Naturaleza muerta con mantel a cuadros se ha vendido por 41 millones de euros
Londres fue ayer el epicentro del mercado del arte. Tras el anuncio de la cancelación de la subasta de la colección portuguesa de Miró, se esperaba con expectación la salida a pujas del catálogo de arte Impresionista y Moderno de Christie's cuya portada ilustraba un excepcional bodegón del pintor español Juan Gris. La venta generó un volumen de negocio de 212,7 millones de euros, y Naturaleza muerta con mantel a cuadros de Juan Gris duplicó su estimación inicial al alcanzar los 41 millones de euros, récord mundial en subasta para una creación cubista.Gris pulverizaba así su anterior récord de artista fijado en 18,2 millones de euros conseguido en 2010 en Christie's con una sobria composición de 1913 titulada Violín y guitarra. Con este registro, Gris ha invertido la deprimente tendencia que parecía seguir su mercado en los últimos años. Según la consultora Artprice en la última década sus obras se habían depreciado cerca de un 50%. El destino de este codiciado lienzo habrá sido probablemente una colección particular norteamericana o británica, el grueso del mercado del artista madrileño, pues España apenas representa la ínfima cifra del 0,03 de sus ventas.
Este bodegón salía al mercado por primera vez y era propiedad de una pareja de coleccionistas suizos que habían mantenido una estrecha relación con la vanguardia histórica: conocieron a Constantin Brancusi, contemplaron el Guernica en el estudio de Picasso, apoyaron a un Piet Mondrian empobrecido y hospedaron a Hans Arp con regularidad en su domicilio.
Descubrir la tela de Gris fue motivo de alegría, pero también de frustración pues su precio excedía sus posibilidades financieras en aquel momento. Al no poder comprarla, aconsejaron a su amigo, el conocido profesor Wilhelm Löffler, que se hiciera con ella, y éste, entusiasmado, se la compró dejándosela después en herencia a la pareja. Esta pintura de gran formato data de 1915, un año clave en la carrera del pintor en la que evoluciona de su primer cubismo analítico a un cubismo sintético más lírico.
La importancia de este ‘clásico moderno', de más de un metro de alto, viene reafirmada por el hecho de que, desde su creación, había formado parte de notables colecciones privadas, entre ellas, la de uno de los mecenas del Cubismo, el doctor G.F. Reber de Lausana. El distanciamiento de Gris del cubismo analítico se percibe en la energía exuberante que destila la pintura en la que se recrea una explosión de objetos, que parecen irradiar desde un punto inferior de la composición. Fue pintada en marzo, apenas unos meses después del regreso del artista a París, donde se refugió tras el estallido de la Primera Guerra Mundial.
Gris no consigue alejar el fantasma de la guerra, y el cuadro recrea un ejemplar del periódico Le Journal que muestra deliberadamente el siniestro subtítulo de 'Comunicados oficiales'. Cada vez más, Gris perseguía una versión casi neoplatónica de sus objetos, no confiaba únicamente en su capacidad de observación sino en la memoria, la experiencia y el concepto. Buscaba una forma moderna de clasicismo que penetrara en el corazón de la existencia.