Antonio Luque (Sevilla, 1970), más conocido como Sr. Chinarro, se lanzó a la autoedición con su penúltimo disco, Perspectiva caballera (2014). Quería cumplir "un capricho de siempre", pero la aventura le dio bastantes quebraderos de cabeza. "Recuperé la inversión y algo más", confiesa el músico, superviviente de la primera hornada del indie español que despuntó en los noventa. Para grabar su nuevo disco, El progreso, ha decidido volver al redil de la industria, eso sí, ajeno como siempre a las majors, si es que esta palabra aún significa algo. El Segell del Primavera es el sello que ha elegido para editar este nuevo paquete de canciones que, con sus habituales dosis de ironía y de misterio, describen el progreso humano como un mito fallido. Su amigo y compañero de generación Jota, de Los Planetas, ha producido este disco que Sr. Chinarro lleva varias semanas presentando en concierto en una decena de ciudades. Este viernes lo hace en Madrid, en la sala Joy Eslava.
Pregunta.- ¿Las canciones de este disco forman parte de un mismo ciclo compositivo o ha rescatado alguna del cajón?
Respuesta.- No soy mucho de rescatar canciones. Si alguna no entra en un disco es que no es suficientemente buena. Aunque tampoco sé cuándo una canción es buena o mala. Con decirte que quise sacar Efectos especiales del disco y parece que es la que más gusta...
P.- Esta vez centra su ironía y su moderado desencanto en la idea del progreso. ¿Se siente defraudado con este presente que un día fue un futuro prometedor?
R.- Fue Jota quien me dijo en el Primavera Sound del año pasado que me produciría el disco pero que tenía que hablar de cómo arreglar el mundo. Como podrás imaginar me lo tomé a broma y eso es lo que hago en el disco, burlarme de la idea del progreso, que está en boca de todos los políticos y ellos mismos se burlan al no ponerse de acuerdo en nada.
P.- Dejó Mushroom Pillow para autoproducirse el disco anterior, Perspectiva caballera, y ahora ha fichado por El Segell del Primavera. ¿Por qué estos cambios? ¿Va buscando algo que no acaba de encontrar?
R.- Para mí un cambio es cuando una canción pasa de la estrofa al estribillo. Lo demás son cosas de negocios, de organización... Mushroom Pillow hizo muy buen trabajo pero habíamos llegado a una fase de estancamiento. Además, yo siempre tuve el capricho de autopublicarme un disco, pero he visto que eso requiere mucho esfuerzo y un tiempo que yo no tengo.
P.- ¿Es muy trabajoso autoproducirse?
R.- Yo tuve la ayuda de FNAC, que me compró el disco para venderlo en sus tiendas, y de The Orchard, el agregador digital. Si no, habría sido un fiasco. No es que vendiera mucho, pero recuperé la inversión y algo más. Ahora me he decidido por El Segell del Primavera por afinidad, todos mis grupos preferidos tocan en el Primavera Sound.
P.- Jota, de Los Planetas, produjo su disco El fuego amigo y diez años después vuelve a trabajar con él. ¿Qué aporta a su música?
R.- Mucho. Es un tío que sabe muchísimo de música, un melómano empedernido, como suele decirse. Es inteligente, tiene mucho talento y además lleva más tiempo que yo en la industria. En la industria grande, quiero decir.
P.- "Quién quiere ser tenor, me dice desde la pecera un señor". ¿Es una anécdota real del estudio de grabación?
R.- Sí, ahí me burlo un poco de una fase en la que yo creía que Sr. Chinarro podía convertirse en algo profesional. Con franqueza, siempre fui consciente de que eso nunca sucedería. Mushroom Pillow pensó que se podía hacer un grupo grande, una especie de Vetusta Morla, pero yo creo que la propia naturaleza de las letras impide que esto vaya más allá de donde ha estado siempre.
P.- ¿Pero a día de hoy vive exclusivamente de la música?
R.- Sí, me saco un sueldo como si fuera un empleado de banca (de la caja, no de los otros).
P.- En La ciudad provisional evoca un reencuentro con Sevilla y especialmente con la Feria de Abril, exaltación de la alegría de vivir. ¿Echa de menos su ciudad natal y esa felicidad sencilla de la infancia?
