Mario Amorós abre el correo electrónico en su móvil para toparse con una buena noticia: la segunda edición en Chile de Pinochet. Biografía militar y política (Ediciones B), tan solo una semana después de su publicación, lo que demuestra que en el país andino la figura del dictador sigue muy presente. “Es trending topic casi todas las mañanas, porque la gente empieza el día tuiteando a favor o en contra de Pinochet, se arma el lío y todo el mundo se pone a opinar”, explica Amorós, ligado a Chile desde muy joven a raíz de su admiración por la figura de Salvador Allende.
Para Amorós, Augusto Pinochet forma parte de la historia del siglo XX principalmente por tres motivos: por el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 que derrocó a Allende; por convertir Chile en “el laboratorio del neoliberalismo”, con “consecuencias catastróficas” para la mayoría de los chilenos; y, por último, por su sonada detención en Londres el 16 de octubre en 1998 a petición del juez Baltasar Garzón, que en la faja promocional del libro escribe: “La justicia hizo historia cuando dictaminó que, ante los crímenes de genocidio, lesa humanidad y guerra, las víctimas son universales y universal es la persecución de tales delitos”.
Historiador y periodista, Amorós nació en Alicante precisamente en 1973. Además de su biografía sobre Allende de 2013 y de esta sobre Pinochet —que en España sale a la venta este jueves, 12 de septiembre—, en 2014 publicó la del revolucionario Miguel Enríquez, asesinado en 1974 por el régimen, y un año más tarde una de Neruda, en la que dio a conocer un informe del Ministerio del Interior de Chile que considera “altamente probable” la intervención de terceros en la muerte del poeta, ocurrida en los días posteriores al golpe y que aún se está investigando con pruebas científicas en un laboratorio canadiense.
“Puedo afirmar con todas las de la ley que esta es la primera biografía de verdad sobre Pinochet”, asegura Amorós, que ha recopilado información en más de 30 archivos de cuatro países —entre ella algunos documentos inéditos hasta ahora, como su hoja de vida militar, los documentos que prueban su breve pertenencia a la masonería y unas cartas intercambiadas con su admirado general Franco—, ha consultado una bibliografía de más de 400 títulos y 138 medios de comunicación de 16 países. En lo que respecta a la documentación chilena, explica el investigador que en aquel país “los archivos funcionan muy bien, mucho mejor que en España. Ha habido una apertura muy positiva, especialmente en el Archivo Nacional, y todo lo que hace 20 años no te dejaban ver relacionado con la dictadura y el golpe ahora puede consultarse, y eso facilita mucho el trabajo”.
Pregunta. Los documentos muestran a un Pinochet con poca inteligencia para los estudios, nada intelectual, pero tremendamente astuto, taimado, soberbio, ambicioso…
Respuesta. Él ingresa en la escuela militar en su última oportunidad, en 1933, camino de los 18 años. Le quedaban dos cursos para finalizar la enseñanza media y había repetido el año anterior, con lo cual tenía ante sí un horizonte profesional sombrío. Él siempre dijo que tuvo una vocación militar muy temprana y eso le permitió hacer una carrera, porque es cierto que logra superar con unas calificaciones aceptables los cuatro años de escuela militar y se licencia como oficial del ejército chileno en 1936, para empezar un año después una larguísima carrera militar. Él entra en un ejército con una influencia prusiana muy importante, con una disciplina muy severa y verticalista, y ahí su personalidad encaja al dedillo, porque, tal como se ve en su hoja de vida, siempre fue un oficial muy bien evaluado por sus superiores; metódico, leal, subordinado. Eso le permite ir ascendiendo grado a grado. Incluso logró ingresar en la Academia de Guerra para convertirse en oficial del Estado Mayor, algo que tiene mérito porque solo entraron 17 oficiales de su promoción. En chile siempre se ha dicho que fue un oficial gris y mediocre, y es verdad que intelectualmente lo era. Sus discursos como dictador son repetitivos, insoportables, sin ningún brillo intelectual ni referencias históricas. Pero al mismo tiempo tenía otras habilidades: era taimado, astuto, sabía muy bien qué decir en cada momento a sus interlocutores. A los norteamericanos les decía que Allende tenía que caer, pero ante él y su ministro de defensa era un oficial obediente. Supo elegir muy bien cuándo dar la puñalada. Esperó a que le ofrecieran de manera reiterada que encabezara el golpe porque él era el jefe del ejército.
