Bill Viola, en la Capilla Sixtina. Foto: AFP
Fueron Las Pasiones de Bill Viola (Nueva York, 1951), expuestas en CaixaForum Madrid en febrero de 2005, las que unieron sin remedio al videoartista con Federico Utrera (Almería, 1963) editor, periodista y autor de libros sobre Blasco Ibáñez, los Panero o la periodista Carmen de Burgos "Colombine". "Para un escéptico del videoarte como era yo entonces, cuando todo me parecían tentativas y experimentos que sólo enmascaraban la falta de talento, esa exposición supuso una auténtica revelación y una sacudida". Buscó entonces más sobre la vida del artista y no encontró, así que decidió ser él mismo quien se sentara a escribir. Así nació Viola on Vídeo, la primera biografía de Bill Viola que, editada por varias universidades, este lunes presenta también en CaixaForum arropado por el director del Thyssen, Guillermo Solana (que ese mismo año, 2005, escribía en El Cultural sobre aquella exposición), y Simón Marchán Fiz, catedrático de Estética de la UNED.Su relación con San Juan de la Cruz y con Picasso, su primera venta, ya con 36 años, y, más tarde, las becas famosas y las exposiciones en Nueva York y San Francisco. De todo ha hablado con el artista porque, aunque no es ésta una biografía autorizada, tanto Viola como su mujer, la fotógrafa Kira Perov, han ayudado a Utrera en este libro. "Él ha contestado a casi todas mis preguntas y ella me ha proporcionado unas valiosas fotografías, pero no me han transmitido ni una sola sugerencia sobre el contenido. La libertad ha sido absoluta, lo cual ha entrañado una gran responsabilidad", explica el autor.
Son algo más de 450 páginas con pocos datos sobre su infancia, donde Viola se ha mostrado extremadamente parco a la hora de contestar, y alguno más de su adolescencia, que nos adentran de lleno en el Viola veinteañero que firma su primer vídeo como "William", que cuando nace su primer hijo no dispone siquiera de seguro médico, que celebra su primera exposición en una galería a los 41 años, que sufre también fracaso, depresión e incompresión. Y es que no es ésta una biografía del gran creador y de sus éxitos. "Cuando un artista es reconocido por el público, la crítica y el mercado, sólo se ve ya el relumbrón y el pedestal. Las llagas y las heridas no interesan. A mí me sucede lo contrario", dice Utrera. Por eso el libro acaba en 2002, precisamente cuando llega el éxito de Las Pasiones y el reconocimiento internacional. Y se cierra así el círculo.