Es su novela más personal hasta el momento. La primera ambientada en Ginebra, su ciudad natal, y la primera que escribe tras la muerte de su editor en enero de 2018. Artífice del éxito de La verdad sobre el caso Harry Quebert, Bernard de Fallois le dio a un desconocido Joël Dicker (Ginebra, 1985) su identidad como escritor en un momento crítico de su carrera literaria. Cuando ambos se conocieron, Dicker ya había publicado Los últimos días de nuestros padres sin mucho éxito y había escrito otras cinco novelas que habían sido rechazadas por las editoriales. Fallois no solo le publicó, sino que se encargó personalmente de llamar una a una a cientos de librerías para promocionarlo. Aquello funcionó, cuenta el autor de títulos como El libro de los Baltimore o La desaparición de Stephanie Mailer. La verdad sobre el caso Harry Quebert se publicó a la vez que Una vacante imprevista, de J. K. Rowling, pero los libreros ya lo conocían y rápidamente se convirtió en éxito de ventas mundial. “Para mí era muy evidente lo que era, pero me costaba muchísimo asumir mi condición de escritor públicamente –comparte hoy-. Como si fuera un entrenador para un boxeador, él fue quien me ayudó, me impulsó y me aconsejó. Fue mi motor”.
El resto es historia. Convertido en uno de los escritores más leídos en la actualidad, con más de nueve millones de lectores por el mundo y traducido en 42 países, Joël Dicker recuerda ahora sus orígenes y al que fuera su mentor en El enigma de la habitación 622 (Alfaguara), una novela que es también un suspense donde se mezclan un triángulo amoroso y juegos de poder, traiciones, espionaje y envidias con la banca suiza como decorado y un enigmático asesinato ocurrido en una habitación de hotel.
Pregunta. Escribe por primera vez, además, de su ciudad natal y ha comentado que es su novela más personal, ¿lo considera un punto de inflexión en su trayectoria?
Respuesta. Es difícil decirlo ahora, habrá que esperar un poco más para poder ver el impacto del libro en mi carrera. Pienso que, como autor o lector, el efecto de un libro no se puede evaluar hasta tiempo después de leerlo, cuando nos acordamos de él o cuando reflexionamos del efecto que ha podido tener en nosotros. Sí que es cierto que es una etapa importante para mí. Es importante para mí haber podido situar la intriga en Ginebra, la ciudad en la que vivo y en la que he nacido. Tenía muchísimas ganas de narrar algo que tuviera que ver con mi realidad, aún tratándose de un mundo imaginario. Lo difícil ha sido poder hablar de la ciudad sin describirla, relatando algo que ocurre ahí a partir de mis sentimientos y de lo que el lugar me evoca. He utilizado ese sentimiento para hacer un relato sobre Ginebra y eso es lo que hace que la novela sea más personal.
"Mi propia madre era librera y conozco cómo trabajan en las librerías independientes todos los días para asegurarse de que todo funcione. Son un eslabón importante en la cadena del libro"
P. Además, es un homenaje a su editor Bernard de Fallois, con quien mantenía una estrecha relación, ¿le ha ayudado su escritura a superar su pérdida? ¿Cómo ha sido recordarle?
R. Sí, la verdad es que sí. Empecé a escribir esta novela precisamente después de su muerte en enero de 2018 porque tenía muchas ganas de contar los recuerdos que tenía de él. Comencé a tomar nota de aquello y de repente me di cuenta de que quizás escribir una novela de la que Bernard formara parte podía ser una manera de tenerlo cerca de mí. En mis obras anteriores él también había estado presente porque había sido mi editor. Prácticamente leyó todos mis libros, incluso los que nunca se publicaron porque no fueron aceptados por otras editoriales. Todo lo que yo había escrito él lo conocía. Esta es la primera novela que él no va a poder leer y de alguna manera al crear un personaje sobre él, al introducirlo, ha sido una forma de conseguir que él estuviera en contacto conmigo.
P. Cuenta en su novela cómo fueron sus inicios y la importancia que tuvieron los libreros en la promoción de La verdad sobre el caso de Harry Quebert, ¿qué escala ocupan en la industria literaria?
R. Lo que cuento en el libro es verdad. Ocurrió así. Bernard realmente llamó uno a uno a todos los libreros para pedirles que leyeran mi libro. Mi relación con ellos siempre ha sido muy importante. Mi propia madre era librera y yo conocí personalmente el oficio de los libreros independientes que trabajan todos los días en su tienda para asegurarse de que funcione. Ellos son uno de los eslabones más importantes de la cadena a la que está sometido el libro. Y no solamente porque tengan esa capacidad de difusión y promoción del libro ni tampoco porque mi madre lo fuera, sino porque cada vez que yo voy a una librería me recomiendan títulos que yo no leería si no es por ellos. Miro la cubierta y pienso que no me gusta. Pero ahí está el librero para sacarme del error y decirme que merece la pena. Y todas las veces esto funciona. Ellos tienen esa capacidad que para hacer que leamos libros que de lo contrario no leeríamos y hacer que salgamos de nosotros mismos. Eso me parece muy importante.
"Tengo un vínculo muy especial con Madrid, una ciudad maravillosa en la que yo podría vivir. Su Feria del Libro es la mejor del mundo"
P. En El enigma de la habitación 622, sus personajes viajan varias veces a Madrid. ¿Qué tiene de especial la capital española?