R.- Yo siempre he entendido la Feria de Abril como una metáfora del mundo. Hay dos bandos: las casetas sevillistas con sus rayas blancas y rojas, y las béticas, de rayas blancas y verdes. Se consume droga, alcohol -el rebujito es una droga durísima, he probado varias pero esta es mortífera-, hay muchas peleas, montañas de cristal... Y también hay fiesta y alegría, sobre todo en los que cantan y bailan. Los que nos dedicamos a la farándula somos los únicos que hemos entendido la vida como hay que entenderla. Por suerte en el sur tenemos esa influencia nunca bien valorada de los gitanos, de esa vida alegre, aunque tenga sus cosas malas. En esta canción cuento también mi peripecia vital entre Sevilla y Málaga. Me apetecía contar mi odisea, porque todo el mundo tiene una; como Ulises, pero de andar por casa.
P.- La última canción, Walden, es un homenaje a la obra homónima de Thoreau. ¿A usted también le gustaría largarse a una cabaña en medio del bosque?
R.- En Málaga, no sé exactamente dónde, creo que en el Valle del Guadalhorce, hay un grupo de gente que come cosas crudas y vive desnuda. Yo creo que voy a echar la solicitud. Eso se puede hacer en Málaga porque hace muy buen tiempo. En realidad, Málaga es mi Walden. Vivo en una casita muy pequeña junto al mar, los espetos de sardinas siguen a euro y medio en muchos sitios y los vecinos no dan mucho la murga.
P.- Su estilo ha cambiado mucho a lo largo de su carrera. Al principio la voz y los instrumentos se fundían en un todo etéreo, ahora la voz ocupa el primer plano y la instrumentación es más limpia. ¿Por qué decidió este cambio?
R.- Es que va cambiando la garganta, no solo la producción. Mi voz no es la misma que en 1995. Me acercaba al micro de otro modo, no todo es una cuestión de mezcla, de reverb o de volumen, que también, pero el mundo de las mezclas y del mastering es infinito y yo no entiendo mucho de él. Por cierto, tengo la sospecha de que aquí nadie entiende tanto como dice. Los discos extranjeros siempre suenan mejor. El que graba te dirá que es porque tocan mejor, el que toca te dirá que es porque graban mejor y el que toca y graba te dirá que es por el mastering. En España, como siempre, nos pasamos la pelota unos a otros.
P.- ¿Ha grabado en el extranjero alguna vez?
R.- Estuve a punto. Cuando dejé Mushroom Pillow me iban a pagar una grabación en Texas con Bill Callahan y aun así me fui de la discográfica, para que veas qué gilipollas soy.
P.- Sus letras también han cambiado mucho. En buena medida cambió el surrealismo por la ironía, aunque algunas siguen siendo algo crípticas.
R.- Es que yo quiero que me entiendan, aunque algunas salen más crípticas que otras. Yo por eso quería quitar Efectos especiales del disco, pensaba que la gente no iba a entender nada de esa letra, y ahora resulta que es la que más canta la gente en los conciertos. Yo no entiendo nada.
P.- El panorama indie español empezó a despuntar cuando empezó su carrera musical, a principios de los 90. ¿Hoy significa algo la etiqueta indie?
R.- Con el hundimiento de las discográficas, estas se han apropiado de la marca. Han aprovechado lo que inventamos quienes previmos que las discográficas se iban a ir al carajo, usan el término indie para sobrevivir en un canal que nosotros abrimos.
P.- He leído en su Facebook que han recibido una partida de vinilos defectuosos. ¿Qué ha pasado?
R.- Han puesto un sistema automático para hacer el corte de acetato en la fábrica de la República Checa donde se hacen los vinilos. Antes era lo más delicado del proceso y ahora es automático. El fallo hace que esa tanda de discos suenen más graves de como tendrían que sonar. En Valencia han puesto una fábrica de vinilos, quizá deberíamos habérselos encargado a ellos, pero, ya sabes, allí salía más barato.
P.- ¿No es irónico que el disco se burle del progreso y precisamente hayan tenido este problema por la automatización de un proceso artesanal?
R.- Exacto. Esa mierda es el progreso.