Uno de los momentos de la performance Writing Corpora el pasado jueves en Vigo

La inauguración ha durado tres días, de jueves a sábado. El MARCO de Vigo lanza así su propuesta más ambiciosa de este 2012, la exposición más especial que coincide con el décimo aniversario del centro, que coproduce junto a LABoral de Gijón, donde la veremos en otoño. Se titula Presencia activa. Acción, objeto y público y analiza el rol del artista y del espectador, así como las infinitas posibilidades de interacción entre ambos. Lo hace con instalaciones y performances escogidas por los comisarios Sergio Edelsztein, director del CCCA de Tel Aviv, y Kathleen Forde, comisaria de EMPAC (Experimental Media and Performing Arts Center), de Nueva York. Entre las propuestas vemos a Thom Kubli que batió su propio récord del Solo de guitarra más largo jamás interpretado, que tenía establecido en 6 horas y 18 minutos. En Vigo estuvo con su guitarra 7 horas, 5 minutos y 4 segundos sin soltarla. A partir de ahora, será el público, previa cita, quien intente arrebatarle este nuevo récord.



También a La Ribot, con un trabajo que diluye los límites tradicionales entre danza contemporánea y arte; a John Bock con un juego con el teatro del absurdo y los entornos improbables. SUE-C+AGF invitan al visitante a entrar en el mundo de las adicciones en Infinite Jest, una instalación con película en directo y Sergio Prego invita a sumergirse en metros de tubo neumático. Mads Linnerup invita a culturistas locales a hacer sesiones de work out en el museo utilizando varias esculturas interactivas que el artista realiza allí mismo, mientras Sergio Prego presenta otra de sus instalaciones de tubos neumáticos inflados por donde el público podrá pasearse, como vimos hace poco en su exposición en la galería Soledad Lorenzo. Alastair MacKennan presenta una performance que elude al pasado del MARCO como prisión, mientras el gallego Carlos Rodríguez-Mendez conecta el museo con la calle a través de varias acciones en distintos espacios públicos.



De todo el elenco de artistas, hay uno que destaca por encima del resto. Es Gary Hill (Santa Mónica, 1951), considerado por la propia historiografía del arte como el pionero del videoarte. Desde los años 80, es uno de los artistas que ha trabajado con la idea de videoinstalación como un todo, que envuelveal espectador de manera psíquica y física. Hoy, lleva esa idea a las instalaciones 3D. Algunas de sus piezas se presentan al espectador con sugestiva dificultad; otras se esconden bajo una aparente sencillez formal; en muchas Gary Hill juega muy seriamente con imágenes de figuras o formas, con señales acústicas, con el lenguaje hablado o escrito. En todas, el artista trabaja con las conexiones, profundas y complejas, entre el carácter corporal del lenguaje, las imágenes y la técnica. A ello responde Writing Corpora, su propuesta para el marco de esta exposición. Es una instalación que utiliza la tecnología kinect, empleada por las videoconsolas de última generación, para traducir sus expresiones en un avatar, con el que el público puede interactuar. Es, explica, una extensión del trabajo llevado a cabo en los últimos años: "Trabajo con expresiones idiomáticas que hacen referencia al cuerpo y a varias de sus posibles mutaciones. Writing Corpora juega con textos escritos y hablados, en su mayoría frases que aluden a las partes del cuerpo e imágenes que reiteran esos elementos con cierta ambigüedad o que son un contrapunto del lenguaje autoconsciente del cuerpo. Mediante medios interactivos, cualquier espectador se convierte en algo incrustado en este trabajo".



