Aunque los plazos de producción son largos, es posible que el gran éxito de Bohemian Rhapsody, el biopic de Freddie Mercury, haya acelerado la aparición de esta Yesterday, en la que Danny Boyle homenajea la sensacional música de los Beatles. Aunque son películas totalmente diferentes, la idea es un poco la misma, contar una historia y además favorecer que el público, que se las sabe todas, pueda rememorar unas canciones que forman parte de la historia de la música y la vida sentimental de millones de personas. Como podemos ver en la obra de otro ilustre de Liverpool como Terence Davies, una de las grandezas de la cultura anglosajona es su afición a cantar juntos en los pubs, en sus casas o en los estadios. La nación que canta unida, permanece unida. Partiendo de este concepto de cine karaoke, si Bohemian Rhapsody nos contaba la caída y redención de Mercury, aquí lo que vemos es una historia fantástica sobre un músico sin éxito que tras un misterioso apagón que afecta a todo el planeta es el único que recuerda las canciones de Paul McCartney, John Lennon, George Harrison y Ringo Starr.
Ambientada en un pequeño pueblo de la provincia británica, el protagonista es Jack Malik (Himesh Patel), un descendiente de pakistaníes plenamente integrado en la vida local pero que no logra triunfar como músico. Gracias al apoyo entusiasta de su amiga y mánager, Ellie (Lily James), el joven aún encuentra motivos para seguir luchando pero la realidad de su fracaso comienza a desestabilizarle. Una noche que vuelve en bici a casa sufre un accidente que coincide con un apagón que afecta a toda la tierra durante doce segundos. Recuperado de sus heridas, Malik descubre asombrado que todo sigue igual pero han cambiado algunos pequeños detalles como que nadie sabe quiénes fueron los Beatles ni existe la Coca-cola. Aprovechando la circunstancia, el frustrado músico comienza a tocar las canciones de la banda de Liverpool como si fueran suyas y acaba obteniendo un descomunal éxito.
Con guion de Richard Curtis, el rey de la comedia romántica británica gracias a títulos como Notting Hill (Roger Mitchell, 1999) o Love Actually (dirigida por él mismo en 2003), a Curtis le gusta jugar con la idea de las diferencias sociales para construir sus historias y contarnos una y otra vez el cuento de que lo importante en esta vida no es tener éxito y dinero sino verdaderos afectos. De esta manera, en Notting Hill veíamos cómo un modesto librero (Hugh Grant) se enamoraba de una superestrella de Hollywood (Julia Roberts) o en Love Actually el romance entre un primer ministro (Grant) y una miembro del personal de servicio de Downing Street (Martine McCutcheon). Aquí se trata de ver cómo un joven de clase media asciende hasta el estrellato, por el camino descubre aquello de que "la felicidad está en el campo" y de paso por fin se da cuenta de quién es la mujer a la que realmente ama.
Planteada como una feel good movie desde el propio póster, si Bryan Singer utilizaba a fondo la artillería musical de Queen para su película, Boyle disfruta dando nuevo brillo a las sensacionales canciones de los Beatles, de Hey Jude a Eleanor Rigby pasando por la Yesterday del título, la película es una celebración de lo británico y de su diversidad (aunque el origen étnico del protagonista nunca se trata de manera conflictiva) apoteósica. Planteada también como crítica a una industria cultural obsesionada con el dinero representada por una mánager codiciosa sin escrúpulos (interpretada con fuerza por la comediante Kate McKinnon), también vemos bastante a Ed Sheeran haciendo de sí mismo (y reconociendo su inferioridad respecto a la música de los Beatles) en un filme simpático y alegre en el que las inmortales canciones de la banda ejercen su conocido poder terapéutico. Es una pena que Curtis y Boyle opten por un final que parece un capítulo de Supervivientes o un programa de Isabel Gemio porque hasta entonces Yesterday es una película tan ligera como deliciosa.