Hace justo un año, Javier Castillo (Málaga, 1987) pasó todo el día de Sant Jordi firmando miles de libros, desde las 10 de la mañana hasta la medianoche. La situación hoy es diametralmente opuesta, con las calles de toda España vacías, pero él igualmente tiene la agenda repleta de encuentros con los lectores a través de Instagram y entrevistas hasta bien entrada la noche en este Día del Libro virtual. Con 650.000 ejemplares despachados de sus tres primeras novelas —El día que se perdió la cordura, El día que se perdió el amor y Todo lo que sucedió con Miranda Huff—, Castillo es uno de los escritores que más vende de España y publicó su cuarta novela, La chica de nieve, unos días antes de que empezara el estado de alarma, pero las ventas marchan viento en popa, como de costumbre, a pesar de las circunstancias, y con ella ha vuelto a encaramarse al número uno de la lista de libros más vendidos.
El caso que los lectores le hacen a las novelas de suspense de Castillo, con muchas sorpresas y giros argumentales, es inversamente proporcional al que le hacen los críticos literarios, algo que no le preocupa. Llegó al éxito por casualidad después de poner a la venta su primera novela, El día que se perdió la cordura, por tres euros en Amazon, sin el respaldo de ninguna editorial. La respuesta descomunal de los lectores hizo que fueran las editoriales las que llamaran a su puerta y acabó fichando por Suma de Letras (del grupo Penguin Random House), que editó en papel aquella primera novela y tanto en papel como en digital las tres siguientes. Ahora las dos primeras están siendo adaptadas como serie de televisión, pero aún no puede soltar prenda sobre el proyecto. A pesar del éxito y del dinero, Castillo mantiene los pies en la tierra y sigue escribiendo sus libros en una biblioteca pública de Fuengirola, donde vive rodeado de su familia y sus amigos.
Pregunta. Empezó a escribir su primera novela cada día en el tren de cercanías de camino al trabajo. ¿Cómo recuerda aquella época?
Respuesta. La recuerdo con añoranza. Yo trabajaba como consultor financiero en Málaga y tenía 50 minutos de trayecto de ida y de vuelta. Siempre me ha gustado escribir relatos cortos y aprovechaba ese tiempo para escribir. Un día tuve una idea para una novela y empecé a escribirla en el tren cada día con mi portátil. Me inspiraba mucho en las personas que iban en el tren. Cuando la terminé imprimí cuatro ejemplares y las envié a cuatro editoriales. Una de ellas me dijo que me contestarían en un año porque estaban desbordados, pero yo no quería esperar tanto. Además tenía mi trabajo y no aspiraba a vender, lo único que quería es que la gente pudiera leerla. La subí a Amazon y al cabo de dos semanas, cuando entré de nuevo para ver si había vendido algo, descubrí que era la novela más vendidas de Amazon España, por delante de grandísimos escritores. El gráfico de ventas era una locura: el primer día vendí un ejemplar; el segundo, 5; el tercero, 30; el cuarto, 100… Así hasta que llegué a más de mil libros al día. Muchísimas editoriales me escribieron para ofrecerme un contrato pero llegó la oferta de Suma de Letras, que fue la más ambiciosa, y desde entonces estoy con ellos.
P. ¿No le dio rabia que se fijaran en usted solo después de haber conseguido el éxito por su cuenta y que no le hubieran hecho caso cuando envió el original de la novela?
R. A ver, yo también entiendo su situación, sobre todo ahora que conozco el mundo editorial desde dentro. No es que no te quieran responder, es muy difícil que te descubran porque cada semana reciben 500 libros. Por eso entiendo que sea tan lento el proceso de edición y encontrar nuevos autores.
P. Con el éxito de su primera novela decidió dejar su trabajo como consultor de finanzas y dedicarse de lleno a la literatura. ¿No le dio vértigo dar ese paso y enfrentarse a una segunda novela con una presión que no tuvo al escribir la primera?
R. Sí, cuando decidí dar el salto tenía esa incertidumbre. Me arriesgué, me tiré de cabeza. Gracias a Dios a la gente le gusta cómo escribo. Siempre intento que mis novelas enganchen muchísimo, que no sepas qué te va a esperar al final y que al terminarlas tengas la sensación de que las horas invertidas en su lectura han merecido la pena. Ese es mi único objetivo.
P. Ha aparecido muchísimas semanas en la lista de los libros más vendidos con sus tres primeras novelas y ahora mismo ocupa el primer puesto con La chica de nieve, por delante de Santiago Posteguillo, Almudena Grandes, Elvira Lindo, Javier Cercas… En cambio, la crítica no le hace mucho caso. ¿Le molesta?
R. Pasé por una etapa de incredulidad. Me preguntaba cómo era posible que, siendo de los más vendidos de España, los críticos no me hicieran caso. Pero al final he pensado que es un acto de justicia: libros que venden mucho menos requieren más promoción y ese empujoncito que gracias a la crítica puede hacer que la gente los descubra. Yo estoy tranquilo y este tema ya no me preocupa. La crítica que me importa es la que me hacen los lectores cuando en una firma me dicen que el libro les ha gustado pero que cambiarían este o aquel detalle. Eso me aporta más que una crítica metódica.