Gary Hill propone al espectador una experiencia casi imposible: alcanzar una realidad más allá de los de los sentidos, con la que cuestionarnos ésa en la que vivimos. Dice que su proceso de trabajo es lento: "Tengo que ser paciente y estar alerta cuando ese proceso me da feedback para avanzar", añade. Trabaja con el vídeo para interrogar el propio medio. No le interesa en absoluto la distinción entre vídeo e instalación: "Me veo más involucrado con el espacio de la escritura, con una especie de camino procesual entrelazado con la cibernética. Los textos de Maurice Blanchot y su pensamiento son vitales para mi trabajo", explica. Recordando al escritor francés, Hill habla de su interés por la escritura fragmentada, por las muchas temporalidades que en ella concurren y por el silencio. Su vídeo más celebrado es, precisamente, una exploración del universo Blanchot. El título, Incidence of Catastrophe (1988) se convierte en metáfora de su trabajo como artista. "Todo mi trabajo responde a un único motor: el ensayo y el error, como en la vida misma", añade.



Pronto descubrió que la suya estaría vinculada para siempre al arte: "Fue cuando tenía 15. El hermano mayor de un muy amigo mío hizo una escultura soldada y me fascinó tanto que empecé a hacer esculturas completamente influenciados por él. Su nombre es Anthony Park. Supongo que mucha gente le verá como un outsider, pero a mí me cambió la vida", explica. ¿Y al vídeo, cómo llegó? "Llegué realmente por casualidad en Woodstock, Nueva York. Llamé a la puerta del Woodstock Community Video para registrarme e, inmediatamente, empecé a grabar cosas. Me grabé a mí mismo y luego y jugué mientras grababa, interactuando con la reproducción. Fue un acceso inmediato y de plena satisfacción. Siento como si, en cierto sentido, siga haciendo lo mismo excepto que el lenguaje ha doblado el proceso", dice.



-¿Cuál es el futuro del vídeo?

-El vídeo es un pasado, no un futuro.

-Entonces, ¿cuál es el futuro de la tecnología en relación al arte?

-La tecnología es siempre una herramienta de flujo. El problema es siempre limitarse uno mismo. Siempre hay un número infinito de posibilidades y los aspectos intermedios lo hacen aún más difícil. Dicho esto, la interactividad seguirán siendo territorio fértil para promover definiciones del ser y la percepción.

-Y el arte, ¿hacia dónde va?

-Es imprescindible conciliar la libertad como artista para trabajar con los horrores del mundo que crecen día a día. Sin embargo, no hay nada más político que la propia y auténtica autoexpresión.

-¿Es el arte elitista?

-El arte no es elitista, pero los políticos y los críticos de arte sí.

-Y, ¿qué es para usted el arte?

-Supervivencia.



Gary Hill es conciso e incisivo en cada una de sus respuestas. Reniega de cualquier idea de "desorientación" en relación a su trabajo: "No me interesa desorientar al espectador. Esa palabra no es adecuada en el contexto de mi trabajo. ¿Si alguien no sabe la respuesta ante algo se supone que está desorientado? Generalmente, siempre que trabajo en una pieza sé lo que estoy tratando de transmitir. Eso podría ser desconcertante, pero nunca el desconcierto está en el seno de lo que me impulsa a trabajar", explica. Lo dice aclarando falsos tópicos en relación a su obra y hablando también del papel del cine en su trabajo: "Quizás uno piense en la idea de "cine expandido" en relación a mi obra, y podría ser a un nivel mundano. Cierto es que hay algunas excepciones, como obras que tienen una puesta en escena importante, como Incidence of Catastrophe y Why fo Things Get in a Muddle. Y otros trabajos que parecen una construcción cinematográfica, como Between Cinema and a Hard Place. Pero en su mayor parte, diría que mi trabajo está bastante lejos del cine", relata.



-¿Y el humor?

-El humor no juega un rol importante pero siempre está ahí. Cuando empecé y ahora. Es uno de los aspectos destacados de la performance que he realizado para esta exposición.

-Ya que la cosa va de presencia activa del espectador, hábleme del rol del público en su obra...

-Uno siempre trabaja con la idea de público, aún cuando ese público es uno mismo. Tengo que asumir que lo que hago como artista es establecer un diálogo con el mundo en general. Es algo así como una cuestión de hecho, en realidad.