¿Qué libro tiene entre manos?
La fractura de Philipp Blom. De lo mejor que he leído últimamente.
¿Ha abandonado algún libro por imposible?
¡Tantos! Antes no abandonaba libro alguno por aburrido que fuera. Ahora pienso que no hay que perder tiempo con cosas que no aportan nada.
¿Con qué personaje le gustaría tomarse un café mañana?
Digamos que con Cesar Borgia. Me encantan los canallas.
¿Recuerda el primer libro que leyó?
Con mi padre, una versión infantil de La Odisea.
¿Cuáles son sus hábitos lectores? ¿Es de ipad, de papel, lee por la mañana, por la noche, varios a la vez?
Siempre en papel y preferiblemente por la noche.
Cuéntenos alguna experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.
Entrar en el British Museum con mi padre y descubrir tantas maravillas. Ahora sé que muchas son producto de un expolio, pero entonces me parecieron deslumbrantes.
¿Entiende, le emociona, el arte contemporáneo?
No, y creo que hay mucho papanatismo en él. Después de que Duchamp convirtiera un urinario en arte, le han salido muchos y muy malos imitadores.
¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?
Puestos a pedir una pintura negra de Goya. O si no un Zurbarán.
¿La literatura sigue siendo para usted como un mal amor?
“Ni contigo ni sin ti mis penas tienen remedio. Contigo porque me matas y sin ti porque me muero”. Para mí eso es la literatura. Pero bendita pasión la mía.
Su Cayetana era ante todo una mujer libre ¿Qué significa serlo hoy, en pleno siglo XXI?
Creemos que somos libres, pero es mentira. Antes éramos víctimas de prejuicios, de censuras religiosas, de machismos ancestrales. Ahora lo somos de la corrección política que es una censura y unos prejuicios más sutiles y a la vez más tiránicos.
Asegura que el clasismo sigue existiendo y siempre lo habrá. ¿También en nuestra literatura?
En literatura existe un clasismo a la inversa. Existe un prejuicio por el que uno no puede ser buen escritor si pertenece a las clases más privilegiadas. Me pregunto qué pensarían de estos prejuicios Proust o Montaigne...
¿Somos ahora menos esclavos que en el siglo XVIII?
Ni menos ni más. Antes las cadenas eran visibles, físicas, férreas. Ahora muchas veces somos nosotros quienes nos las fabricamos. Era más fácil luchar contra las físicas, aquello tenía al menos algo de épico, de romántico.
¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?
Para bien y para mal cada vez tiene menos peso. Para mal porque un buen crítico es siempre un guía, un faro. digamos. Y para bien porque algunos críticos intentan erigirse en gurús, en árbitros y, al menos para mí, en ese mismo momento pierden todo predicamento.
¿Qué música escucha en casa? ¿Es de Ipod o de vinilo?
IPod normalmente, aunque nunca cuando escribo.
¿Es usted de las que recelan del cine español?
Como me molestan los prejuiciosos procuro no serlo yo. No recelo de nada.
¿Le gusta España? Denos sus razones.
Yo, que soy sudaca y española por decisión propia lo puedo decir. No existe ningún lugar con la calidad de vida que hay en España. Para vivir como yo vivo en cualquier otro país tendría que ser diez veces más rica.
Regálenos una idea para mejorar la situación cultural de nuestro país.
En los colegios ingleses por ejemplo no se manda leer como un deber en casa. Se lee en clase. Y no se lee La Celestina como hacen aquí. Se lee La isla del tesoro, y cada alumno lee un personaje: Jim Hawkins, John Silver... El mensaje es completamente distinto. En el primer caso, el mensaje es “Leer es un deber; en el segundo es “Leer es divertido”.