A thing in a hole is a thing is not. Vista de la instalación en la Renaissance Society, Chicago. Enero, 2011
Nacido en Dublín en 1969, Gerard Byrne tiene ya un currículum envidiable. Ha participado ya en los foros más importantes a los que puede llegar cualquier artista. Ha representado a su país en la Bienal de Venecia, hizo Documenta el año pasado, ha realizado individuales en los museos más importantes del mundo y ahora presenta una retrospectiva de mitad de carrera en una de las salas de mayor prestigio a escala internacional: la Whitechapel de Londres.Que los proyectos de Gerard Byrne se basan en una ambición descomunal es algo que debe señalarse desde muy pronto. El artista irlandés hace las veces de historiador, de escritor de ficciones, de guionista, de director... Su obra recupera episodios históricos y los sitúa en contextos actuales y de algún modo familiares. Así, vistos desde una perspectiva cercana, los hechos narrados aparecen desvirtuados, en lo que constituye un tipo de historización que Byrne toma del dramaturgo alemán Bertolt Brecht. Byrne recrea situaciones (lo que los anglosajones denominan re-enactment, todo un género en sí mismo) que proceden de los más diversos contextos, desde la alta cultura a los mitos y la sabiduría populares. O, más bien, deberíamos expresarlo al revés: parte de la sabiduría popular, incluso del lugar común, para avanzar hacia regiones más elevadas y complejas como el tratamiento de la Historia, la verdad, el tiempo...
En uno de sus trabajos más conocidos, se enfrenta al monstruo del Lago Ness para intentar determinar la cronología de un mito. Byrne adopta la metodología científica para reflexionar sobre cómo las hipótesis se convierten en certezas. En las fotografías de otra de sus series más aclamadas, A country road, a tree, evening, simula haber encontrado la localización exacta donde Vladimir y Estragón esperan a Godot. Acude así a uno de los grandes hitos de la cultura del siglo XX recurriendo al mismo tono absurdo utilizado por Beckett y asumiendo que su empresa es tan complicada como que por fin aparezca el ansiado personaje. Pero, como en el trabajo sobre el Lago Ness, aquí lo importante no es tanto dar con el lugar (o certificar la existencia del monstruo) como la reflexión sobre las estrategias a utilizar a la hora de documentar lo real y escenificar la ficción.
La exposición de la Whitechapel, que viajará más tarde a la Bonniers Konsthall de Estocolmo, está compuesta por siete instalaciones entre las que destaca las premieres inglesas de A thing is a hole in a thing it is not, producida por la Renaissance Society de Chicago en colaboración con el Glasgow Film Festival, y de A man and a woman make love, la pieza con la que con tanto éxito participó dOCUMENTA(13). La primera, cuyo título está tomado de una frase de Carl André, es una reflexión sobre el minimalismo que encuentra sus raíces en las ideas de Michael Fried publicadas en su seminal libro Art and objecthood. Fried habla de la relación del minimalismo con el teatro, y Byrne habla de las tesis de Fried desde el cine, con metraje tomado en colecciones de museos, entrevistas ficticias (uno de las estrategias recurrentes en el trabajo del irlandés) con actores que interpretan a los grandes popes del movimiento artístico, con re-representaciones de performances ya míticas...
A través del cine, Byrne teatraliza la temática del minimalismo, coincidiendo así con Fried. De nuevo, nos emplaza el artista a discernir entre documento y ficción, y aporta un grado importante de autorreferencialidad pues lo que cuenta y el modo en que es contado, suelen ir de la mano. No hay que olvidar, además, que la Renaissance Society, co-productora de la pieza, fue una de las instituciones americanas que más apoyo la consolidación del minimalismo como movimiento estelar en los años sesenta.
A man and a woman make love, la pieza presentada en Kassel, recuerda en ciertos matices a 1984 and beyond, el trabajo que le consagró definitivamente cuando se presentó en el pabellón irlandés de la Bienal de Venecia en 2007. Si en él acudía a un artículo de la revista Playboy aparecido en 1963 sobre "el futuro de la vida" en el que 12 expertos, entre los que se contaban escritores de ciencia ficción como Arthur C. Clark y Isaac Asimov, discutían sobre las posibles derivas de la especie humana, en A man and a woman make love Byrne recupera una ronda de conversaciones que tuvieron algunos personajes centrales del movimiento surrealista francés sobre el tema del erotismo. En enero de 1928, artistas escritores como Yves Tanguy, Jacques Prévert y Marcel Duhamel se reunieron en un apartamento parisién para discutir el asunto en lo que sería una de las muchas conversaciones que serían transcritas y publicadas en La Révolution Surréaliste algunos meses más tarde.
Gerard Byrne retoma el tema alquilando equipo y estudios de la televisión pública irlandesa para recrear aquellas conversaciones. Tras la grabación, Byrne optó por una edición fragmentada en cinco pantallas, que fueron montadas en una antigua sala de fiestas en Kassel. Mediante la espacialización y el contexto en que se montó el trabajo, el artista quiso acercarse al ambiente parisién del momento.
La obra de Byrne es exigente con el espectador. Se basa en un profundo rigor conceptual y en exhaustivos procesos de investigación. Pero, al mismo tiempo, destila un sentido del humor y una ironía que la torna cálida y accesible. Si están en la capital británica o prevén ir pronto, no se la pueden perder.