Estamos en la ribera del Eresma, al norte de la ciudad de Segovia. Los árboles cobijan este idílico jardín privado, que se abrirá al público en los próximos días para exponer la obra de Agustín Ibarrola. Como a él le gusta, inmersas en la naturaleza, estas 40 Esculturas en libertad resumen el peculiar universo creativo del artista vasco en el marco del Hay Festival.
En los 50, Ibarrola se marchó a París, como tantos jóvenes artistas europeos. Allí fundó junto a colegas como Jorge Oteiza el Equipo 57, que apostó por el arte abstracto geométrico y el compromiso social.
Las tres esculturas de hierro forjado que reciben al visitante en la entrada forman parte de su obra más reciente. Pertenecen a un conjunto mayor que conmemora los graves disturbios ocurridos entre trabajadores y Guardia Civil en Reinosa en 1987 a causa de la reconversión industrial, en los que murió un sindicalista. Las 12 figuras serán ubicadas próximamente en las afueras del municipio cántabro.
Entre sus obras más conocidas se encuentran los árboles pintados del Bosque de Oma, en Vizcaya, y los cubos del puerto de Llanes, Asturias.
Significarse políticamente le ha costado a Ibarrola serios problemas. Durante el franquismo, fue encarcelado dos veces por su militancia comunista, entre 1962 y 1965 y entre 1967 y 1973. Y en los últimos años, tras participar en la fundación del Foro de Ermua y la plataforma Basta Ya, su obra pública ha sufrido ataques en el País Vasco por su abierto rechazo al terrorismo y al nacionalismo más radical.