¡Buenos días!
Estuvieron a punto de ganar estos poemas:
Mari Carmen Pavón
Sestea el perro guardián
a la sombra del naranjo.
Ríen las abejas sobre su cabeza.
La imagen plácida que se nos ofrece en sus contornos nítidos luce una placidez que al mismo tiempo esconde, en su detenimiento, su amenaza al acecho. Es una sensación sutil, suspendida en el aire. La imagen final redondea la composición desde el detalle.
Marta
Cuando agoniza el cálido acorde
y susurra el silencio su sombra
el vacío llena mis atardeceres
La elegancia de la expresión nos va introduciendo paulatinamente en un mundo propio, entre silencios y matices, con una ausencia que se va adueñando con fuerza del paisaje. Imágenes sencillas y con fondo, en unos versos como pinceladas de esbelta fragilidad.
Medea
Las hojarascas se trituran
bajo el pálido roce de llovizna
tiemblan, en el murmullo celeste del pájaro.
Muy buen poema, escrito desde los sentidos, con ese primer verso que casi podemos escuchar en la lectura, además de ese tan sugerente “pálido roce de lluvia”, antes de la explosión -o del “temblor”- final, en esa imagen plena que es un “murmullo” de belleza.
Pero el ganador es
En este poema de ambicioso planteamiento cada verso es un estallido con autonomía metafórica y fogonazo verbal. Entre sí se encuentran en esa fuerza interior de placas tectónicas al encuentro de sí mismas. Cada imagen es honda en sentido y evocación, con multiplicidad de líneas de lectura. El cierre concentra su potencia sonora y visual.
Tema de la próxima semana: “Los pactos”. Pasamos de un tema más aparentemente lírico a otro que lo es —aparentemente— menos: los pactos. Políticos o de convivencia, íntimos o exteriores, de familia o laborales, emocionales, amorosos o de Estado. Pactos. Escribamos sobre esto, en 3 versos y no más de 140 caracteres. Porque la poesía está en todo y sobre todo puede, igualmente, versar. Escribamos sobre esa necesidad de llegar a acuerdos para salir adelante, sacar la cabeza y respirar. Sobre la necesidad de mantenerlos en las horas más frágiles, o quizá de romperlos para seguir viviendo.