Antonio Ballester Moreno

Es uno de los siete artistas-comisarios, el único español, invitado por la 33.ª Bienal de São Paulo que arranca hoy, y uno de los protagonistas de Apertura Madrid. En esta cita de las galerías, su obra dialoga con la de Benjamín Palencia por partida doble en Maisterravalbuena y Leandro Navarro desde el 13 de septiembre. Paisajes de tomillo, cielos de soles, lunas y lluvia, pintura y cerámica para una nueva temporada que Ballester Moreno empieza fuerte.

Decía Benjamín Palencia (Barrax, Albacete, 1894 - Madrid, 1980) que el arte "es creación constante" y que "si no se crea, se repite". Fue quizá por eso por lo que cambió tanto de estilo. Fascinado por el surrealismo, primero, se acercó también al realismo y pasó por una etapa fauvista. Creó junto a Alberto Sánchez la Escuela de Vallecas a principios de los años treinta, cuando organizaban sus excursiones al sur y al este de Madrid, esas para las que escogían las horas más calurosas del día por si el golpe de calor les ayudaba a entrar en un estado de trance, o en las que metían la cabeza entre las piernas en busca de una manera diferente de contemplar el paisaje. Antonio Ballester Moreno (Madrid, 1977), por su parte, trabajó en sus inicios con audiovisuales pero pronto cambió la cámara por los pinceles. "Me puse a pintar por ser consecuente con mis ideas -recuerda ahora- porque yo quería ser autónomo y no depender nada más que de mis manos. Y cuando lo conseguí me propuse simplificar más los motivos hasta acabar pintando básicamente el día y la noche". Así llegaron la geometría, los colores primarios y las formas sencillas a su pintura, que desplazaron a las composiciones más folk, llenas de detalles y colores.



Ballester Moreno defiende lo artesanal, lo auténtico, lo que vivimos en nuestro entorno. Pinta sobre tela de arpillera de yute, un material natural que usa sin imprimación ("para que se vea bien -apunta- al contrario que en la pintura tradicional que siempre empieza por dar gesso para ocultar la tela") y trabaja también con cerámica. Le gusta el arte popular, "el que está hecho por la gente para la gente, el que surge de abajo" y apuesta por una estética cercana a la experiencia y a la utilidad, "la unión entre el arte culto y el popular, lo estético y lo práctico, del artista con la gente normal. Todos somos creativos. El fin de toda creación es mejorar la existencia".



Diálogos múltiples

Inicia la temporada pisando fuerte. Participa -como artista y como comisario- en Affective Affinities, la 33° Bienal de São Paulo que abre hoy sus puertas al público en la capital brasileña, e inaugura el 13 de septiembre exposición en Madrid repartida entre dos espacios, a escasos minutos de distancia, las galerías Maisterravalbuena y Leandro Navarro.



Pregunta- En las dos propuestas hay mucho de diálogo. ¿Cómo surge la idea de este cara a cara con Benjamín Palencia en la exposición de Madrid?

Respuesta- Fue una propuesta de Pedro Maisterra e Iñigo Navarro después de ver mi exposición de La Casa Encendida que titulé con una frase emblemática de la Escuela de Vallecas: Vivan los campos libres de España (2017). Conocían mi interés por este grupo y me propusieron este diálogo. Después de haber hecho esta exposición e ilustrado un libro junto a Rafael Sánchez-Mateos sobre la Escuela de Vallecas [un nido para protegerse de la rapiña y las alimañas , La Madriguera, 2017], me decidí a centrarme en la obra y la filosofía de los años treinta, que es la que mejor conocía.



No hay nada más revolucionario que percibir el mundo de una manera distinta. La clave pasa por la manera de mirar"

P.- El título de la muestra, El tomillo y la hierba en el techo de mi habitación, nos coloca boca abajo.

R.- Viene de un texto de Benjamín Palencia que publicó la Editorial Plutarco en 1932. Era parte de una serie sobre los nuevos artistas españoles, pero tengo la sensación de que fue el único que salió.



P.- Nos hace también pensar en un paisaje diferente.

R.- Para mí el paisaje es una forma de mostrar lo que veo, me sirve de excusa para hablar de la relación con el entorno natural. Hay muchos paisajes, pero lo que trato de enseñar es uno que combine una visión sintética, de unión con el contexto, con otra más analítica y científica.



P.- Para lo que usa composiciones y formas sencillas.

R.- Sí, aunque todas ellas representan algo: la lluvia, el agua, la tierra, una planta, los planetas... Son elementos y fenómenos naturales que marcan unos ritmos y que nos unen en nuestras costumbres más básicas.



