“Si escuchas campanas es porque estoy en un monasterio ahora mismo”, comenta María Oruña (Vigo, 1976) al otro lado del teléfono. La escritora aprovecha el hueco que le ha dejado la promoción de su última novela, Lo que la marea esconde (Destino), para escaparse unos días al Monasterio de Oseira en Ourense, el enigmático lugar que dio, en parte, forma y fondo a su anterior título, El bosque de los cuatro vientos. Desde su publicación, le dicen los monjes, se han multiplicado las visitas al enclave religioso. No es de extrañar, si tenemos en cuenta que con más de 300.000 lectores a sus espaldas, desde que en 2015 publicó Puerto escondido, su nombre ha pasado a copar las listas de los más vendidos en España. “No es algo que ahora mismo suponga un estupor por mi parte porque ha sido muy progresivo —reconoce hoy la escritora desde un claustro "lleno de lavanda" —. Han sido muchas horas de trabajo, mucho esfuerzo y de no caer en la tentación de repetir la fórmula”.
De abogada laborista y mercantil a escritora profesional, Oruña cuenta que el punto de inflexión en su carrera fue el nacimiento de su hijo. “Trabajaba en un bufete internacional más de diez o doce horas al día y aquello resultaba incompatible con la maternidad. Empecé a trabajar desde casa, monté el despacho allí y al principio en el cambio dediqué unos meses exclusivamente a mi hijo”. Inquieta, pronto aquello le supo a poco. “Entonces escribí Puerto escondido —comparte—. Lo hice sin ninguna pretensión. Yo no tenía ni idea del mundo literario ni a quién me tenía que dirigir, no conocía a nadie ni nada parecido. Busqué un agente y en dos semanas estaba en Planeta”.
Pregunta. ¿Y cómo cambió su vida desde entonces?
Respuesta. Pues radicalmente porque ya me di de baja como abogada y ahora soy escritora profesional. Sé que soy muy afortunada por poderme dedicar solo a escribir. Antes sentía que hacía mi trabajo pero que no era relevante, no hacía nada que fuese a perdurar o que realmente ayudase a la gente, sin prejuicio de que resolviese problemas laborales o mercantiles. Ahora, aunque no sea un trabajo fundamental, aunque no cambie radicalmente la vida de nadie, sí que es bonito y es mucho más emocionante ver que con mi trabajo acompaño a algunas personas, que se sienten inspiradas y les hace soñar.
Los golpes de la vida en la ficción
P. En Lo que la marea esconde retoma su saga de Puerto escondido, de la que ya ha escrito cuatro novelas —junto con Un lugar a donde ir y Donde fuimos invencibles—, ¿cómo han evolucionado su historia y su protagonista Valentina Redondo en estas cuatro entregas?
R. En cada novela he tratado temas muy distintos y he procurado que los registros técnicos y literarios sean diferentes, acordes con la trama. No es fácil escribir siempre sobre los mismos personajes porque hay que dibujarlos lo suficiente para los nuevos lectores y no demasiado abundantemente para los que ya los conocen. Tampoco pueden ser estáticos, así que sobre todo trato que su evolución personal no vaya en contra de la evolución de la saga, que si alguien empieza por el cuarto pueda interesarse por saber de dónde viene pero que pueda manejarse cada historia de forma independiente. Estoy muy contenta con la evolución porque para mí ocurre como en la vida. Son todos personajes corales, no es que Valentina sea una superdetective infalible tipo Sherlock Holmes o Poirot, sino que ella realmente consigue sus objetivos por perseverancia y por su equipo. Hay novelas en las que brilla más y otras en las que otra parte del equipo destaca por encima de ella. En Lo que la marea esconde sí que toma más relevancia porque su vida personal por primera vez afecta al ritmo de la investigación.
"La vida es programar cosas y tener que desprogramarlas. Es llevarse golpes. Y ante lo irremediable, a veces llegamos a un tipo de desconsuelo que sabemos que nos va a acompañar siempre"
P. De hecho en esta última novela aborda el tema del duelo y la pérdida, ¿cómo lidia con ello?
R. Me han preguntado mucho por qué le he hecho esto a Valentina. No es que haya sido por maldad o por darle un giro de tuerca a ver qué tal salía, sino porque para mí es la realidad. Pienso que la vida es programar cosas y tener que desprogramarlas. Es llevarse golpes. Vamos a tener pérdidas o nos vamos a sentir culpables o responsables alguna vez por algo que hayamos hecho. Y ante lo irremediable, a veces llegamos a un tipo de desconsuelo que sabemos que nos va a acompañar siempre, que es una oscuridad que se no has instalado dentro, pero no solemos hablar de ello, al igual que tampoco solemos hablar de la muerte. Utilizamos fórmulas del tipo “no te preocupes que el tiempo todo lo arregla”, “todo saldrá bien”, y no siempre todo saldrá bien. A veces las cosas no tienen solución y tú tienes que saber o intentar tener la inteligencia emocional suficiente para seguir navegando sobre las mareas, o sencillamente sientes que no hay remedio y te hundes.