P. O sea que el golpe se lo pusieron en bandeja.
R. Sí. Oficiales de la Armada, de la Fuerza Aérea y del Ejército prepararon el golpe en reuniones secretas, pero todos sabían que era necesario que el ejército entero sin divisiones formara parte del golpe o de lo contrario ocurriría lo que en España en 1936. De hecho hay pruebas de que los golpistas contactaron con la embajada estadounidense antes del golpe para preguntar qué pasaría si en Chile hubiese una guerra civil, y pidieron ayuda militar a la dictadura brasileña en caso de que el país se dividiese tras el golpe. No las tenían todas consigo.
P. ¿Hasta qué punto diría que el perfil de Pinochet es similar al de Franco?
R. Bueno, ambos son militares que no tienen ningún brillo en sus años de formación. Franco participó en varias guerras que le permitieron ascender mucho más allá de lo previsible por antigüedad, mientras que la carrera militar de Pinochet hasta 1973 se desarrolla en época de paz y desarrollo democrático de Chile. Por otra parte, ambos fueron furibundamente anticomunistas, y para un sector importante de la derecha chilena la dictadura de Franco en España era una referencia. Las cartas entre ambos reflejan una admiración mutua, así como la medalla que Franco le otorga a Pinochet dos meses antes de morir. Cuando vino al funeral de Franco los falangistas le aclamaron, y se puede ver leyendo la revista Fuerza Nueva de la época la admiración que la extrema derecha española sentía por Pinochet.
P. ¿Cuál ha sido el mayor reto al que ha tenido que enfrentarse con este libro?
R. Primero, abordar la gran cantidad de bibliografía existente, toda la prensa de la época día a día, centenares de discursos y entrevistas. Después, buscar en los archivos documentación nueva que fuera relevante; además de la mencionada, por ejemplo el archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile sobre el caso Pinochet, que nadie había visto hasta ahora. Por último, ser capaz de sintetizar toda la información en un libro manejable para el gran público, lo que requiere un gran esfuerzo.
P. ¿Qué es lo que más le ha sorprendido durante la investigación?
R. Conocer su carrera militar al dedillo y darme cuenta de que durante buena parte de ella, entre el 52 y el 68, fue un profesor militar, sobre todo de geografía y geopolítica, cosa que no encaja con la imagen que uno tiene de él. De la época de la dictadura no me sorprende nada porque llevo años leyendo cada día los periódicos chilenos y comprando todos los libros que salen sobre el tema, pero al lector creo que le sorprenderá ver hasta qué punto llegó la crueldad de la dictadura de Pinochet, sobre todo en episodios concretos como la Operación Retiro de Televisores [nombre en clave que se dio al desentierro de los cadáveres de prisioneros políticos, que habían sido sepultados en fosas clandestinas por todo el país, para ser arrojados al mar], la desaparición del sacerdote valenciano Antonio Llidó, las órdenes secretas de Pinochet y sus afirmaciones en público ante obispos, o con la carta a Franco apoyando los últimos fusilamientos del régimen.
P. Dos años después de la muerte de Franco, el franquismo queda desmantelado. En su libro afirma que el régimen de Pinochet no quería que le pasara lo mismo y por eso intentó dejarlo todo atado con la constitución de 1980.
R. El principal asesor civil de Pinochet fue Jaime Guzmán, un joven dirigente de esa derecha chilena que admiraba a Franco. Fue quien redactó los principales documentos políticos del régimen y en 1979 escribió un artículo en el que decía que era necesario marcar unas reglas para que cuando los militares volviesen a los cuarteles, el siguiente gobierno tuviera un margen de actuación muy pequeño. Y ese diseño político de la dictadura duró hasta 2005, cuando se reformó la constitución para derogar los llamados “enclaves autoritarios”, como los senadores designados y vitalicios. Por otra parte la ley electoral de Pinochet, muy injusta, no se transformó hasta hace dos años, y el modelo económico sigue vigente hoy.
P. ¿La última reforma de la constitución de 1980 es suficiente? ¿No hay un debate en Chile sobre la necesidad de crear una constitución de nueva planta?
R. Sí, hay todo un movimiento por una nueva constitución en Chile. La presidenta Michelle Bachelet, en su último mandato, llamó a un proceso de debate ciudadano en el que participaron centenares de miles de personas pero se agotó y acabó en nada. Hay sectores que plantean una asamblea constituyente.
P. ¿Qué supuso para el derecho internacional la detención de Pinochet en Londres en 1998 a instancias de la justicia española?
