La cultura es, según Naciones Unidas (ONU), un vehículo de expresión e inclusión eficaz para todas aquellas personas que tienen algún tipo de discapacidad. El arte ofrece una experiencia enriquecedora, lo que para muchos no es otra cosa que una manifestación clara del verdadero poder de la cultura. Sus beneficios son más que saludables: implican una mejoría indiscutible en la calidad de vida de aquellos que, con discapacidades, la practican a través de sus múltiples manifestaciones. Su estrategia para la inclusión de la discapacidad constituye la base de un progreso sostenible y transformador. El objetivo, señala la ONU, no es otro que el de conseguir la realización plena y completa de los derechos humanos de todas las personas con discapacidad como un componente “inalienable, indisociable e indivisible” de todos los derechos humanos y libertades fundamentales.
Con motivo de la celebración, el 3 de diciembre, del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, ACCIONA y EL ESPAÑOL han organizado una mesa redonda bajo el título ‘El poder saludable del arte’ para profundizar en la influencia que ejerce la cultura en la mejora de la vida de personas con discapacidad intelectual. Como puntos destacados, el normalizar, la educación y la colaboración de las empresas e instituciones para ayudar a la integración de estas personas.
“Creemos que el camino para lograr sociedades más inclusivas y justas pasa por tener una cultura hecha por y para todos”, comenzaba en la mesa redonda Marta Moreno, directora de Recursos Humanos de ACCIONA CULTURA. Así, los talleres en colaboración con distintas entidades son claves para que las personas expresen su creatividad siempre intentando “que nuestros proyectos sean accesibles para todo el mundo y que esa cultura tenga ese efecto sanador y de cambio en la sociedad”. Para ello, el trabajo y la sensibilización de los empleados es fundamental en ACCIONA: “La suma de talentos diferentes y la diversidad hace que ese poder transformador de la cultura impacte”, destacaba Marta Moreno.
A través de la experiencia vivida en un proyecto que llevó a cabo en Andorra para personas con diferentes discapacidades (TDA, esquizofrenia, Síndrome de Down…), Guillermo Cervera, conservador general de la Colección Carmen Thyssen, se dio cuenta claramente de que el arte sirve como “vehiculador de diferentes realidades”. Lo que sucede es que “la gran mayoría de museos ofrece un producto estándar. Las diferentes realidades piden que ese arte sea inclusivo, llegue a todo el mundo, con diálogos menos académicos y más universales”, añadía.
En este tema tan concreto del cerebro humano no podía faltar en esta mesa redonda la parte científica. Mara Dierssen como neurobióloga y especialista en la investigación de elementos conductuales de cerebros de personas con discapacidad apuntaba que “lo diferente a nosotros no nos gusta”. Y continuaba: “Hasta que no te expones a esa persona no rompes ese estereotipo que tenemos culturalmente establecido”. ¿Por qué la música, por ejemplo, para ayudar a estas personas con discapacidades? “La música en el cerebro activa las áreas auditivas y muchas zonas implicadas en el cerebro social: la empatía, el placer y el área de la colaboración, que cuando las activas en personas diferentes al mismo tiempo es tremendo”.
Siempre ha habido mucha relación entre creatividad y trastornos mentales y en el arte esto nunca ha sido un impedimento, al revés, ¿la razón? “si tú ves una obra de arte no sabes decir si el artista es hombre o mujer, de dónde viene o de qué época. Es un elemento democratizador”, destacaba Sara Rubayo, historiadora de arte e influencer en temas relacionados con el mundo artístico. A través de su experiencia realizando visitas guiadas con personas con discapacidad, Sara se dio cuenta de que “es fascinante cuando se hacen grupos pequeños, ya que se abren, se relajan, incluyen a esas personas y son uno más (…) El arte, así, es una excusa perfecta para que todo fluya”. Y, es más, según Javier Lumbreras, coleccionista y filántropo diagnosticado con déficit de atención e hiperactividad, “en lugar de matar a las brujas en la hoguera, teníamos que haber aprendido de ellas”.
¿Cómo puede ayudar el arte?
Javier Lumbreras descubrió que tenía una gran capacidad de entender la pintura abstracta, se encontraba a gusto entendiendo la creatividad de los demás, empezó a estudiar sobre el arte y a coleccionar: “Esa capacidad de leer otros lenguajes hace que desarrollemos mucho más la intuición y el conocimiento emocional”.
Tanto para él como para el resto de ponentes esa parte de la emoción es fundamental. Según Guillermo Cervera, “hay que buscarla (…) Permitir ver las reacciones ante determinados colores, por ejemplo”. Sobre todo, dejando de lado el academicismo y llegar a todo el mundo a través de la parte emocional (…) Al final es como podemos encontrar esa empatía en cada persona”.
José María Batalla, fundador de La Casa de Carlota y Boal, explicaba que la clave fundamental está en normalizar: “Cuando normalizas es cuando haces que las cosas se estandaricen. Todos tenemos unos prejuicios increíbles y esto tiene que cambiar (…) Hay personas con discapacidad con talento y hay que destacarlo además de normalizar las cosas”. Él mismo se dio cuenta cuando en su estudio de diseño comenzaron a trabajar con ellos y “encontraron talento muy bueno”. Tanto es así que unido a la parte de diseño que les caracteriza, abrieron “un área que solo hace arte que no está en los circuitos habituales” para dar salida a ese talento de estas personas, “explotarlo, darles la oportunidad y apreciar lo que saben hacer”.
Por eso, Marta Moreno añadía que “si no lo hacemos accesible para que ellos puedan participar, difícilmente van a poder aportar (…) Nos perdemos una parte muy importante del talento de la sociedad”, donde la expresión es clave. “El beneficio más claro es poder expresar lo que sientes” y el arte lo consigue en esas personas con discapacidad que de otra manera no saben o no pueden, tal y como destacaba Mara Dierssen. Y continuaba: “No es una cuestión de inclusión, es dejar de creernos que somos distintos; hay que introducir a esas personas en nuestro quehacer diario”. Fundamental también evitar el proteccionismo y la compasión: “Es muy importante no hacer guetos”, decía, y facilitar, así, una interacción y para ello la educación es muy importante. Pero también ese estar libres de prejuicios y esa inocencia e ingenuidad que normalmente caracteriza a las personas con discapacidad.
Sara Rubayo lo tiene claro: “Efectivamente, usan el arte como herramienta de purga, ya que con palabras muchas veces no pueden” y, al mismo tiempo, “son más libres y se expresan así, lo mismo que al recepcionar una obra de otra persona sin importar si es abstracto o figurativo. Están libres de prejuicios, con una mirada mucho más realista (…) En eso tenemos que aprender mucho de ellos”. A lo que añadía José María Batalla que “cuando nacemos todos nos tratamos de expresar a través del trazo y luego vamos creciendo y nos van guiando, educando.., nos están cortando la creatividad (…) Las personas con discapacidad intelectual ese proceso lo han seguido, pero todos son capaces de volver a la fase inicial, siguen volviendo a esa ingenuidad de niño pequeño”, lo que es maravilloso en el arte.
Vuelve a ver el directo pulsando en el siguiente enlace.