P. En ese sentido, ¿diría que es su novela más oscura o pesimista?
R. No, porque al final siempre en mis novelas queda un campo para la esperanza. A pesar de la dureza de los hechos siempre tienes la posibilidad de rearmarte. Otra cosa es que lo consigas. Lo que la marea esconde, de hecho, comienza con una pérdida, con algo irremediable que es la historia de Pablo Ramos que se ha quedado paralítico muy joven y se ha rearmado, ha buscado otro camino en la vida, se ha dedicado al tenis y es razonablemente feliz, a pesar de haber paseado por el abismo. Esto es algo que vamos a ver en otros personajes: qué hacer ante lo irremediable.
Agatha Christie o Conan Doyle: vuelta al crimen clásico
P. El gran misterio que se plantea en este título es un misterio clásico, un crimen de habitación cerrada, ¿es un homenaje a Agatha Christie y este tipo de novela más clásica?
R. Sí, es un homenaje deliberado. No solamente a Agatha Christie sino a otros grandes autores como Edgar Allan Poe, Bruce Montgomery, incluso Arthur Conan Doyle. Es un guiño que hago y no solamente con las citas que aparecen al comienzo de cada capítulo, que son una pista de lo que va a suceder después, sino también con el plano aéreo que sale en la novela, por ejemplo, que en todas las novelas de este tipo se solían incluir, o con el lenguaje efectista: el “señoras, señores, se ha cometido un crimen”, como dice el capitán en el primer capítulo. También es el tipo de sociedad en la que se comete el asesinato. Normalmente los crímenes de la serie se producían en el ámbito rural, aquí los llevo a un ámbito urbano. Logro que siga siendo Valentina, a pesar de ser de la guardia civil, la que gestione el asunto al ser un crimen que sucede en el mar. Pero si te fijas en todas estas novelas de finales del siglo XIX y principios del XX, todos los criminales y las víctimas eran de alto nivel social. Esto era novedoso. Porque no solamente los vagabundos, los mafiosos, los maleantes estaban en el mundo del crimen, sino que nos equiparaba a todos, una vez que nos quitábamos los ropajes sociales y de la idiosincrasia cultural del momento, todos éramos la misma piel y huesos.
"En las novelas de finales del siglo XIX y principios del XX, todos los criminales y las víctimas eran de alto nivel social. Esto era novedoso. Nos equiparaban a todos"
P. Comenta, no obstante, que su novela favorita de este género es El misterio del cuarto amarillo, de Gaston Leroux, ¿por qué?
R. Porque es uno de los más completos. No se limita solamente como Poe a resolver el misterio de quién y cómo lo hizo, ni tampoco al relato de La banda de lunares, de Sherlock Holmes, que es posterior, que no solamente explicaba quién, cómo y por qué, sino que buscaba el origen y la finalidad, lo explicaba de una manera completamente racional. Con Conan Doyle llegamos al mal en sí, a una motivación maligna por parte del ser humano. Después seguimos avanzando y encontramos la primera novela de Agatha Christie, El misterioso caso de Styles, y ahí ya la trama es más compleja, hay más reflexiones. Pero antes que Christie estaba ya este Misterio del cuarto amarillo en la que ya se jugaba con las dobleces de las personas, con las mentiras, las verdades matizadas. Era una elaboración más compleja y la solución no venía de mano del azar. Creo que es la que da la solución más razonable, más plausible al misterio, y por eso me gusta, porque escapa de la fantasía y porque la novela tiene peso y solidez.
P. Cita a Agatha Christie en su novela: “Es horriblemente fácil matar a la gente”. ¿No le da la sensación de que es una afirmación terroríficamente actual?
R. Pues sí, y fíjate qué actual es todo eso. Es que no cambiamos nada. Realmente solo es pasar ese límite y ya está. Pero es que esa gente que venía de la Primera Guerra Mundial, de ver morir a gente todos los días, entonces la línea de cristal, esa línea invisible que tenemos ante lo normal y lo anormal se difuminaba, la moralidad, el concepto del valor de la vida era volátil. Ahora no, ahora estamos acostumbrados a esta mansedumbre, a esta rutina, pero en cualquier momento puede cambiar.