R. Tenía ganas de hablar de Madrid porque es una ciudad que me gusta muchísimo. Tengo un vínculo muy especial con ella. Es una de las primeras ciudades donde viajé para hablar de mis libros en el extranjero y me acuerdo de la repercusión que tuvo, de su bienvenida y del placer de encontrarme con sus lectores. Fue especial poder participar en la Feria del Libro, situada en el maravilloso y extraordinario parque del Retiro con ese ambiente. Para mí es la mejor Feria del Libro del mundo y Madrid una ciudad maravillosa en la que yo podría vivir, me siento bien cuando voy y me apetecía muchísimo rendirle ese pequeño homenaje.
P. El enigma de la habitación 622 es una historia de suspense que, en esta ocasión, se introduce en el mundo de la banca, ¿por qué le interesaba ese contexto?
R. La idea de la banca lo que hizo fue proporcionarme un decorado que se presta a la intriga. No se trata de un libro donde se hable del mundo de la banca donde se tomen decisiones económicas, no. La banca está ahí como decorado y además se presta muy bien al suspense porque es un lugar discreto, de paso, misterioso y de secretos. Pero no se trataba de hablar del sistema bancario suizo, en absoluto.
P. Las traiciones y la envidia son algunos de las emociones que aborda aquí, ¿es difícil pelear contra ellas? Usted mismo es un escritor de éxito, ¿siente a veces que le envidian?
R. Yo quería hablar de estos sentimientos porque son precisamente muy humanos. Todos nos hemos sentido en un momento dado así, todos hemos sentido envidia, por ejemplo, pero eso no quiere decir que uno tenga que matar a alguien por ello o por celos, aunque ocurra. Hay todo un espectro de sentimientos que nosotros podemos sentir y que pueden llevar a algunas personas a sentirse desbordadas y acometer un crimen. La idea de ese sentimiento que cualquier puede tener y con el que cualquiera puede conectar, que de hecho pueda a hacer que alguien llegue a una situación extrema que permita que haga lo que no podemos comprender, es lo que a mí me interesa. En cuanto a mí es difícil saberlo, no me presto mucho a sentir estos sentimientos, me cierro un poco a ellos.
"Vivimos en un mundo obsesionado por el otro, por la aceptación y validación que nos dan los demás"
P. En la escritura de este título, juega con los límites entre realidad y ficción, ¿cree que en la vida real también suelen mezclarse?
R. En la vida la realidad es mucho más fuerte que la ficción. La realidad a menudo va mucho más lejos y cuando vemos lo que ocurre hoy en el mundo y hacia donde nos dirigimos, como ocurre ahora, vemos que nos encontramos con situaciones que si las hubiéramos leído antes no las habríamos creído. Así que sí, lo que domina es la realidad que es mucho más fuerte que la ficción, de eso no hay duda. Eso es lo que establece el límite entre la ciencia ficción y la literatura en general. La ciencia ficción es ciencia ficción mientras que no se produzca un hecho como el coronavirus. Un libro que habla de una pandemia que se propagaba por todo el mundo y que aísla a todo el mundo, si se hubiera leído antes de enero hubiera sido ciencia ficción, después de marzo resulta que es la realidad y puede entrar dentro de la literatura general. Es pues eso lo que establece la diferencia.
P. Su escritor en la ficción dice que escribe porque tiene el corazón roto, ¿cuál es el motor de su literatura?
R. El motor de la literatura para mí es la reparación. No se trata de un corazón roto o no sino que la literatura puede reparar la vida, puede permitirnos reconciliarnos, puede ayudarnos a repararnos. Y cuando hablo de reparación me refiero a aceptar quiénes somos y que somos como somos y que no podemos hacer nada para evitarlo.
P. ¿Y qué papel juega la literatura en este mundo tan “ciencia ficción” que nos ha tocado vivir?
R. El papel de la literatura es precisamente la capacidad que tenemos de entrar en diálogo con nosotros mismos. Vivimos en un mundo obsesionado por el otro, por la aceptación y validación que nos dan los demás. Ya sea por Instagram, Facebook... ponemos fotografías y modificamos nuestra imagen con filtros para presentarnos con una imagen que no es la nuestra, para que la gente le dé al me gusta. Estamos desconectados de nosotros mismos y existimos únicamente para y por los demás. Deberíamos estar sobre todo conectados con nosotros mismos para seguir nuestro propio camino. Eso es lo que también he querido contar con este relato en esta novela, porque aquí los personajes tienen un destino, que le marcan los demás, pero es un destino que se ve contrariado.
P. ¿Y al revés? ¿Qué papel tiene la realidad, por ejemplo esta pandemia, en la literatura? ¿Formará parte de algún argumento de sus novelas?
R. La temática de la pandemia y de todo lo que le rodea nos dice hasta qué punto la sociedad es frágil y cómo si una sociedad se para, se cae, se hunde. Somos una sociedad que funciona en movimiento. Es interesante, sí, pero a mí como novelista no me apetece mucho meterme en lo que es el confinamiento en el ambiente pandémico sobre todo con relación a una enfermedad que se propaga y dispersa por todo el mundo. Este tema no es el tema que más me atrae, pero sí que hay elementos interesantes que he visto. Por ejemplo, si esta pandemia dura algún tiempo, ya sea meses o años, qué van a hacer los personajes en mis próximos libros, se van a besar, se van a abrazar o esto nos va a limitar. Esto nos plantea una serie de cuestiones que me resultan interesantes. Es cierto que esto que hemos vivido, el estar apartado del mundo, cortado, aislado es un buen recurso para una intriga, como una de esas novelas que se desarrollan en un pueblo, que se ha quedado aislado por alguna avalancha.