Tras la reconocida Enciclopedia de la Tierra Temprana (Impedimenta, 2014), la joven ilustradora Isabel Greenberg tenía ante sí un reto. Elegir entre sorprender con un cómic que escapara del universo visual de su anterior creación o proporcionar a sus lectores una
experiencia reconocible y sin embargo novedosa. Y prefirió esta segunda opción. Por eso Las cien noches de Hero nace de algo anterior para convertirse en una novela gráfica cautivadora.
Aunque gráficamente sea una obra reconocible por el estilo habitual de la británica (tonos oscuros, dibujos delineados, expresiones marcadas, perspectivas planas, contrastes de color y forma) se aprecia un esfuerzo de la autora por empujar el lenguaje del cómic a territorios menos explorados. Aquí la trama predomina y el diálogo explica. Inevitablemente esto exige al lector que se implique con una historia más sofisticada y rotunda, cosa que Ms. Greenberg consigue integrar en una propuesta accesible y amena.
Como en la tradición folklórica, la narración se construye mediante multitud de episodios en forma de actos teatrales que combinan con precisión mitología y tradición. Es en estos lances intermedios donde se muestran las intenciones de los personajes, a veces toscas, otras
ingenuas, siempre auténticas, donde destaca la intuición y el poder del lado femenino como motor de la vida. Argucias ya conocidas se recombinan para contarnos una aventura genuina entorno al amor de las protagonistas. Una lectura a mitad de camino entre el cuento con moraleja y las historias de aventuras.
Las cien noches de Hero es un cómic para casi cualquier lector que haya surcado la adolescencia y se haya acercado a la complejidad de las relaciones personales. Es decir, para todo aquel que intuya que la felicidad navega con la vista puesta en el horizonte del mar de las
emociones encontradas. Sólo hay que saber llevar firme el timón.