Solo, entre acuarelas, libros y llamadas de teléfono ha pasado Máximo Huerta (Valencia, 1971) los últimos dos meses de cuarentena. “Afortunadamente he visto mucho cine y muchas series —nos cuenta—, he acabado los libros que tenía pendientes, he releído El Gran Gatsby, he vuelto a Moby Dick,  y me he puesto mucha música”. Son tiempos convulsos para el periodista. Tras su breve paso por el Ministerio de Cultura en 2018, desde 2019 el escritor era presentador del programa de TVE A partir de hoy, que hace unos días la cadena decidió cancelar. La mala noticia le ha pillado en medio de la promoción de su última novela, Con el amor bastaba (Planeta). “Un paréntesis de felicidad”, afirma su autor, que es un canto a la diferencia, la libertad y el amor, a partir de la historia de Elio Ícaro, un niño de 12 años que tiene el don de poder volar.

Con una portada "profética", en la que nos asomamos a un ventanal, la faja del libro, recuerda Huerta, "fue lo último que hizo Aute, ceder esa frase que le iba mucho a la novela". "Reivindico el espejismo de intentar ser uno mismo", dice en ella. "Yo creo que a Aute lo hemos perdido, pero me deja ese legado. Algo que debemos pedir todos". 

Pregunta. Vayamos a los comienzos. ¿Cuándo y cómo surgió la idea de Con el amor bastaba?

Respuesta. Mis novelas siempre surgen como las epifanías y coinciden con viajes. Yo viajé a la Provenza y es el lugar en el que los sentidos se despliegan con una fuerza, un color y un olor que es maravilloso. Además coincidió con un periodo personal duro. Pero yo ya llevaba una idea recurrente de que todos queremos volar, ser libres, ser nosotros mismos y felices. Ese es el alma de la novela. Obviamente nuestro paso por el mundo es limitado y un escritor tiene que aprovechar todas sus experiencias. El trabajo de este libro pertenece a un periodo de entreguerras: la mía personal después de la dimisión en el ministerio y ahora esta pandemia que es terrorífica. Lo definiría como un paréntesis de felicidad en el que me he refugiado durante su escritura. Construir una novela la verdad es que no es tan diferente a construir un aeropuerto. Tú lo diseñas, lo piensas, lo construyes y a veces se quedan pájaros dentro. Y en esta novela se han quedado muchos pájaros.

P. ¿Qué hay de Máximo Huerta en Elio, su protagonista?

R. Pues uno escribe para llenar vacíos, incluso para tomarte desquites contra la realidad y las circunstancias. Un libro es evasión y la evasión es necesaria. Yo creo que todos necesitamos salir de la realidad inmediata. Sobre todo ahora. A lo mejor ha sido como visitar al Máxim niño para ir un poco a darle un abrazo, seguramente. Hay las ganas de volar y de ser libre pero no es una novela especialmente biográfica. No nace de un ajuste de cuentas con la vida. 

P. Los personajes de Con el amor bastaba, Ícaro, Dédalo y Arístides, tienen nombres que remiten a la cultura griega, ¿por qué? ¿Le influye a la hora de escribir?

R. En mis novelas los nombres son muy importantes. Igual que la cultura oral. Somos un país que tiene mucha cultura oral, de refranes, de leyendas, de historias contadas. Y los mitos también son historias que nos han contado regular, mal o mejor. Para hablar de la libertad prefería utilizar el modo de escribir más oral, de leyenda o de fábula, como si fuera un cuento. Me parecía que era una forma bella de narrar la historia, de reivindicar todo lo que reivindica: el valor de la diferencia frente a la normalidad, que todos somos especiales, únicos, raros y necesitamos amor. En este sentido he recurrido a todas esas cosas que te cuentan de niño tus abuelos, como a ellos les contaron sus abuelos. Eso tan español de ir contándonos historias. 

"El trabajo de este libro pertenece a un periodo de entreguerras: la mía personal después de la dimisión en el ministerio y ahora esta pandemia que es terrorífica"

P. Habla del valor de la diferencia y, sin embargo, también de la búsqueda de la normalidad y de poder encajar…

R. De pertenecer a la masa. Este mundo ve muy mal la diferencia. Ya desde niño tienes que pertenecer a un bando, incluso en la forma de vestir, para no quedarte aislado. Eso es lo que reivindica. La necesidad de ser feliz en la vida, la importancia de ser nosotros mismos, cómo actuamos los demás, cómo actúa la familia. Es un canto a la aceptación y a la libertad.

P. Pero, como escribe, ¿ser normal también provoca dolor?

R. Es que la normalidad no existe. Hay un momento en Con el amor bastaba en el que dice el hermano: todos somos raros. Yo también lo pienso. Yo creo que eso resume perfectamente la novela. Todos somos especiales, únicos y todos necesitamos el amor. Por eso el título, que no es nada romántico, es un grito. Con el amor bastaba, no necesitaba nada más frente a la diferencia, los prejuicios, las mochilas que llevamos todos. Necesitamos quitarnos esos plomos de las piernas, sentirnos libres y reivindicarnos.

