De un modo u otro Sergio Peris-Mencheta (Madrid, 1975) siempre está ahí, en activo. En un escenario como actor, detrás del telón como director, o en algún casting como productor aunque no se considere como tal. Pronto podremos disfrutar, además, de su primer trabajo como autor que finalmente se ha atrevido a montar. Actualmente, está trabajando en una serie en Estados Unidos, rodando unos capítulos del nuevo proyecto televisivo La verdad en España y estrena el 18 de noviembre en el Centro Dramático Nacional la obra La cocina de Arnold Wesker. La puerta de al lado es la obra que tiene en cartel desde marzo en el Teatro Marquina y que finaliza este mes. Peris-Mencheta nos habla de ella y de teatro, terreno que conoce a la perfección y del que dice está floreciendo y cumpliendo con su cometido: ser el bufón del rey para hacer ver a la gente los cambios que la realidad necesita. Pregunta.- Henry Miller decía que este arte era el único que enfrentaba a la humanidad a sí misma, ¿a qué se enfrenta el espectador con La puerta de al lado? Respuesta.- En primer lugar, se enfrenta a que en el mundo en el que vivimos, cada vez más cibernético, hay una moda que es buscar a tu media naranja en las redes sociales. Y lo que terminas buscando no es a la persona más compatible sino a un espejo de ti mismo. Te obligan a rellenar formularios en donde terminas respondiendo cosas que al final te describen, con lo cual estás acostándote con uno prácticamente como tú. Y resulta que no funciona evidentemente. Pasándolo a lo psicoanalítico, porque la protagonista de la obra es una psicoterapeuta y el autor, Lacan, es el nieto de Jacques Lacan, discípulo de Freud, también vemos que la mejor terapia para uno es su opuesto. Es una obra apasionante en el sentido psicológico, bañada por diálogos muy divertidos. P.- ¿Es la obra pesimista u optimista en cuanto a la influencia de la era digital en las relaciones sentimentales? R.- Yo creo que el balance final es que si te vas a encontrar a uno como tú no va a merecer la pena. Los test son de afinidad, y la afinidad es muy relativa. Vas ahondando y resulta que no has hecho un retrato robot de la persona que te puede complementar sino que has cogido la misma mitad de la naranja. Por lo tanto, creo que es claramente pesimista porque no funciona. A la gente le gusta porque más allá de que se ría, se ve reflejada en eso, en lo que no nos gusta mirar o no queremos mirar. P.- ¿Siente predilección por alguna temática en concreto a la hora de dirigir una obra? R.- No, no hay una temática en concreto. Las obras diría que le eligen a uno. No hay una búsqueda de obras, de hecho cuando lo hago fracaso. Son temáticas muy distintas, lo que creo que todas tienen en común es que todas hablan de mi presente, de mi coyuntura vital. No solamente la que me corresponde a mí, sino también a la gente que me rodea. Hay veces que tiene que ver con una temática social y hay veces que es una temática más pequeña que habla sobre temas más personales y que ahora mismo me atraen. Siempre digo que el texto es un pretexto para hablar del contexto. Cuando dirijo una obra de teatro y cuando me planteo un proyecto teatral, lo hago para contar cómo esa historia está quitándole capas a la cebolla de lo que le pasa al ser humano en el contexto que sea.
Momento de La puerta de al lado, de Fabrice Roger-Lacan y dirigida por Peris-Mencheta