¡Buenos días!
Esta semana ha estado muy igualada no sólo la elección del ganador, sino la de los otros tres finalistas, que finalmente han sido:
Gabriel Pérez
La soledad de mi sombra muere
con el amanecer que atrapan
los dedos de mi estómago.
Ya el comienzo nos habla desde un punto de vista de extrañeza: una soledad que muere con independencia de su sujeto. Sin embargo, la imagen final es la de una agonía que se nos aferra por dentro. Y eso está muy bien expresado, con potencia plástica y verbal.
Huracanblue
Cansa demasiado viajar desnudo y solo
Avivar las hogueras que la palabra enciende
Trenzar la cabellera humeante del bosque
Realmente cada uno de estos tres versos es un poema con fuerza autónoma y fogonazo pictórico, como un gran lienzo en el que podemos habitar sus recovecos, un Bosco poético en el que se va revelando el poder redentor de la palabra como fuego encendido.
Cecilia
Las llamas que alcanzan la corriente dormida
avivan con sus chispas sin aliento
una fragua de bosques presentidos.
Poema de visual belleza, pero también misterio en las imágenes que nos ofrece desde el principio. El segundo verso marca un interesante punto de giro con esas “chispas sin aliento” que también encienden el poema, antes del estupendo verso endecasílabo final.
Pero el ganador es
Ana Marìa
Atrás, niños que juegan al futuro. /// Ramas desnudas memorias de un naufragio. Llegué aquí sin timón, /// pero con remos.
Aquí el registro no es el fuego verbal, evidente y brillante en los tres poemas finalistas. Tenemos imágenes sencillas y sugerentes en los dos primeros versos. Nos sorprende la revelación final, ese llegar “sin timón” —o sea: sin rumbo—, pero “con remos”. Porque la vida y escribir es esto: remar, remar. Aunque no sepamos hacia dónde. Escribir y remar.
Tema de la semana: “Segundos trenes”. Se dice que hay trenes que sólo pasan una vez, y en parte es cierto. Pero también la vida es tan incierta y compleja que nos ofrece a veces, aunque no hayamos sabido —o podido— subir a los primeros, la oportunidad o la ocasión de subirnos a los segundos trenes. No hablo exactamente de las segundas partes, sino de las segundas oportunidades, cuando ya pensábamos que la primera seguro fue la única, porque en su momento la perdimos. Escribamos de esto en 3 versos y no más de 140 caracteres: de nuestra capacidad o nuestra fortuna para distinguir esos segundos trenes cuando llegan, agarrarlos y subirnos al último vagón, aunque sea en marcha.