P. Reivindica el amor y la libertad en este momento que vivimos en el que parece que algunos desean que se den pasos hacia atrás.

R. Sí, sí. Va más allá de las siglas, la misma mentalidad del miedo es muy peligrosa. El miedo corre a una velocidad de deportista, crea barreras, prejuicios y mentiras. En el caso de la novela es profética hasta la cubierta. Esa necesidad de abrir la ventana y volar sin plomo. A todos nos hacen falta altura de miras, dialogar, hablar, más amor y tener la manga un poco más ancha para evitar esos odios que se pueden generar, que no solamente vienen de la política sino también de nosotros mismos que somos los que también lo generamos.

"Mis compañeros han estado dos meses pensando que estaban en un ERTE y el ERTE no ha sido ERTE, ha sido un “vete y no vuelvas” en medio de una pandemia. No lo veo muy elegante"

P. TVE acaba de cancelar su programa A partir de hoy. ¿Cómo fue su marcha?

R. Bueno, me han echado, no es que me haya ido yo. A mí, te lo digo de corazón, me duele mucho más por el equipo que teníamos que es muy bueno. He trabajado con unos colaboradores que eran inauditos en televisión. El programa era un oxígeno en la televisión pública en la que al mediodía te podías encontrar a Sacristán recitando u otros grandes personajes como Ricardo Darín con su hijo, juntos en un plató, a esas horas hablando de cine, contando anécdotas de los Oscar. Han venido escritores como Almudena Grandes o María Dueñas. Yo creo que lo lamento por los espectadores, porque se pierden un programa que iba fidelizándose, que mes a mes iba subiendo de audiencia, con lo difícil que es en esa franja. Pero lo lamento más por los compañeros porque han estado dos meses pensando que estaban en un ERTE y que iban a volver y el ERTE no ha sido ERTE ha sido un despido al final. Ha sido un “vete y no vuelvas” en medio de una pandemia. No lo veo muy elegante. Yo por mi parte estoy acostumbrado a que en la vida vas haciendo nuevos pasos y que el secreto de ir hacia adelante es empezar. Por lo tanto a empezar otra cosa, pongo la luz verde como los taxis, y libre.

P. ¿Tiene ya nuevos proyectos?

R. Desde el primer día yo pensé que iba a volver al programa, pero me puse mi horario y he estado escribiendo una barbaridad, creo que como nunca. Entonces tengo una novela adelantadísima para el futuro. Es solo un borrador. Ese es el proyecto que tengo. Además, en cuanto me despidieron del programa, ese mismo día ya me llamaron de productoras importantes para preguntarme si estaba libre y empezar a pensar en proyectos, con lo cual yo no soy el mayor de los optimistas pero sí que soy positivo.

P. Sus últimos años han dado mucho de sí. ¿Cómo los ha vivido?

R. Mi amiga Bibiana (Fernández) dice que le da mucha pena la gente que se muere sin haber vivido, la gente que se va sin haber gastado la vida. Y yo con todos los episodios que he vivido, incluido obviamente mi paso por el Ministerio de Cultura, pues tengo la sensación de que estoy viviendo muchísimas vidas en una misma. Que los hechos pueden ser muy tercos pero luego la vida es muy flexible y que al final para triunfar necesitas dos cosas que es ignorancia y confianza. Eso es lo que te crea más desparpajo para ir hacia adelante. Eso y olvidar mucho. Ser memorioso, como dicen los argentinos, pero olvidar. Y tengo la sensación de que últimamente he vivido mucho. Además, de las cosas buenas como crees que te las mereces nunca se aprende. Todos creemos que nos merecemos la pareja más guapa, el trabajo mejor pagado, la casa más grande… Creemos que nos merecemos todo. Y cuando la vida te golpea al principio crees que no te lo mereces. De eso aprendes. Que es doloroso, que es injusto, que no debería ser así, sí, pero como dice aquel no la he inventado yo.

P. ¿Cómo ve las dificultades a las que se enfrenta el sector cultural hoy con la situación actual?

R. Va a ser un sector muy perjudicado y encima van a ser los últimos que se sumen a la vida “normal”, a este nuevo panorama. Van a ser los que más van a tardar en volver a hacer conciertos, a llenar teatros, a vender libros, a reunir gente y aplausos. Y hay que recordar que durante toda esta pandemia los que nos han entretenido, los que nos han ayudado a evadirnos – y la evasión es algo vital-, han sido ellos: los libros, los conciertos de manera generosa que han hecho cantantes y grupos musicales, las obras  de teatro en abierto, los discos que nos hemos puesto, la gastronomía, que es parte también de nuestra cultura... Creo que debemos ser justos y recordar eso, que lo que nos entretuvo durante todo este tiempo raro fue la cultura, y ser generosos cuando todo esto se abra. Ser generosos con ella y volver a aplaudir. Hay que tener más empatía, tanto de parte del gobierno como de los ciudadanos. 

@mailouti