporte
Hay ciudadanos, espejos, amistades; algunas cercanas, otras circunstanciales, profesionales o forzadas como la de Unamuno y Sorolla en el retrato que el pintor hizo del escritor. También hay grutas, entendidas como refugio, y la presencia muerte, tema muy representado en la pintura. En esta sala "existen muchas capas simbólicas e invitamos a reflexionar", incide Uribe. Una escultura de Palmira, "ciudad que está siendo bombardeada", o el retrato de Lucrecia, "que se suicidó tras ser violada", invitan a traer estas obras clásicas a la actualidad. No podía faltar el hierro, material tan utilizado por los escultores vascos como Oteiza y Chillida pero también por Ángel Bados, premiado este año con el Nacional de Artes Plásticas, o Julio González "como figura internacional". La única sala dedicada a un país es la de Japón y en torno al deporte se articula otro espacio en el que se pueden ver carteles antiguos con escenas de deportes vascos tradicionales junto a otros como la hípica que fueron introducidos en el País Vasco vía San Sebastián. Aquí, Idilio en los campos Sport, de Aurelio Arteta, cedido por el Athletic Club, "muestra a un futbolista que corteja a la sobrina de Zuloaga".
La figura de la madre, la lluvia, lo negro en contraposición con lo multicolor, la otredad que "muestra cuadros, sobre todo, de niños, ancianos y mujeres", la piedad, tema sumamente representado en la pintura religiosa de artistas como Anton van Dyck o Juan de Anchieta, bodegones, retratos y sueños. Duchamp frente a Pello Irazu, Murillo dialogando con Oteiza sobre el vacío, frente a la vida, la guerra representada por John Davies en Gran monumento a la guerra. Y, llegando al final, el puente (zubi en euskara) tanto en su acepción física, porque "lo primero que se derriba en una guerra", como en su valor simbólico, como "la ruptura entre personas, regiones o países".
@scamarzana