Ilya y Emilia Kabakov son la pareja de artistas rusos más internacional. Afincados en Estados Unidos, acudimos a la galería Ivorypress pocas horas después de su largo y fatigoso viaje hasta Madrid, del que Ilya aún descansa, aturdido por el jet lag. Su esposa nos atiende para explicarnos el contenido de esta exposición, titulada Vertical paintings and other works (Pinturas verticales y otros trabajos). La muestra, aún en su proceso de montaje en el momento de la entrevista, recoge una amplia selección de obras que, mediante distintas técnicas, hacen referencia a la historia del arte y a la narrativa literaria.
Si bien su trabajo está profundamente enraizado en el contexto sociocultural soviético en el que vivieron durante su infancia y juventud, sus obras abordan temáticas que tienen un alcance universal, como la utopía, la fantasía y los miedos y anhelos humanos. En la exposición, que podrá visitarse hasta el 18 de mayo, el público encontrará obras realizadas desde finales de los años noventa hasta nuestros días.
Una de las piezas clave de la muestra es How Can One Change Oneself (Cómo puede uno cambiarse a sí mismo) , que forma parte de la serie The Palace of Projects (El palacio de los proyectos). Dos alas blancas para colgárselas de la espalda y pararse a reflexionar unos minutos cada dos horas en nuestra vida cotidiana son, según la concepción creativa de esta pareja de artistas, el secreto para lograr ser más amables, mejores personas y aumentar nuestra creatividad.
Ilya Kabakov (1933), conocido como el padre del Conceptualismo Ruso, es, si no el más, uno de los artistas rusos más reconocidos de la segunda mitad del siglo XX. Estudió en la Academia de Arte VA Surikov de Moscú e inició su carrera como ilustrador infantil en los años cincuenta. Formó parte del grupo de artistas conceptuales moscovitas que trabajaban fuera del oficialismo artístico soviético. En 1985 realizó su primera exposición en París y emigró a Occidente. En 1988 comenzó a trabajar con Emilia Lekach Kanevsky (1945), quien posee además una sólida formación musical y en filología y literatura hispánicas, y con quien después contrajo matrimonio. Emilia emigró primero a Israel en 1973 y después se trasladó a Nueva York, donde trabajó como comisaria y marchante hasta que conoció a Ilya Kabakov. Desde entonces, han desarrollado un trabajo colaborativo que les ha convertido en dos de los artistas rusos de mayor reconocimiento mundial.