R. Aquello tuvo un carácter simbólico. La denuncia contra Pinochet se presentó en España en 1996 y vinieron a declarar muchas personas de Chile, familiares del presidente Allende, víctimas de la dictadura y dirigentes de asociaciones de derechos humanos, y el proceso fue avanzando con el juez Manuel García-Castellón. Mientras tanto, en Chile algunos diputados hacen declaraciones en contra de la actuación de la justicia española. Incluso un tipo de izquierdas como Pepe Auth, vicepresidente del Partido por la Democracia, admitió que no estaba “en el menú de la democracia chilena un juicio jurídico a Pinochet”.
»A veces el azar interviene en la historia de una manera sorprendente. Por ejemplo, Allende no tenía que haber nombrado a Pinochet jefe del ejército. Si hubiera nombrado a cualquier otro general, Pinochet habría pasado al retiro y sería una nota al pie de la historia. Y si este no hubiera viajado a Londres en 1998, a pesar de las advertencias de su círculo sobre la querella en España, no lo habrían detenido. Pero se confió. Pensaba que era intocable incluso fuera de Chile. Desde el punto de vista jurídico fue un procedimiento impecable. Un año después la justicia británica aprueba la extradición a España y tuvieron que confabularse los gobiernos de Londres, Madrid y Santiago e insistir en que la democracia y la transición corrían peligro en Chile para conseguir que Pinochet se librara y huyera de vuelta a Chile. Pero allí había muchas querellas en su contra y prosperaron. Un año después es procesado por el caso Caravana de la Muerte, y ahí cambia la historia para Pinochet, y su caso quedó como un precedente que siempre se citará cuando haya que perseguir a dictadores en tribunales de otros países.
P. ¿Qué supuso para Chile ser el laboratorio de pruebas del capitalismo más feroz? ¿Qué consecuencias siguen presentes hoy en el país?
R. El sistema económico es el gran argumento de quienes no condenan absolutamente a Pinochet. La derecha chilena, actualmente en el gobierno, reconoce de manera unánime que la dictadura violó los derechos humanos, y tu dirás: “Bueno, eso ya lo sabemos”, pero es que hasta hace cuatro días no lo reconocían. El régimen de Pinochet cometió crímenes espantosos, y hay tres informes del gobierno chileno sobre la represión de la dictadura reconocidos por el Estado de Chile. Pero quienes todavía ponen matices se basan en que el modelo económico neoliberal sentó las bases de la modernización económica en Chile y que hoy es el referente para toda América latina. Pero lo que hizo Pinochet fue instaurar ese modelo en abril de 1975 como un plan de choque con la asesoría de Friedman, Hardberger y los Chicago Boys chilenos, economistas muy de derechas que se habían formado en la Universidad de Chicago desde finales de los 50. Aquel plan tuvo unas consecuencias catastróficas para la mayor parte de la población del país: hambre, miseria, salarios ínfimos… Obviamente llegaron bienes de consumo del exterior que antes eran impensables, pero Pinochet entregó el país con más del 40 % de la población en extrema pobreza. Si uno quiere atribuir méritos al desarrollo económico de Chile, tiene que otorgárselo a los gobiernos democráticos a partir del año 90 que dieron continuidad a ese modelo económico pero corrigieron sus aristas más brutales. Hoy, debido a ese modelo, Chile tiene aspectos que en España no se conocen, por ejemplo una sanidad pública muy muy pobre que hace que si tienes un cáncer te mueras si no tienes dinero. Cuando un amigo mío tiene cáncer, tiene que hacer bingos y rifas para pagarse la quimioterapia. Lo que quiero decir con esto es que es una sociedad neolibreal extrema, eso es muy bueno para una parte de la sociedad porque gana mucho dinero y vive muybien, pero para la mayoría significa tener pensiones medias de menos de 300 euros al mes. Los profesores universitarios no se jubilan, dan clase con 85 años porque si lo hacen van a ganar el 30% de su sueldo, y eso significa no poder ir al médico. Es un modelo muy difícil de remover, está muy instalado, ya van cai para 50 años. La presidenta Bachelet hizo algunas cosas muy buenas pero le costó mucho.
P. Dice al comienzo del libro que la sombra de Pinochet aún planea por encima de Chile y otras partes del mundo.
R. El equivalente del fenómeno de Vox en España es en Chile el Partido Republicano de José Antonio Kast, que quedó en cuarto lugar en las últimas elecciones con el 8% de los votos. Hay un cierto retorno del pinochetismo político que forma parte de la ola reaccionaria mundial. El presidente brasileño Bolsonaro se declara abiertamente admirador de Pinochet, grupos racistas radicales en Estados Unidos lo reivindican en camisetas, y en Chile es una figura muy presente.