Hace alrededor de 20 años, cuando José Manuel Matilla entró a trabajar en el Museo del Prado, llamó a Andrés Rábago, El Roto (Madrid, 1947), para proponerle un proyecto que tuviera como eje los dibujos de Goya. Entonces el viñetista respondió que no sentía que fuera el momento de enfrentarse al gran pintor español. “Había olvidado aquella conversación pero no me parece extraño que haya tardado tanto en hacerlo porque cuando me proponen algo concreto necesito pensar mucho y enfrentarme a él no era algo sencillo, necesitaba madurez”, asegura el historietista con motivo de la inauguración de No se puede mirar (y otras estampas), una exposición con 36 dibujos que dialogan con los de Goya en el Museo del Prado hasta el 16 de febrero de 2020.

La propuesta para gestar este proyecto llegó en otoño de 2017 y durante seis meses el artista, Premio Nacional de Ilustración de 2012, visitó el museo todos los miércoles con un cuaderno en el que apuntaba “ideas de aquellos cuadros en los que me parecía entrever alguna intencionalidad crítica, satírica o meramente humorística”, escribe Rábago en el prólogo del libro del mismo nombre que edita Reservoir Books y que complementa la exposición. Sin embargo, todas aquellas anotaciones le parecieron demasiado heterogéneas y justo cuando estaba a punto de cerrar el cuaderno recaló en las salas de Goya y se sintió “envuelto en el torbellino de su ya antiguo y poderoso influjo”. 

Durante meses recopiló apuntes y notas de manera atropellada para ponerlas en orden en verano de 2018. Lo que creó en su estudio es lo que ahora podemos ver: “36 puñetazos que nos invitan a reflexionar sobre las cosas que suceden”, afirma el comisario José Manuel Matilla. En este sentido, ambos artistas comparten una visión crítica de la sociedad y muestran el lado oscuro y real de la existencia. “Los temas que trataba Goya están en estos dibujos. He usado parte de su simbología y algunos de sus temas, que son asuntos que se han incorporado al pensamiento del ciudadano español mínimamente educado”, asegura el artista. 

'Ballet aéreo' y, a la derecha, 'La pesadilla'

El título No se puede mirar lo toma de una de las piezas que componen el Cuaderno C que el pintor de las Pinturas negras alumbró entre 1808 y 1814 en el que reflexiona sobre las miserias, violencias y temores del ser humano. Escrito a mano reza “no se puede mirar”, un título que repitió en el Desastre 26, dibujo en el que esboza a un grupo de niños, mujeres y hombres que esperan su muerte bajo las balas de los fusiles. En ese mismo cuaderno se ve a un hombre encadenado e izado con poleas por la Inquisición. ¿Qué significa? Para Matilla, "el título da pie a una pregunta que no tiene una fácil respuesta: ¿qué es lo que no se puede mirar? Por una parte, es la violencia brutal expresada en las imágenes la que nos obliga a desviar la mirada, pues hiere nuestra sensibilidad. Pero también es la intención del que abusa que no permite que su inhumana acción sea accesible". Pero más allá de lo que los expertos puedan extraer el comisario insta a que sea el propio espectador el que reflexione y cree sus propias hipótesis.

Este trabajo del viñetista, afirma Matilla, parte de la forma del maestro de la Ilustración, llega al fondo de su obra y analiza problemas actuales, que son los mismos que preocupaban a Goya: la violencia de género o la tauromaquia, por ejemplo. “No soy mucho de pensar las cosas, no decido qué voy a hacer y cómo sino que trabajo sobre lo que tiene que ser dicho, me siento un amanuense”. Además, comparten otro rasgo: los dibujos de uno y otro están acompañados de breves títulos escritos a mano que refuerzan la idea que plasman. En ambos casos son sintéticos, “no necesitan más añadidura y en el caso de El Roto son tan austeros que en ocasiones supera a Goya”, arguye Matilla. 

Andrés Rábago, cuya obra se encuentra ligada al creador de Los desastres de la guerra en cuanto a los temas que tratan (el comportamiento y la condición humana con sus miserias), asegura que ha aprendido mucho de Goya dándole forma a esta exposición: "Había muchas cosas que no conocía de él y una vez he visto Solo la voluntad me sobra creo que podría haber añadido o reelaborado algunos de mis trabajos". Con todo, cree que la obra del maestro aragonés “es un vestigio de cómo su talento es actual. Mis dibujos son un homenaje a un artista que trabajó hasta el final con intensidad y humanidad, cosa que a mí también me gustaría hacer”.

Cada uno de los ejemplos de No se puede mirar parten de otro de Goya y Matilla reta al espectador a afilar la intuición para entender cuál es el origen de unos dibujos que comparten rasgos como el miedo, el dolor y el sufrimiento.

@scamarzana