P. Como decía Christie, ¿la peor parte del crimen es su efecto sobre el asesino?
R. Claro, bueno, te das cuenta de lo fácil que es. Todos estos asesinos, como sucede también en la novela, se autojustifican a ellos mismos. “Esto lo hice porque no me quedó más remedio”, o “esta persona era tan mala”, o “es que, es que, es que”... Y nunca hay justificación. A veces sucede, y me lo dicen muchos lectores, que el asesino cae bien. O lo entienden. Esta es la gracia del asunto, que no son malos ni villanos malísimos.
P. De hecho, la víctima de estas novelas tampoco caen bien siempre…
R. Aquí Judith Pombo le cae mal a todo el mundo. Pero luego a lo largo de la novela puedes entrar en consideración de hasta qué punto son tan buenos o se creen tan buenos los visitantes de la goleta y hasta qué punto ella era tan mala o simplemente lo que ella hacía era defenderse antes de que la atacasen.
De la importancia del crimen a la psique de los personajes
P. ¿Cómo cree que ha evolucionado el género de la novela negra a lo largo de los años?
R. Es complejo porque ahora el armario de la novela negra es tan grande que incluso yo cuando recibí Puerto escondido por primera vez y vi en la faja que ponía novela negra, me quedé muy sorprendida. En todas mis novelas hay una parte intimista de reflexión. ¿Esto encaja en la novela negra? Pues malamente. Yo considero que escribo híbridos que entiendo que hay que clasificar de alguna manera, pero yo estoy más a gusto con la etiqueta de novela de misterio y ya está. Ahora es imposible que escribamos como antes porque el mundo ha girado. Es diferente. Nosotros mismos somos distintos. En la novela de misterio actual sí que se ahonda más en la psique de los personajes. Agatha Christie decía en su autobiografía que una novela policíaca con 50.000 palabras era suficiente, 70.000 si los editores se ponían pesados, que eso son 250 páginas, más o menos. Hoy lo más habitual son 350 o 400. Pero porque se ahonda más en los personajes en sí. No son tan estereotipados: el bueno, el malo, el ambicioso, el amargado... No, aquí el amargado también tiene puntos de luz. Se profundiza más y creo que en eso sí ha habido una evolución. Pero no quiero decir ni que sea positiva ni negativa, simplemente son tiempos diferentes y centramos nuestra atención también en otras cosas.
"Agatha Christie decía que una novela policíaca con 250 páginas era suficiente. Hoy lo más habitual son 350 o 400. Se profundiza más en la psique de los personajes"
P. Christie, Poe, Conan Doyle... ¿todos estos autores remiten a su formación como lectora, a sus primeras lecturas? ¿Cuáles son sus referentes?
R. Yo soy un batiburrillo de lecturas. Soy muy heterogénea. De hecho el otro día se sorprendía un periodista que me pidió que le recomendara un libro, solo uno, y yo recomendé Paraíso en la otra esquina de Vargas Llosa. Pero claro, hay tanto... Es que estamos hechos de lecturas. Pero sí que hay un autor que me fascina que nunca se hable de él o que en crítica literaria sea denigrado incluso, que es Dan Brown. Es un autor de best seller que yo cuando lo leía recuerdo que pensaba que te puede gustar el estilo narrativo, la musicalidad del texto o no, pero es cierto que sabe mantener el ritmo, su trama te engancha, incluso hizo algún thriller científico, y utilizaba escenarios reales. Esto a mí me llamó la atención hasta el punto de que cuando empecé a escribir decidí que yo también quería utilizar escenarios reales, no imaginármelo todo.
P. Ya ha revelado que su próxima novela estará también protagonizada por Valentina Redondo, será la quinta de la saga, sin embargo la hemos visto anteriormente con otros registros, como El bosque de los cuatro vientos, ¿le gustó aquella experiencia? ¿Volverá a experimentar con otro género?
R. Fue una pasada y eso que publicamos el libro en plena pandemia. Hice tres presentaciones nada más y fue un éxito de ventas. La historia es interesante, solamente hay que ponerla en el envoltorio adecuado. Fue una aventura increíble. Es muy posible que si yo cambio de nuevo de registro sea también hacia vertiente histórica, de aventuras, siempre con algún misterio de por medio porque incluso la novela histórica la comencé con un crimen. En mis novelas la parte lúdica siempre es el crimen, eso me da pie para investigar el quién lo hizo, pero solo es una excusa para hablar de otros asuntos.