P. ¿Cómo está afectando el estado de alarma y el confinamiento al lanzamiento del libro?
R. Ha trastocado todos los planes de promoción y hemos optado por hacerlo todo online. La primera presentación fue hace unos días y la siguieron más de 60.000 personas en directo. Ahora tengo muchos encuentros con los lectores a través de directos de Instagram. Pensaba que las ventas iban a sufrir un descalabro pero lo cierto es que se están vendiendo miles de ejemplares, tanto en papel como en ebook. El libro salió a la venta el día 12 y el confinamiento empezó el 15. En esos tres días se vendieron muchos ejemplares en papel, luego subió mucho la venta a domicilio, el ebook y el audiolibro. Ahora mismo La chica de nieve es el número 1 en los tres formatos. La acogida ha sido abrumadora.
P. ¿Qué planes tiene para este Día del Libro?
R. Por la mañana estaré desde las 10:30 en el Instagram de Megustaleer [la cuenta del grupo Penguin Random House], después tengo una entrevista de televisión, por la tarde estaré en el Instagram de La Casa del Libro y de nuevo otra entrevista en TVE, y por la noche cierro con una entrevista casera que me hará mi mujer [la influencer Verónica Díaz, alias Just Coco] en mi cuenta de Instagram.
P. ¿Cómo se inició en la escritura?
R. Siendo muy jovencito pasé una mala época en casa y me refugié en los libros. Leía muchos libros de bolsillo de Agatha Christie. Mi madre me daba mil pesetas cada semana y me iba a la papelería del barrio, donde tenían un expositor giratorio, y me compraba un nuevo libro. Me fascinaban tanto sus libros que empecé a escribir relatos cortos, inspirados en lo que acababa de leer, con muchos giros y sorpresas al final. Empecé a escribir también cosas de ciencia ficción, romances… Todo aquello me ayudaba a desconectar. Siempre me he expresado regular hablando, me acelero mucho, y escribiendo me relajo, me ayuda a frenar y ordenar mis pensamientos.
P. ¿Es metódico a la hora de escribir o se deja llevar?
R. Planifico muchísimo mis historias, al detalle. En una novela negra todo tiene que estar planificado para que no sea inverosímil, todo tiene que encajar. Me gusta que el lector pueda leer la novela por segunda vez conociendo el final y entonces descubra cosas que se le escaparon en la primera lectura.
P. La chica de nieve transcurre en Nueva York y comienza con el secuestro de una niña. ¿Conoce la ciudad? ¿Se ha documentado mucho para ubicar allí la acción?
R. Sí, he estado varias veces por turismo, y siempre he leído mucha novela americana. Una herramienta que uso mucho —creo que todos los escritores lo hacemos pero pocos lo reconocen— es Google Street View, que además tiene la opción de ver cómo era la ciudad años atrás. Puedes ver que donde hace 15 años había una tienda de vestidos ahora hay un McDonald’s, es una manera de ver cómo ha evolucionado todo.
P. ¿Cuál ha sido el mayor gesto de admiración o cariño que ha recibido de los lectores?
R. Varias veces me han pedido que escriba una palabra para tatuársela con mi caligrafía, en especial la palabra “cordura”, y luego esa persona ha venido a una firma y me ha enseñado el tatuaje con mi letra. Que un libro te impacte o te guste tanto como para hacer eso es algo impresionante.
P. Los escritores no suelen ser tan famosos “de cara” como para que la gente les reconozca y les pare continuamente por la calle. ¿A usted le pasa?
R. Bueno, creo que esto ha cambiado mucho con las redes sociales. Ahora los lectores nos ponen cara más que en otras épocas. Es verdad que no es una fama del nivel de no poder hacer vida normal, sino una forma de fama muy bonita. Quien te para te ha leído y eso ya supone un vínculo de cierta intimidad. Alguien que ha leído un libro tuyo te conoce más que mucha gente. A mí me hace mucha ilusión que me paren y me saluden, me hace muy feliz.
P. Tengo entendido que ahora vive en una casa más grande, con jardín y piscina. Aparte de eso, ¿cómo ha cambiado su vida el éxito?
R. He intentado que mi vida no cambie demasiado. Sigo viviendo en la misma zona y lo hago todo igual. Antes escribía en el tren, ahora en la biblioteca pública de mi ciudad. Intento que nada de lo que me ocurra me cambie, porque se puede perder el norte con facilidad. Yo quiero que mis pilares estén cerca: mi abuela, mis padres, mi suegro, mi familia. Hago muchas cosas con ellos. Tengo una anécdota divertidísima que ilustra esto: en el Sant Jordi del año pasado estuve firmando centenares de libros durante muchas horas, la firma más multitudinaria que he hecho nunca; al día siguiente estuve con los reyes y otros escritores con motivo de la entrega del Premio Cervantes; después volví en el tren con Dolores Redondo, charlando de novela negra, de lo que nos apasiona; y llegué a mi casa como en una nube. Allí me estaba esperando mi familia al completo: mis niños, mi abuela, mi mujer, mis padres. Empecé a contarlo todo y mi abuela me dijo: “Todo eso está muy bien, pero ¿has cenado?” Y nos pusimos a pelar patatas.