Benito Navarrete Prieto
Confiesa el profesor Benito Navarrete Prieto que esta inmersión profunda en la obra de Murillo ha supuesto mucho esfuerzo de lectura pero, sobre todo, "un cambio radical en mi forma de hacer historia del arte". Parece paradójico que esto le haya ocurrido al historiador precisamente con Murillo, el pintor seguramente más reproducido en devocionarios y estampas, con una obra tan llena de tópicos. "Precisamente por eso", explica. Y es que para lograr un cambio en el modo en que nos asomamos a Murillo, Navarrete ha analizado la obra del sevillano desde el punto de vista de la imagen. Ha recurrido al Libro de los Pasajes de Walter Benjamin y a la complejidad de Didi-Huberman "porque era un artista tan estudiado, tan manoseado, con tantos lugares comunes que la única forma de darle la vuelta era estudiarlo desde la perspectiva de la recepción de sus obras y de lo que significaron".
Director del Congreso Internacional "Murillo ante su Centenario" que se celebrará en Sevilla el próximo mes de marzo, Navarrete acaba de publicar Murillo y las metáforas de la imagen (Cátedra) y es comisario de una de las exposiciones del año: Murillo y su estela en Sevilla que inaugura el 6 de diciembre en el Convento de Santa Clara. Hablamos con el historiador, una de las voces más autorizadas para abordar al pintor de Inmaculadas por excelencia.
Pregunta.- ¿Qué puede sorprendernos hoy de Murillo?
Respuesta.- Al hablar de Murillo hay varios planos que hay que tener en cuenta. El principal es la capacidad que tiene el propio pintor de manejar su talento, de venderse, de relacionarse. Además, como ha explicado muy bien Victor Stoichita, su obra profana y religiosa están íntimamente unidas, no se pueden disociar, es por tanto un artista integral. Tampoco puede separarse Murillo de la ciudad de Sevilla: allí tiene a toda su clientela, es un artista local. Por otro lado, esa imagen suya de hombre bondadoso es también falsa: vive pendiente del dinero, fue a la cárcel porque tras invertir en la carrera de las Indias no tiene liquidez para pagar el alquiler. O su ingreso en la Hermandad de la Caridad, algo que busca para engrandecer su pintura. Por algunos encargos cobró más que Velázquez por los lienzos de la Torre de la Parada. Sabe con quién aliarse para conseguir sus fines.
"Murillo no tuvo ningún interés en salir de Sevilla. Allí tenía todo vendido. Logró desplazar a Zurbarán, que tuvo que irse de la ciudad"
P.- ¿Qué discusiones académicas caben hoy alrededor de Murillo? ¿Hacia dónde van los estudios actuales?
R.- Queda mucho por estudiar sobre todo de la intrahistoria de Murillo, de su relación con otras personas y mucho por saber también del significado real de sus obras, de esas metáforas a las que aludo en el título de mi libro que es solo el comienzo. Creo que las claves del artista están en otras lecturas, en áreas afines, en la cultura del momento, la sociedad, la región. Y el Congreso Internacional va a analizar su obra en todos sus parámetros y aspectos.
P.- Dice Gabriele Finaldi en el documental sobre el pintor que se presenta ahora que Velázquez tenía poco interés en que Murillo se fuese a la corte, ¿está de acuerdo?
R.- Estoy de acuerdo. Velázquez no quería competencia en la corte. Pero Murillo tampoco tuvo interés, no sale de Sevilla, allí tiene éxito desde el primer momento. Como se suele decir, tenía todo su pescado vendido en el sur. No vendía nada en Madrid, donde no llegó a tener agente, por lo que toda su obra se quedaba en Sevilla. No solo llega a personas nobiliarias: tenía clientes de todo tipo, agricultores y, por supuesto, religiosos. Conocía como nadie los ritmos y las claves de una ciudad muy sectorizada y con mucho poder de las hermandades. Logró desplazar a Zurbarán, que tuvo que irse de Sevilla porque Murillo se llevaba todos los encargos.
En la caja de membrillo
P.- Fue el pintor más expoliado por los franceses. El Louvre pagó el precio más alto por su Inmaculada. Fue uno de los más famosos y valorados. ¿Cuándo decae el interés por Murillo y por qué?