P.- Hay muchos benjamines palencia, pero se ha quedado con el de los años treinta, ¿por qué?

R.- Ese periodo de vanguardia fue un momento muy creativo alimentado por su amistad con Alberto Sánchez, con el que hacía sus excursiones surrealistas por los suburbios de Madrid. Proclamaban una modernidad basada en las tradiciones, algo que en principio puede sonar contradictorio, pero que supieron hacer de una forma muy inteligente. Para esta exposición he tomado como referencia estos juegos surrealistas y he tratado de entrar en ellos dándoles la vuelta a todos los cuadros, tanto a los míos como a los de Palencia.



Detalles de Sin título, de Benjamín Palencia y de Horizonte y luna, 2018, de Antonio Ballester Moreno

P.- ¿Es ese el reto que lanza al espectador, contemplarlos boca abajo?

R.- Creo que la clave pasa por la manera de mirar, porque no hay nada más revolucionario que percibir el mundo de una manera distinta. Superarse y hacer lo que nunca habíamos pensado que podíamos hacer.



La naturaleza, la espiritualidad y el diálogo con otros artistas -Benjamín Palencia entre ellos- son también piezas centrales de la exposición sentido / común que Ballester Moreno presenta en São Paulo. Se trata esta de una bienal muy coral, pues su comisario, Gabriel Pérez-Barreiro, ha seleccionado a doce artistas latinoamericanos para que desarrollen proyectos individuales y ha dado carta blanca a otros siete, Ballester entre ellos, para que seleccionen la obra de otros.



P.- Ha continuado su investigación en torno a lo próximo y lo cotidiano, ¿cómo?

R.- He tratado de hacer un recorrido sobre algunos aspectos de la modernidad, empezando por las teorías del biólogo Humberto Maturana, pasando por Fröbel, el educador y filósofo del siglo XIX que diseñó el primer programa educativo en las escuelas infantiles, hasta Bob Marley.



P.- ¿Qué hay de cada uno de ellos?

R.- Humberto Maturana ha escrito un texto junto a Ximena Dávila sobre el origen de la vida que se va a editar acompañado por algunos collages míos. De Frederich Fröbel se muestra el material educativo que usaba en sus clases, en el que se combina a la perfección el pensamiento sintético basado en el desarrollo natural del niño con una metodología analítica. Fue un referente importante para las vanguardias artísticas del siglo XX. Por último, se puede escuchar en la audioguía el primer recopilatorio póstumo de Bob Marley Legend, mostrando así un fenómeno popular de masas que trata temas cercanos a la historia brasileña.



P.- Y hace doblete con Benjamín Palencia...

R.- La Escuela de Vallecas está representada con obras de Alberto Sánchez y Benjamín Palencia, la mayoría de los años anteriores a la guerra. También participa José Moreno Cascales, mi abuelo, que fue floricultor y escultor amateur, y que me sirve para hablar de mi contexto social. Mark Dion va a hacer unos talleres en los que se ilustrará la flora del parque de Ibirapuera, con los que se cuestiona la objetividad de la ciencia. Andrea Büttner, que reflexiona con su obra sobre las ideas de vergüenza, pobreza y vulnerabilidad, ha trabajado con una comunidad religiosa de Brasil. Y Rafael Sánchez-Mateos ha coordinado el trabajo de Atenta, un grupo dedicado a la atención profunda y la aisthesis radical en el arte.



Astrofísica y artesanía

Además de como comisario, Ballester Moreno participa con un proyecto que ha hecho con niños de varios colegios de São Paulo y con trabajadores de la propia bienal. "Miles de setas de barro acompañadas de cuadros que representan los diferentes elementos que necesitan para su crecimiento: lluvia, soles, lunas y árboles".



P.- La exposición sentido / común deja claros sus inquietudes y referentes, ¿hay algo que se haya quedado fuera?

R.- Me gusta mucho el físico y escritor Fritjof Capra. He leído todo lo que ha escrito en este último año y medio y ha sido toda una revelación. Lo invité a la bienal pero me dijo que no. También he descubierto últimamente a Juan Arnau, astrofísico y filósofo. Los dos tienen un perfil muy parecido y comparten una filosofía inclusiva e integral en la que religión, ciencia, economía y feminismo, son todos patas de una misma mesa. Estos nombres me han ayudado a poner las ideas en orden, pero como referente principal tengo el día a día, la gente y mi familia. Me gusta mucho el campo y disfruto cuidando los frutales, el huerto y las gallinas.