La William Farey Band en el aeropuerto de Manchaster compone Acid Brass (1997)
La colaboración internacional de tres instituciones, la Comunidad de Madrid, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo de México (MUAC) y la Fundación Proa de Buenos Aires trae primero al Centro de Arte Dos de Mayo y, posteriormente a las dos capitales americanas, la primera individual en España del artista británico Jeremy Deller (Londres, 1966). Formado en historia del arte, y nada menos que en el Courtauld Institute, Deller fue el representante de su país en la última Bienal de Venecia, Premio Turner en 2004 y posteriormente condecorado con la Medalla de la Royal Society of the Arts en 2010. Es un artista singular, que aborda sus proyectos con objetivos muy distintos a la producción de objetos; que se interesa más por la historia y la antropología cultural que por los componentes icónicos de su labor, y que, extremando sus convicciones, ni siquiera reivindica la autoría de muchos de sus trabajos que en numerosas ocasiones hace en colaboración con otros artistas o gestores, siendo él el impulsor de la idea.En la fachada del edificio del CA2M cuelga una pancarta en la que puede leerse "Se necesita más poesía", y esa demanda es, a la vez, el soporte principal del hacer del artista. Lo primero que despierta mi atención es que, en sus obras más importantes, Deller necesita primero encontrar una historia sugerente o que presente ingredientes peculiares, para después iniciar los distintos procesos que conducirán al espectador a "leerla" de manera absolutamente diferenciada de los estándares o convenciones y de las afirmaciones o creencias que éstos mantienen.
Así, en el núcleo argumental de esta exposición, comisariada por Cuauhtémoc Medina y Amanda de la Garza, están las transformaciones experimentadas por la sociedad británica, especialmente sus clases populares y trabajadoras, contempladas desde la óptica de la tergiversación de la historia reciente y, también, de los cambios económicos y sociales generados en las tres últimas décadas. Por ejemplo, el enfrentamiento entre sindicatos y mineros con la política desindustralizadora de la Gran Bretaña, que conocería en los primeros años 80, bajo el gobierno de Margaret Thatcher, la derrota de aquellos, la imposición de las políticas neoliberales, todavía vigentes, y una transformación radical de la economía industrial en economía de servicios y entretenimiento.
Lo fascinante de Deller es que para hablar de esos temas elige la historia de Adrian Street, hijo de minero, trabajador él también, que decidió abandonar la mina, irse lejos y dedicarse, con éxito, a la lucha libre, como un luchador travestido. De él encontró Deller una fotografía de 1973, cuando fue a visitar a su progenitor en la mina ataviado con su exhibicionista traje de trabajo, sobre quien realiza un extraordinario vídeo Tantas formas de hacerte daño. Vida y obra de Adrian Street (2010), que vemos en el CA2M acompañando un impresionante mural pintado a su gusto por un grafitero local.
Igualmente célebre es su obra La batalla de Orgreave (2001), que reproduce un hecho real: el combate entre mineros y policías en Yorksahire del Sur durante la huelga de 1984, que acabó en una batalla campal, y de la que ahora se ha abierto una investigación sobre la actuación de los antidisturbios. La película, de una hora de duración, fue dirigida por Mike Figgis e interpretada por 200 mineros que estuvieron en el enfrentamiento general, y 800 actores veteranos en reconstrucciones históricas. La gigantesca performance tuvo para sus espectadores el valor catártico de superar el miedo y comprender que los mineros no fueron los criminales enemigos interiores que Tatcher y los medios de comunicación acusaron y persiguieron con indudable saña.
Para mineros y actores (pese al irónico medio reproductor, una copia de las reconstrucciones históricas comerciales) supuso una nueva evaluación de lo sucedido. Para Deller una profundización en la historia verdadera y la puesta en marcha de sus paradójicos proyectos. Por último, la película sigue su destino exhibiéndose no sólo en museos, sino en comunidades trabajadoras y en reuniones políticas.
Otra de las obras que no hay que perderse es Magia Inglesa, de 2013, una parte importante de lo que constituyó el Pabellón de Italia en la Bienal de Venecia, con su seductor vídeo "popular" que contiene una de esas "procesiones" laicas de extraños ciudadanos que Deller convoca de vez en cuándo, y que tuvo un ejemplo en España con ocasión de la celebración de Manifesta en San Sebastián en 2004. Vemos también una pancarta de Ed Hall, famoso por su profunda relación con los movimientos obreros y sociales, y una banca hecha con los restos de un Range Rover reciclado, para cuya mejor comprensión resulta tan imprescindible como interesante la lectura de los textos del catálogo. Ahí encontrarán el sentido que tuvo el pabellón completo y, también, las reveladoras interpretaciones del teórico Hal Foster (quien relaciona a Deller con Mike Kelley o Thomas Hirschhorn), los ensayos del comisario Cuauhtémoc Medina y una esclarecedora entrevista de Ferran Barenblit con el artista.
Concluiré esta nota afirmando que mucho de lo que expone Deller tiene tanto que ver con la historia inglesa como con el presente español. Sus introspecciones en lo acaecido hace años nos remite a una realidad en la que fuerzas económicas y políticas muy potentes sustituyen en nuestro país la producción industrial por la oferta de servicios y de entretenimiento y cuyos primeros resultados estamos empezando a sufrir.