R.- Después del aniversario celebrado en 1882 comienza el declive paralelo al surgimiento de las vanguardias. La pintura finisecular encumbra a Velázquez y Zurbarán, deja de interesar Murillo y se banaliza. Él mismo es responsable de acabar en la caja de membrillo y siendo un pintor de almanaque. Aprovecha la capacidad que tiene de llegar a esos públicos que ya en su momento intentaban comprar su obra, o una copia de su obra, y lo fomenta.
P.- Como dice en el libro, los tópicos fueron responsables de su éxito y de su caída.
R.- Efectivamente. En el siglo XVII ya se está creando el mito de Murillo. Ya se decía que sus Inmaculadas están pintadas por ángeles y en el XIX se habla del Rafael español. De ahí que cuando se plantea por parte del régimen de Franco la devolución de reliquias españolas, la Inmaculada de los Venerables que estaba en el Louvre vuelva a España junto a la Dama de Elche. La catolicidad y el elemento racial lo justifican. Y esos mismos valores son los que provocan su caída al mostrar a Murillo como una reliquia.
P.- Desde el punto de vista de su corpus pictórico es un artista conocido y delimitado pero afirma también que es un artista por descubrir, ¿en qué sentido?
R.- En la figurabilidad de sus imágenes: la gente va a ver al artista de otra forma. Es Jonathan Brown quien da la clave en un artículo escrito en la revista Goya en 1982 hablando del erotismo en la pintura de Murillo. Se le echaron encima cuando hay mucho de razón ya que en sus obras hay otro sentido y otra intencionalidad que el que se ve a primera vista. Murillo tenía un gran ingenio para, tras la aparente facilidad de sus pinturas, convertir sus imágenes en metáforas.
Exposiciones del Año Murillo
Murillo y los Capuchinos de Sevilla. Hasta el 1 de abril
Por primera vez desde la invasión napoleónica, se han reunido las obras completas del retablo mayor encargado al pintor para la iglesia de los Capuchinos. Con prestamos de Alemania, Austria y Reino Unido junto a las del Museo de Bellas Artes de Sevilla, la exposición se encuentra instalada en dos ámbitos: la antigua iglesia del convento mercedario, donde se expone la mayor parte de los lienzos que Murillo pintó para los Capuchinos, y la sala de exposiciones temporales, donde se encuentran diversos dibujos relacionados, que nos permiten conocer el proceso creativo del artista. Junto a ellos, se ha instalado el lienzo Arcángel san Miguel, que ha sido la última pintura del conjunto en ser recuperada. Este redescubrimiento ha permito volver a conocer completa la serie. Este ámbito se completa con información adicional sobre los procesos de restauración.
Murillo en la Catedral. Hasta el 8 de diciembre
El binomio inseparable Murillo-Iglesia cobra relevancia en esta exposición que, comisariada por Ana Isabel Gamero, le retrata como el gran pintor del catolicismo con los conceptos escatológicos del Concilio de Trento en obras naturalistas que realiza para instituciones o particulares. En este apartado, se resaltará su modernidad al establecer un paralelismo entre la santidad canonizada por la Iglesia y la representada por los pobres. Unos conceptos que aún no han sido abordados en los estudios del pintor. Además, se podrán contemplar, junto a las obras pictóricas que se distribuyen en el templo, las actas de bautismo, matrimonio y defunción del artista, así como el bautismo de sus hijos apadrinados por Miguel Mañara, impulsor de la Santa Caridad de Sevilla.
Aplicación Murillo. Hasta el 30 de septiembre
Pedro G. Romero, Luis Martínez Montiel y Joaquín Vázquez son los responsables de esta muestra dispuesta a analizar el funcionamiento de Murillo y lo murillesco en el presente teniendo en cuenta su
caída y recuperando su iconografía popular. La exposición incluye más de 50 piezas que permiten atender a la permanencia iconográfica del maestro en la cultura popular actual a través de pinturas, grabados y estampas publicitarias y trabajos de arte moderno y contemporáneo que se apoyan en formas y modos de hacer que Murillo ensayó en su tiempo. La muestra establecerá, además, una relación con otros espacios de la ciudad que albergan obras del maestro.