¿Qué libro tiene entre manos?
Quijote Welles de Agustín Sánchez Vidal, de quien tuve el honor y el gusto de recibir clases en la Universidad de Zaragoza, de esto hace ya bastantes lluvias.
¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?
Una traducción horrenda, una escritura chapucera, la vaciedad de ideas, la justificación de la crueldad.
¿Con qué personaje literario le gustaría tomarse un café mañana?
Con Ana Ozores.
¿Cuáles son sus hábitos de lectura: es de tableta, de papel, lee por la mañana, por la noche…?
Yo soy de papel. Gusto de oler las páginas como los antiguos aspiraban rapé. Leo a diario, después de cenar, hasta que se me caen los párpados.
Cuéntenos alguna experiencia cultural que cambiara su manera de ver la vida.
Un profesor de Bachillerato, don Pedro Manchola, me metió el gusanillo de leer, me enseñó a poner las tildes, corregía y comentaba de manera estimulante mis primeras tentativas literarias.
¿Cree que ese niño nacido en el barrio de Ategorrieta de San Sebastián se reconocería en el escritor que hoy es?
No me extrañaría que saliera corriendo en busca de su madre al ver mi aspecto actual. “Amá, amá, un señor calvo y con barba blanca dice que soy yo.”
¿Qué ganan y qué pierden los artículos de Utilidad de las desgracias al convertirse en un libro?
Los textos son los mismos. Reunidos en libro, invitan a un tipo de lectura diferente, ni mejor ni peor, quizá menos dispersa y menos mediatizada que la que puede llevar a cabo quien viene de empaparse de política y se encamina hacia los deportes o hacia el sudoku.
¿Qué es lo más sorprendente que el lector que no los disfrutó en su día va a descubrir de usted?
Ofrezco al lector las reflexiones de un hombre que piensa por libre, ama las humanidades, confía en la educación, reprueba la violencia, colecciona y agradece los pequeños placeres. Si algo de todo esto sorprende a alguien, yo estaré encantado.
¿Entiende, le emociona el arte contemporáneo?
El buen arte me emociona siempre, sea o no contemporáneo.
¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?
Creo que un Dalí haría juego con el color de nuestro sofá.
¿Se ha “enganchado” a alguna serie de televisión?
Soy un lego en la materia. Estoy tan enganchado a los libros o los libros a mí que apenas me queda tiempo para más.
Ahora que ya ha visto Patria (la vio antes que nadie, en realidad) ¿qué le ha parecido, hace justicia al libro?
Fue una experiencia emocionante reconocer en pantalla a mis personajes y verlos interpretados por actores de grandísimo nivel.
¿Desmiente a quienes le acusaron de equidistante?
Sí, no, depende de la azotea ideológica a la que se suba el opinante. A mí no me parece que la serie fuera hecha para condescender con nada ni con nadie. Cuenta una historia descarnada y lo hace con verosimilitud.
¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?
La crítica en privado, cuando hay tiempo de subsanar errores, me sirve siempre. En cuanto a la otra, presto atención a los juicios de unos cuantos críticos cuyo criterio y conocimiento admiro.
¿Le gusta España? Denos sus razones.
Me gusta sin dejar de ver sus defectos. España es la parcela del planeta donde más amigos tengo. España es mi infancia, mi idioma materno, mi primer beso a una chica, mis estudios, la Cuesta de Moyano, el gol de Zamora en el Molinón y un sinfín de afectos a los que no renunciaré jamás.
Déjenos una idea para mejorar la situación cultural de nuestro país.
Un sistema educativo digno de tal nombre, fomento de la lectura, protección de las humanidades, esas cosas.