En la autora francesa Catherine Meurisse concurren circunstancias que hacen de su vida un caso reseñable, un ejemplo que fuerza a la conversación. Siempre habrá quien diga que lo que le ocurrió no fue por cuestión del azar sino asunto del destino. Sea como fuere, nuestra existencia avanza pese a los acontecimientos que la interrumpen... o al menos así debería ser.
El 7 de enero de 2015 la vida de Catherine cambió irreversiblemente. Sea por azar o por el destino, la combinación de un mal de amores y la pereza matutina retrasó su llegada a la redacción de la revista donde llevaba trabajando desde hacía 10 años. Esa mañana fatídica todos los informativos del mundo recogieron con estupefacción la noticia: “Dos terroristas islámicos arrasan la redacción del semanal Charlie Hebdo. El saldo inicial de la barbarie son 12 muertos”.
Catherine salva la vida pero pierde el alma. Porque el sinsentido que extermina las ilusiones de sus compañeros también se lleva la suya por seguir dibujando: se olvida de sus lápices, se enrosca en sus recuerdos, se cuestiona la existencia.
Salir de ahí exige asumir el destino de una ilustradora, recordando quién es (una narradora desde las imágenes), retomando quien fue (una compañera de travesuras). Entonces el drama de la pérdida se transforma dándole nombre a la tragedia: La levedad. Y adopta una forma: el cómic.
Una obra donde se desgranan pormenores, reflexiones y angustias. Aquí están los momentos que tuvo que superar esta parisina para dejar atrás el shock y volver a su vocación, a su oficio: contar historias desde los pinceles. Por eso La levedad es un homenaje a los que desaparecieron aquel día de enero, pero también es un diván donde expulsar las angustias. Una terapia de sanación que aprovecha la irreverencia de la caricatura y la combina con el relato en primera persona. Un instante de honestidad, sereno y cómplice, para dar una respuesta creativa a hechos que no merecen palabras.